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Los obispos afirman que sólo les vale la disolución y desaparición de la banda.

Los prelados vascos, sin embargo, reciben la noticia con «verdadera esperanza» y alivio.

Madrid- El secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Juan Antonio Martínez Camino, manifestó ayer que es «insuficiente» la tregua anunciada por la banda terrorista y pidió la disolución la banda terrorista. Martínez Camino, que hizo esta valoración tras presentar el Nomeclátor 2006 de la CEE, afirmó que «nos alegramos de que los terroristas hagan pública su voluntad de no matar, extorsionar y de, suponemos, no seguir ejercitando las demás acciones terroristas. ¡Qué menos! Pero nos parece poco», añadió el portavoz de la CEE, que subrayó que «ETA debería anunciar su disolución y su desaparición. Eso es lo que esperan los ciudadanos de bien», según informa Servimedia.

Martínez Camino también dijo que «parece evidente que ETA no puede, de modo alguno, poner precio de ningún tipo al respeto a los derechos fundamentales de las personas, ni al funcionamiento normal de las instituciones democráticas, que son las que tienen la legitimidad y la encomienda de velar por la solidaridad y por el bien común de España». En este sentido, Martínez Camino se remitió a los números 35 y 40 de la «Instrucción pastoral sobre la valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y sus consecuencias». El número 35 de la citada pastoral reza que «España es el fruto de uno de estos complejos procesos históricos. Poner en peligro la convivencia de los españoles, negando unilateralmente la soberanía de España, sin valorar las graves consecuencias que esta negación podría acarrear no sería prudente ni moralmente aceptable».


ETA no es interlocutor. Por su parte, el punto 40 afirma que «ante cualquier problema entre personas o grupos humanos, la Iglesia subraya el valor del diálogo respetuoso, leal y libre como la forma más digna y recomendable, para superar las dificultades surgidas en la convivencia. Al hablar de diálogo, no nos referimos a ETA, que no puede ser considerada como interlocutor político de un Estado legítimo, ni representa políticamente a nadie, sino al necesario diálogo y colaboración entre las diferentes instituciones sociales y políticas para eliminar la presencia del terrorismo, garantizar firmemente los legítimos derechos de los ciudadanos y perfeccionar, en lo que sea necesario, las formas de organizar la convivencia en libertad y justicia», añade el citado número.
   
Finalmente, Martínez Camino expresó «la cercanía y la solidaridad de la Iglesia con las personas que sufren y que han sufrido las consecuencias de las acciones terroristas de ETA, de sus asesinatos, de sus extorsiones, de sus imposiciones y de sus amedrentamientos de todo tipo. La Conferencia Episcopal está con las víctimas del terrorismo».


Bien distinta de la de la Conferencia Episcopal Española es la percepción que de la tregua tienen los obispos vascos, que manifestaron haber recibido «con verdadera esperanza» el alto el fuego y expresaron su apoyo a los gobernantes y representantes políticos que, en estos momentos, «tienen en sus manos la especial responsabilidad de conducir la construcción democrática de una sociedad justa y en paz».


En un comunicado conjunto, el obispo de Bilbao y presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, el de San Sebastián, Juan María Uriarte, y el de Vitoria, Miguel Asurmendi, aseguraron que, en la medida en que este anuncio vaya a suponer una renuncia definitiva a la violencia, experimentan, junto con la sociedad vasca, «una sensación de alivio y una expectativa de que éste pueda ser un paso importante en el camino hacia una plena pacificación y reconciliación».


Los prelados afirmaron que, a pesar de que intentos anteriores de pacificación no han llegado a dar «el fruto deseado», contemplan la nueva situación como una «oportunidad» de construir la convivencia social entre todos «desde la pluralidad legítima y democrática». «Todos los ciudadanos estamos llamados a contribuir a crear un clima social en el que se aleje definitivamente de nuestras relaciones el recurso a la violencia», añadieron.
 

R.N. (La Razón, 23 de marzo de 2006).

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