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Gerardo: del rap violento a la fe

Gerardo: del rap violento a la fe Gerardo nació en Ecuador y adquirió fama cuando en 1991 se lanzó al mundo artístico como rapero. Se anticipó incluso a Ricky Martín en el, así llamado, “spanglish” de las letras de sus canciones. El furor de la popularidad le tomó por sorpresa y se dejó llevar por el ambiente: «Pensaba sólo en el dinero y en la fama. Ciertamente era una estrella, pero de improviso me di cuenta de que estaba hablando de la nada». «Yo era el símbolo del chico banda (Gang), pero mi vida estaba vacía».

 

Después del gran éxito se retiró, para dedicarse por una parte a la producción artística y por otra a la actuación. De hecho él lanzó al estrellato a Enrique Iglesias y con Sean Penn co-protagonizó “Colors”. Ahora ha vuelto al mundo de la música rap, sólo que con una distinta visión de la vida. No por casualidad su nuevo álbum se titula «180º» y en él canta su fe: «Trabajando detrás de las cámaras he escarbado en mí mismo y descubrí la fe. Hoy quiero cantarla a los otros».

 

Al inicio, ante el cambio radical, «tuve miedo de que los fans no me creyesen. Pero no pasó así: más bien, acogieron con entusiasmo el giro de 180 grados en mi vida». Pero ante el cambio de vida, ¿por qué no un cambio también de estilo musical? Gerardo contesta: «el rap es perfecto para hacer llegar de inmediato a los jóvenes los conceptos. Habla de la realidad cotidiana de la gente. Y mis opiniones son fuertes y los interpelan».

 

En su siguiente disco, cosa insólita, las letras de las canciones hablan de valores: en la canción Sueña se escucha «nuestra motivación no debe ser más el dinero», en Mujer –hecho realmente extrañísimo para el mundo machista del rap- se habla de la mujer con respeto y dignidad. «Es la manera de “usar” la música para hablar de valores y recolectar fondos para ayudar a quienes sufren necesidad».

 

A modo de muestra, conociendo la concepción libertina del amor que tienen muchos jóvenes, nuestro rapero les canta la “exigencia” de la Iglesia en este punto. Él mismo nos explica por qué: «Es necesario. No se puede decir que uno cree y después no seguir la doctrina del cristianismo. Yo mismo cometí errores, si bien hoy estoy felizmente casado y con hijos. Porque confesar los errores es dar testimonio de lo que Dios ha hecho por mí».

 

Antonio Aldrette   

Forum Libertas, 24 de marzo de 2008

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