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El islamismo y las izquierdas en Iberoamérica

El islamismo y las izquierdas en Iberoamérica


1/. Convergencia de actores estatales islamistas y marxistas-leninistas y de la izquierda iberoamericana

Lo primero que puede observarse es el proceso de convergencia que existe entre actores estatales como Irán, por un lado, y Venezuela, Cuba y Bolivia por el otro, cuyas agendas sólo pueden tener como objetivo común enfrentar a los EE.UU. y sus aliados. A dicha agenda confluyen numerosas Organizaciones No Gubernamentales (ONG), que cuentan con una importantísima financiación por parte de actores estatales, no estatales y donantes particulares.

No son ajenos a este proceso de convergencia formaciones como el denominado "Foro de San Pablo" y "Foro de Porto Alegre", que son solo algunas de las bisagras visibles entre las alas del islamismo y de sectores de la extrema izquierda de Ibero América. Dicho proceso se ve acompañado por la peligrosa agenda política de algunos gobiernos de países europeos -tal el caso de la España de José Luis Rodríguez Zapatero-, que por malicia o ignorancia abren las puertas al peligro islamista. No son pocos los dirigentes políticos -en todo el mundo- que consideran que organizaciones terroristas como Al-Qaeda y el Hizbollah son de alguna manera aliados en la lucha contra la hegemonía global de los EE.UU. Mas allá de las razones para tal comportamiento político, puede verse de que manera muchos países bajan sus defensas, creando las condiciones necesarias para que el peligro terrorista pueda crecer y desarrollar sus actividades amparados por la vigencia de un "garantismo" suicida, olvidando hasta el objetivo proferido por Al-Qaeda, que reclama el derecho a "reconquistar" España para añadirla como una perla más a la corona de su soñado califato.

Sería asimismo injusto acusar solamente a la izquierda de dejarse deslumbrar por la perspectiva de ver debilitado a los EE.UU. y a sus aliados aunque sea a manos de tamaños enemigos, porque Internet está infectada de mensajes con deseos y loas de gloria y victoria al terrorismo islamista, firmados por personas que de "zurda" -sea disculpada esta expresión- sólo tienen la mano izquierda cuando nacen con esa característica.

2/. Convergencia entre el islamismo terrorista, la izquierda insurreccional y el crimen organizado

La conexión entre terrorismo y crimen organizado se incrementa notablemente a partir de la declinación del volumen de respaldo de Estados a grupos terroristas, que comienza con el desmembramiento del bloque soviético, aunque ya existía el precedente en Colombia de la ecuación FARC-Narcotráfico. Desde hace más de quince años ha crecido notablemente la relación entre el crimen organizado transnacional y el fenómeno cambiante del terrorismo con alcance global. Esto ha sido muy bien expuesto en estudios sobre modelos de convergencia entre terrorismo y crimen organizado, realizados por expertos como la criminóloga Tamara Makarenko y el argentino Juan Belikow.

El cuadro expuesto es tan sólo un muestreo de las alianzas que se han establecido hasta el presente, aunque tales lazos son extremadamente sutiles en caso de organizaciones altamente secretas como Al-Qaeda Central, dados los temores a una penetración de la inteligencia enemiga o a una fuga de información que pueda conducir a la localización de sus comandantes y cuadros más valiosos. Sobre todo en el caso de pandillas de extrema peligrosidad como las denominadas "Maras Salvatruchas", que están bajo constante vigilancia. La sinergia que se produce entre terror y crimen contribuye sin duda a debilitar las alianzas internacionales, a licuar el poder político de los Estados y a minar progresivamente la efectividad de las fuerzas de seguridad y policiales.

La dirigencia política en el ámbito mundial no ha comenzado siquiera a tomar conciencia de este fenómeno de convergencia mencionado y muchos de sus dirigentes parecen a veces coincidir en que la exposición de esta realidad es sólo el producto de thinks tanks y expertos cuyas exposiciones están dirigidas a alentar casus belli que alienten la intervención militar estadounidense en teatros como Colombia y la Triple Frontera, para citar sólo dos ejemplos.

La cibernética usada en términos de terror-espacio y crimen-espacio por sociedades criminales y las organizaciones terroristas más sofisticadas, como la mafia rusa y Al-Qaeda, por ejemplo, hacen extremadamente difícil la detección de contactos y operaciones. Los cerebros del tecnoterrorismo marchan siempre un paso delante de las fuerzas de la ley, cuando se trata de detectar medidas y contramedidas de seguridad para penetrar la defensa de los blancos.

La actual situación en Bolivia es sin duda otro importante y sensible factor de riesgo que hace a la seguridad regional, dado que las organizaciones terroristas de signo islamista -que cuentan con células en Paraguay y Brasil- podrían ver en ella una oportunidad para establecer sus redes lejos del monitoreo de países vecinos. No en vano se registran desde hace muchos años viajes de personajes vinculados a organizaciones etno-nacionalistas de países iberoamericanos a centros de formación religiosa islamista y tal vez también a campos de entrenamiento en Paquistán.

En este panorama que se levanta en el futuro de Bolivia y regiones adyacentes, el terrorismo con perfil etnonacionalista podría convertirse en una nueva amenaza contra la seguridad regional, diferente al de Al-Qaeda o el Hizballah, pero parte al fin de una de los más graves desafíos que puede percibirse en el escenario de Ibero América. Las acciones conjuntas que tienen como eje en Colombia al narcoterrorismo encabezado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), a los carteles de la droga ligados también a otras formaciones políticas como la anticomunista Fuerzas de Autodefensa de Colombia, y a sociedades criminales como la mafia rusa, deben encontrar una respuesta definitiva, que no puede terminar sino en la derrota y rendición incondicional y en la erradicación definitiva de esos flagelos de nuestra región.

El cuadro de situación actual, con eje en Colombia y Venezuela, y además en los Andes Centrales, que incluye la presencia de actores estatales y no estatales islamistas, se agrava con la existencia de una constelación de gobiernos en Sudamérica, que por razones ideológicas y políticas rechazan contar con un plexo legal en el cual puedan respaldarse acciones contra las nuevas amenazas. En el caso de la Argentina, al desafío islamista global y regional se suma el peligro del narcoterrorismo que tiene epicentro en Colombia -encabezado por las FARC-, como también en Bolivia, organizaciones todas ellas aliadas con sociedades criminales asentadas en esos países y en casi toda la región.

3/. Potenciales atentados

La República Argentina no ha estado, está ni estará al margen de la guerra global ni de lo que sucede en Cercano y Medio Oriente, entre otras cosas porque ya tuvo su bautismo de sangre a manos del terrorismo islamista, de signo diferente a Al-Qaeda, pero islamista al fin, que de manera alguna ha quitado a nuestro país de la lista de blancos permanentes y/o de oportunidad.

El desafío de Al-Qaeda alcanza al país de manera plena, porque su comandante e ideólogos son lo suficientemente inteligentes y cultos, como para saber que el país es mayoritariamente blanco, católico y que, además, cuenta con una de las colectividades judías cualitativa y cuantitativamente más importantes en el ámbito mundial; colectividad que además está históricamente ligada al Estado de Israel desde el momento mismo de su fundación, como casi otras similares de la Diáspora.

En cuanto a organizaciones como el Hizballah, el país estaría a salvo de nuevos ataques en la medida en que el conflicto en el Líbano no estalle nuevamente, dado que en ese caso sería ridículo pensar que no lanzaría nuevos ataques, como se ha reiterado en fecha reciente. Lo mismo ocurriría si Irán fuera atacado por EE.UU., Israel o una coalición de países, como sucedió en Irak, ya que en ese caso se activarían las células de ataque en casi todo el mundo. Lo han afirmado dirigentes iraníes y del mismo Hizballah al más alto nivel y, como dice un conocido axioma judicial, "a confesión de parte relevo de prueba". El Ministro de Inteligencia iraní Gholam-Hussein Mohseni-Ezhei, manifestó el 13 de julio que "si América o cualquier otro país ataca a Irán, estará poniendo en peligro sus intereses y su vida económica, política, y social". Esto lo confirma también The Middle East Media Research Institute, citando a la Agencia IRNA (http://www.irna.ir/fa/news/view/line-2/8504259863110433.htm), que dice: "El mismo país que intente atacar a Irán necesita saber que pagará un precio exorbitante. América no tiene el valor de tomar tal acción contra Irán, ya que en este evento pondremos en peligro todos sus intereses vitales. Las fronteras geográficas de nuestra guerra contra los americanos no se limitarán simplemente al suelo americano. Al contrario, tendremos como objetivo todos los intereses de este país alrededor del mundo".

El problema que se crea luego del lanzamiento de ataques terroristas como el que sugiere la reciente amenaza arriba mencionada, es que la especial y muy compleja estructura organizacional del tándem terrorista Irán-Hizballah, hace muy difícil llevar a los estrados judiciales a los ideólogos y ejecutores de atentados como los de la AMIA, a pesar de amenazas públicas como la arriba mencionada. Una vez que un ataque ocurre, queda el sello de los autores, pero se hace muy difícil probar de manera contundente los diferentes grados de responsabilidad a lo largo de los eslabones involucrados, ya que organizaciones como el Hizballah utilizan brazos con diferentes nombres, tal el caso de la Yihad Islámica (caso Embajada de Israel) o Ansar Allah (AMIA), justamente para evitar la persecución judicial.

Deben en consecuencia arbitrarse las medidas necesarias para prevenir los efectos negativos y/o peligrosos para nuestra seguridad nacional del potencial impacto de los sucesos en Medio Oriente y otras regiones, a través de cualquiera de las formas descriptas e incluso de su convergencia o combinación con las restantes.

Horacio CALDERÓN

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