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"Es responsabilidad de los presos dar pasos sin esperar a que otros les digan cuándo tienen que hacerlo"

"Es responsabilidad de los presos dar pasos sin esperar a que otros les digan cuándo tienen que hacerlo"

Los Presos Comprometidos con el Irreversible Proceso de Paz, agrupados en la nueva prisión de Zaballa (Álava), atienden a las cuestiones de actualidad que les hace llegar el DIARIO DE NOTICIAS, entre ellas, los encuentros con víctimas y el denominado Taller de Convivencia

 

Pamplona. "El nuevo tiempo abierto tiene que llegar a las cárceles y a la política penitenciaria". El colectivo de reclusos agrupado primero en torno a la antigua prisión alavesa de Nanclares y ahora en la nueva de Zaballa rechazó la violencia, hace tiempo se desmarcó de ETA y son los protagonistas involuntarios de la denominada vía Nanclares que distintos agentes reclaman para resolver los temas penitenciarios. Tras acoger el anuncio de ETA del 20 de octubre con un "sentimiento agridulce", analizan distintas cuestiones, como la situación del Acuerdo de Gernika, al que todavía no han podido sumarse al estar "vetados" y pese a haberse reunido hace poco con algunos de sus firmantes. Según reconocen, "lo curioso es que gente de EA, Aralar o de la propia Batasuna, que han padecido las consecuencias de esa mentalidad sectaria, ahora se plieguen a ella cuando afecta a otros".

 

¿Cómo vivieron desde la cárcel el día del anuncio del cese definitivo de la violencia armada de ETA?

 

Con un sentimiento agridulce. Por una parte, la satisfacción de que por fin se decida terminar con la lucha armada y por el alivio que esto significa para muchas personas. Pero, por otra parte, con la sensación amarga de que este paso se tenía que haber dado mucho antes, pues la persistencia de ETA solo ha servido para generar más sufrimiento y llenar las cárceles. Nos acordamos de mucha gente que hoy no está y también de dos víctimas con las que unos días antes habíamos tenido un encuentro dentro del taller de convivencia.

 

¿Qué les llevó a plantear poner en marcha un taller así dentro de la cárcel?

 

El compromiso y la responsabilidad que trae consigo el haber militado en una organización que ha sido responsable de una parte importante del sufrimiento y los dramas vividos por muchas familias, nos llevaron a plantear la necesidad de crear un taller de convivencia que sirviera de punto de encuentro con personas de sectores y sensibilidades diferentes. Desde ese diálogo, tratar de aportar algo en la necesaria normalización y, a su vez, tratar de ayudar en la medida de lo posible a suturar las muchas fracturas que han dejado en nuestra sociedad tantos años de violencia.

 

¿Qué temas han tratado en esos talleres?

 

Los relacionados con la recuperación de una convivencia normalizada. Analizando los procesos de memoria, verdad y reconciliación en otros países, las bases éticas para la construcción de la nueva convivencia, la realidad de las víctimas a través de sus propios testimonios, la necesidad de una reflexión crítica del pasado y de la aportación que los presos podemos hacer en este sentido.

 

En este taller han participado, entre otros, víctimas de ETA. ¿Cómo fueron los encuentros?

 

Le damos mucha importancia al hecho de que vinieran y participaran. Nos parece una actitud muy positiva por su parte. Los encuentros fueron intensos y constructivos. Escuchar sus testimonios en una sala, frente a frente, cómo vivieron los atentados, lo que supuso para sus familias y la falta de solidaridad que sintieron por parte de mucha gente te hace poner en cuestión no solo la utilización de la violencia, sino también la mentalidad con la que se ha vivido y hemos vivido todo esto.

 

¿Qué les hicieron llegar?

 

Además del duro testimonio personal, nos transmitieron sus preocupaciones y dudas sobre que se quiera pasar página, como si en estos años no hubiera pasado nada, y lo entendemos, ya que ha sido mucho el dolor y sufrimiento padecido por mucha gente. Un dolor que no puede caer en el olvido y que necesita, en este nuevo tiempo abierto con el fin de ETA, ir acompañado del reconocimiento del conjunto de la sociedad vasca para con todas las víctimas de tantos años de violencia.

 

¿Qué conclusiones sacan de los encuentros con las personas que han participado en el taller?

 

La primera es que el contacto directo ayuda a afrontar de manera positiva estos temas cuando se tiene voluntad para ello. La segunda, que el fin de la violencia tiene que traer consigo, entre otras cosas, un cambio de mentalidad y actitudes. Y la tercera, que está siendo una experiencia muy positiva y constructiva. Pensamos que llevando este tipo de encuentros a otros ámbitos de la sociedad, a los pueblos, a la universidad, etc., se podrían dar pasos concretos en la recuperación de la convivencia. Pasos que van más allá de las declaraciones o escritos.

 

Además de en este taller, han participado en encuentros cara a cara con algunas víctimas. ¿Cómo ha sido?

 

Al principio teníamos nuestras dudas. Pensábamos que estos pasos se tenían que dar, pero no sabíamos qué reacciones podría haber. Nos preocupaba que, al final de los encuentros, las sensaciones fueran más negativas que positivas, pero no ha sido así. También nos preocupaba que se pudiera hacer una utilización parcial e interesada de estos encuentros, pero las cosas se están haciendo bien. A la hora de dar estos pasos nos animaron mucho los encuentros que mantuvimos con Rafa Larreina, Aintzane Ezenarro, Paul Rios… que nos transmitieron sus impresiones positivas de sus experiencias con las víctimas, haciéndonos ver que el diálogo directo era posible y necesario.

 

Desde el EPPK les acusan de haber creado grietas en la cohesión del mundo de los presos. Incluso, han hecho una petición a la izquierda abertzale para que no les apoye.

 

Son ramalazos que aún utilizan los que quieren seguir con la mentalidad de antes. Hoy en día, con la lucha armada terminada, ahora que se valora el apoyo político que Alternatiba, Aralar, Batasuna y EA han tenido al ir juntos, ese tipo de discurso sectario solo lo pueden mantener en el mundo de los presos. Es penoso, pero ya es un avance.

 

Año y medio después de la firma del Acuerdo de Gernika, ustedes siguen vetados. ¿Mantienen su apoyo al Acuerdo?

 

Lo apoyamos desde el principio, ya que en él se planteaban, por primera vez de una manera seria, las cuestiones referidas a presos y víctimas. Pero año y medio después, creemos que las potencialidades que tenía siguen sin concretarse. En cuanto al veto, hace unos días, aprovechando un permiso de salida, mantuvimos una reunión con los representantes del Acuerdo de Gernika, nos dijeron que entienden nuestra postura, pero que esperáramos, pues todavía hay un sector que se opone. Lo curioso es que gente de EA, Aralar o de la propia Batasuna, que han padecido las consecuencias de esa mentalidad sectaria, ahora se plieguen a ella cuando afecta a otros. Si para algo tan sencillo de resolver andan así, ¿cómo piensan afrontar la convivencia y la reconciliación si son incapaces de reconocer a todos los presos?

 

Los firmantes de Gernika han reconocido por primera vez el dolor causado a las víctimas, también de ETA. ¿Cómo lo valoran?

 

Nos ha parecido que de tanto querer consensuar algo que sea asumible por los mugarris (en referencia al sector más inmovilista del MLNV, opuesto al de los posibilistas), han elaborado un documento que aporta poco y que crea frustración en muchos sectores de nuestra sociedad, especialmente entre los que han padecido las consecuencias de la violencia y que en este nuevo tiempo que se ha abierto con el fin de la actividad de ETA esperaban algo más que hablar en tercera persona diciendo: "Las partes y agentes de diversa naturaleza han mantenido una actitud de falta de sensibilidad hacia el sufrimiento y el dolor ajeno". ¿Quiénes son las partes? ¿Quiénes somos las partes?

 

Una de las claves de su situación, la de los Presos comprometidos con el irreversible de paz, es el reconocimiento del daño causado. ¿Ven posible algo similar entre los presos que forman el EPPK?

 

Claro que es posible y necesario. Más imposible parecía que la lucha armada se dejara así, sin más, sin ningún proceso negociador, de manera unilateral, con 700 presos en las cárceles y así ha sido. El Acuerdo de Gernika, que tanto ha costado que el "Colectivo" lo firmara y no porque la mayoría de los presos no estuviera de acuerdo, sino porque los impulsores de Mugarri eran reacios a dicho acuerdo, habla de "la necesidad de un reconocimiento, reconciliación y reparación de todas las víctimas originadas por el conflicto político y la realidad de las múltiples violencias". Si ya se ha firmado esto, ¿por qué no profundizar de una manera seria y clara en el reconocimiento, reconciliación y reparación de las víctimas que la organización en la que militábamos ha generado? ¿Por qué o a qué esperar a dar estos pasos que son necesarios para ayudar a cerrar heridas y para avanzar hacia una convivencia normalizada? Sabiendo, además, que en la medida en que se den estos pasos, otros se verán en la obligación de reconocer también las múltiples vulneraciones de Derechos Humanos y las víctimas que se han general "en defensa del Estado de Derecho".

 

¿Ven posible un acercamiento de los presos a las cárceles de Euskal Herria?

 

Lo vemos posible y necesario. En primer lugar, porque los que más padecen la dispersión son los familiares que se ven obligados a hacer cientos y cientos de kilómetros todos los meses. En segundo lugar, porque la dispersión impide y ha impedido debates que en otras circunstancias y tiempos (Lizarra-Garazi, Loiola) habrían surgido y habrían madurado dentro de las cárceles. Y, en tercer lugar, porque el nuevo tiempo que se ha abierto tras el fin de la actividad de ETA tiene que llegar a las cárceles y a la política penitenciaria.

 

El Gobierno español ha dicho que hasta que no llegue el comunicado del final de ETA no va haber ningún movimiento en la cuestión penitenciaria. ¿Cómo se desbloquea este planteamiento?

 

Dando pasos de manera unilateral, como se ha hecho a nivel político para volver a las instituciones. Si Batasuna se hubiera limitado a solicitar que les legalizaran, sin más, sin cumplir los trámites ni los requisitos de la Ley de Partidos, y remarcando que no aceptarían tales requisitos, ni Bildu ni Amaiur serían ahora legales. Pero a los presos se les impone que sigan utilizando fórmulas que solo sirven para mantener en el candelero el tema de los presos en vez de plantear soluciones. También es responsabilidad de los presos dar pasos sin esperar a que otros les digan cuándo tienen que darlos.

 

¿Cómo ven la actual coyuntura política? ¿Consideran probable una pronta resolución del conflicto político?

 

No tiene una solución mágica ni definitiva a corto plazo. Lo importante es que se vaya avanzando desde la realidad que tenemos en Iparralde, Nafarroa y la Comunidad Autónoma; haciendo política, configurando mayorías sociales basadas en el reconocimiento y el respeto a las diferentes formas de pensar y vivir ese conflicto político. Y, para eso, también para eso, ahora lo prioritario es solucionar los problemas humanos y convivenciales generados por tantos años de violencia política.

 

¿Cómo pasa una persona de defender la lucha armada a una posición política al margen de la violencia? ¿Es una evolución intelectual o fruto de una larga estancia en la cárcel?

 

Es un error pensar que esa evolución es fruto de los años en prisión. Eso también ocurre, pero en menor medida de lo que se piensa. De hecho, son pocos los militantes que se desmarcan estando en prisión. Muchos más lo hacen estando en casa o en el exilio. Ese cuestionamiento viene a menudo como consecuencia de ver en la práctica la diferencia que hay entre lo que uno pensaba que era la lucha armada, como algo idealizado, y la cruda realidad de sus contradicciones, que se generan en las decisiones que se toman y la mentalidad con la que se hace.

 

Si ETA no va a seguir sus siglas para la actividad armada, ¿se preguntan por qué no se disuelve? ¿Qué opinión les merece este debate?

 

Desde el punto de vista de ETA, parece lógico que no se quiera disolver sin solucionar la cuestión de los presos y los refugiados. El problema es que, una vez que su actividad se ha tenido que dejar unilateralmente, según va pasando el tiempo, ETA, como organización, no aporta nada, queda como algo del pasado, como algo residual. Solo le queda decir que desaparece. Quizá sea más realista, más efectivo, que los grupos que conforman Amaiur planteen con más sensatez y decisión la cuestión de la convivencia, de las víctimas y de los presos, ya que estos tres temas van necesariamente unidos. Que, sobre estos temas, se llegue a un acuerdo entre los grupos políticos, se cree una comisión de seguimiento, que ETA deje en manos de esta comisión el tema de los presos y refugiados y anuncie su disolución. Esto reforzaría en la sociedad el apoyo para ir resolviendo los problemas de convivencia pendientes: reconocimiento, ir cerrando heridas, la vuelta de los presos a casa...

http://www.noticiasdenavarra.com/2012/02/12/politica/euskadi/es-responsabilidad-de-los-presos-dar-pasos-sin-esperar-a-que-otros-les-digan-cuando-tienen-que-hacerlo

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