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Foro El Salvador

La política nacional cambia de centro, y se desplaza a Navarra

Es moneda de cambio para unos, próxima sede del PP o "última trinchera de la derecha" para otros, campo de batalla para todos. Y Zapatero lleva el futuro de Rajoy a Pamplona.

 

21 de abril de 2006.  Ayer jueves Navarra tuvo una visita poco habitual y para algunos poco deseada. El líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, invitado por el presidente del Gobierno y presidente también de UPN, Miguel Sanz, expuso con claridad su compromiso con la identidad foral de Navarra y con la unidad de España.

¿Era necesario o se solemnizaba lo obvio? A quien piense que no es necesario expresar la adhesión al actual marco jurídico y la defensa de una identidad amenazada basta recomendarle la lectura de la prensa más reciente. La izquierda ha abierto una "cuestión navarra" para congraciarse con los nacionalistas vascos; y esa maniobra no sólo está abierta a cambios en las instituciones –porque los exige el nacionalismo, incluyendo la ETA de la tregua- sino que acepta la tergiversación nacionalista de la realidad pasada y presente de Navarra. Los nacionalistas quieren la Comunidad Foral, y los socialistas quieren el poder en Madrid. Mientras ambas cosas vayan de la mano nunca estará de más que Sanz y Rajoy digan juntos lo que no están dispuestos a tolerar.

La Disposición de la discordia

El problema –porque hay un problema, y negarlo es de necios- es que el nacionalismo vasco, que incluye quizás a un 12% de los navarros, quiere que Navarra se engloble en su proyecto de "Gran Euskalerría". Pero esto no viene de aquí: el centroderecha acobardado de la Transición ya se dividió sobre este asunto, y en definitiva la UCD –del mismo modo que Suárez sacó a la calle a los asesinos etarras, o que Martín Villa legalizó la ikurriña suponiendo que con eso se acababa la ETA- aceptó dejar una puerta abierta para que sucediese. Una puerta abierta supeditada a la "voluntad de los navarros", es cierto, pero una puerta al fin y al cabo.

¿Esa "puerta" era inevitable? De ninguna manera. Y si Mariano Rajoy estuvo el jueves en Pamplona con el presidente Sanz es porque un puñado de navarros –siempre decenas de miles, de todos modos- se resistió a la Transitoria Cuarta antes y después de la Constitución. Lo hizo antes, cuando Alianza Foral Navarra denunció los manejos electoralistas de UCD, rebozada de navarrismo pero supeditada a las conveniencias de turno de La Moncloa. Y lo ha hecho ininterrumpidamente después, tanto por los epígonos de AFN que formaron Alianza Popular y el Partido Popular en Navarra como sobre todo por el partido nacido ante todo para pedir un cambio constitucional: Unión del Pueblo Navarro desde 1979. Y ésa es la historia que sustenta a Rajoy y Sanz.

"Que Navarra sea lo que los navarros quieran"

Las palabras son más peligrosas que las bombas. Navarra es una comunidad autónoma desde antes de la Constitución, y nunca ha dejado de serlo. Cuando Fernando el Católico y sus representantes juraron el Fuero medieval a partir de 1512 éste siguió en vigor, definiendo un marco legal específico dentro de España: una región autónoma. Y en la España constitucional Navarra ha mantenido su autonomía –nada que ver con ningún nacionalismo, que le son todos posteriores- con una misma norma a lo largo de siete regímenes constitucionales, dos repúblicas y dos dictaduras. Ahí están las raíces de la autonomía navarra, no en los manejos de pasillo entre Arzallus y sus interlocutores.

Navarra no es sin embargo un "sujeto de decisión". Navarra es una comunidad política nacida como parte de un proyecto de Reconquista española en la Edad Media; terminada esa era, Navarra –que obviamente ya era España- se unió políticamente a España conservando su especificidad. Navarra es lo que es; puede cambiar su forma, pero si cambia su esencia –España- desaparecerá como comunidad.

Esto es lo que los nacionalistas y sus tropas cipayas llaman "esencialismo", como si el de Sabino Arana, Federico Krutwig o –mal maquillado- el de Patxi Zabaleta fuese otra cosa. En el fondo en la idea de que los "navarros decidan" hay una trampa nacionalista, porque el nacionalismo, que es minoritario, lleva tres décadas estructuralmente dedicado a hacer posible que los navarros cambien de opinión. Vamos a invertir la carga de la prueba, sin quitar libertad a nadie: hagamos "que los navarros sepan lo que Navarra es", y así evitaremos dudas sobre este sarampión falsamente democrático que repentinamente afecta a tantos delincuentes con las manos manchadas de sangre.

¿Qué hacer, señores de la derecha? Ante la última oportunidad

Rajoy estuvo en Pamplona, y se ha hablado de la importancia nacional de la situación navarra, porque en 2007 las elecciones municipales y forales van a dirimir si Navarra puede ser pacífica y legalmente parte del precio de eso que Zapatero llama la "paz". Bien está que nos demos cuenta del peligro, y no dudo de que las bases de UPN y los navarros que quieran seguir siéndolo, aunque no sean de UPN, vamos a responder al llamamiento.

Pero ese toque de rebato es el último. Zapatero ha generado en Navarra una situación de "todos contra uno" que, en caso de no obtener UPN mayoría absoluta, derivará necesariamente en una entrega de Navarra al nacionalismo, eso sí, con mucha vaselina. Pero si vence UPN será la hora de meditar por qué estamos en esta situación, es decir, por qué durante muchos años de Gobierno navarrista se ha hecho navegación de cabotaje, pensando sólo en los cortos plazos, en las elecciones siguientes y en los beneficios personales del poder en vez de lanzar grandes políticas de afirmación social, cultural educativa y política de la Navarra foral y española. Si se vence en 2007 será hora de hacer eso y de que Sanz renueve los rumbos con un criterio de capacidad, honestidad y lealtad, porque la mejor Derecha de España no merece menos.

 

Pascual Tamburri

El Semanal digital, 21 de abril de 2006

 

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