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La paz como violencia

El proceso de paz sigue cobrándose víctimas; eso sí, las de siempre. Una semana después del atentado que llevó al hospital a un niño de diez meses, el Gobierno olvida los hechos materiales; los autores del atentado entraron en el comercio rompiendo los cristales, rociaron los muebles y las mercancías con gasolina, depositaron una garrafa de líquido acelerante y le pegaron fuego. Después se marcharon. Acción preparada, premeditada y medida en sus consecuencias, tanto materiales como políticas; desde entonces, la pregunta en toda España es si Navarra deberá ser sacrificada en nombre de la paz.

 

El Gobierno ha restado importancia a los hechos, y ha sembrado dudas sobre su autoría. Empeñado en copiar el modelo irlandés, ha olvidado como funcionan las cosas en el País Vasco; desde hace más de treinta años nada se mueve en el mundo abertzale si no es con el visto bueno de ETA. Sus informadores y captadores se mueven por todas las esquinas de todas las herriko tabernas, y Zutabe marca la línea a seguir de todos ellos. Las bases y los militantes etarras muestran una obediencia ciega; nada que pueda incomodar a "la empresa" pasa por sus cabezas.

 

Ante las excusas y balbuceos del ministro del Interior, el presidente de Navarra ha recordado que hace unos años esto hubiese sido considerado un atentado en toda regla. Pero sus palabras han sido recibidas por el PSOE con una agresividad y dureza que contrasta con los elogios que dedica al entramado etarra. Le acusan de entorpecer la "paz". Éste es el nuevo delito que el Gobierno de Zapatero denuncia en quienes sufren las iras abertzales y se atreven a denunciarlo.

 

Hoy se chantajea a los empresarios, los concejales constitucionalistas denuncian que han vuelto las amenazas, los insultos y las pintadas. Atentan contra sus negocios ¿Qué ha cambiado? Esta vez el Gobierno de la nación no ha salido defendiendo a los empresarios y concejales, sino que se está dedicando a excusar a los autores de los delitos. Afirma que no es para tanto cuando el humo aún ennegrece los edificios de Barañain. Balbucea excusas cuando el empresario se despierta de noche pensando en si debe o no pagar al extorsionador. Guarda su seguridad para cuando habla de "paz"

 

En nombre de la paz, el Gobierno está tejiendo una peligrosa pinza alrededor de todos aquellos que desconfían del terrorismo de ETA. Si ETA ha apostado por la paz, todos los que se le oponen se oponen a la paz. Así, la galaxia mediática progresista ordena cada mañana callar y tragar a todos aquellos que hoy sufren la violencia etarra; concejales y empresarios deben sacrificar sus propiedades y recibir amenazas y chantajes sin protestar para no perturbar el "ansia infinita" de paz de Zapatero

 

Nos encontramos ante una lógica perversa; quien denuncia que ETA sigue actuando a sangre y fuego se convierte automáticamente en enemigo de la paz. Cuando el PSOE y los medios afines afirman que Batasuna está saltando al campo de la paz, están diciendo que quienes se oponen a Otegi y ETA se colocan fuera de ella. Así, los enemigos de la paz no son los violentos, sino quienes se oponen a ellos. Quedan por ver las consecuencias de todo ello.

 



GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.

 

 

Libertad Digital, 2 de mayo de 2006

 

 

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