Pavor a la opinión de los navarros
Y es que, según Dávila, «Lo ha dicho, tras aceptar ya sin ambages, que el chantaje vil de sus amigos de ETA, con los que comparte chipirones y mantel desde hace cuatro años, está aceptado: que las dos mesas de negociación que exigen el asesino Ternera, el habitual contertulio de Eguiguren y Egea, se han instalado sin que nadie lo sepa, y que en una de ellas, en la de los partidos presuntamente democráticos, se discute sin pudor alguno, sin que a los enviados de Zapatero se les salte la color, sobre la anexión vasca de Navarra». Pero si esa mesa no se ha conformado aún...
Y dice más el nervioso columnista: «Ha dicho ZP que en la mesa que el Gobierno comparte con los criminales (Dios mío, da miedo y asco escribir estas cosas), no hay proyecto alguno sobre Navarra. La trampa está hecha; en esa mesa a lo mejor no, pero, ¿y en la de los partidos, en la que se asienta y sienta Batasuna, o sea ETA? ¿No es cierto que Navarra y el asunto que tanto le incomoda a este hombre, ya se ha debatido una y otra vez? El tomate pues está cortado». A ver si alguien se le acerca y le sopla a la oreja que no hay mesa de partidos aún, que el pobre está haciendo el ridículo.
Pero lo que teme Dávila, en realidad, es a los navarros. Sostiene que si el PSN gana las elecciones forales, «el acuerdo de Zapatero con los criminales de ETA viajará hasta Navarra y allí se votará». Ahí está el mal. Lean, lean: «El sólo hecho de la votación supondrá el reconocimiento explícito de la Euskal Herria por la que ha matado ETA y del que tampoco sabe un palabra Zapatero. Estamos en el peor de los escenarios, sin saber una sola palabra de Navarra, ya la ha vendido. Este es el panorama que se dibuja. La única solución es que la UPN gane en las urnas del próximo mayo». ¡Qué bueno!
Maite Soroa
Gara, 18 de julio de 2006
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