11-S. La misericordia de Dios es más fuerte que todo el mal del mundo
Los informativos de Popular Televisión han entrevistado este 11 de septiembre a José Luis de San Pío, un prestigioso abogado cuya vida cambió por completo el 11 de septiembre de 2001. Su hija se encontraba trabajando en el piso 92 de una de las torres del World Trade Center. Estaba embarazada de siete meses y le faltaban pocos días para tomarse una baja médica. También estaba allí su marido, John, americano, compañero de trabajo del que se enamoró.
José Luis acogió la noticia del fallecimiento de su hija con un profundo dolor. Se desplazó inmediatamente a Nueva York, pero nunca se localizó el cadáver de su hija y de su futuro nieto. Cinco años después asegura que, gracias a la fe y a la compañía de su familia, ha sido capaz de perdonar y de volver a vivir sin resentimiento y sin tirar la toalla.
“Tengo la suerte de poder perdonar o de tener fe no como un mérito mío, sino como algo que te viene dado por Dios”, afirma. Y es que José Luis es un hombre atravesado por la fe. Se trata de un abogado que ha dedicado cuerpo y alma al trabajo en uno bufets de abogados más prestigiosos de este país, pero que hace poco montó su propio despacho. En su mesa, un calendario de Cáritas, la encíclica “Deus caritas est” y las notas de las últimas palabras de Benedicto XVI en su viaje a Alemania.
Ha viajado muchas veces más a la ciudad de los rascacielos, pero no ha sido capaz de visitar la Zona Cero. Sin embargo, no mira con venganza a los supuestos asesinos de su hija y de casi 3.000 personas más. “Los terroristas son capaces de cometer un enorme suicidio, pero no creo que lo hagan porque amen más la muerte que nosotros la vida, como han asegurado algunos de estos islamistas, no lo creo; sólo por una esperanza equivocada ante lo que ellos creen y muchos de ellos sin razón alguna, sólo por fanatismo, sin saber lo que hacen”, decía ante las cámaras de Popular TV.
Este 11 de septiembre, su teléfono no paraba de sonar y asegura haber recibido mucha compañía y apoyo en estos cinco años. “No pensaba que hubiera tanta gente buena, con buen corazón, me gustaría corresponder a cada uno de los que desde España y fuera de España no paran de mostrarme gestos de solidaridad”.
Preguntado por el sentido de la muerte de los 3.000 fallecidos, José Luis habla directamente del sentido de la vida: “los muertos nos gritan que su muerte tenga un sentido, que no sea inútil, que no les olvidemos. Gritan que se combata el terrorismo pero no con violencia, con un sentido de venganza y de odio”. Y señala con mucha seguridad que “la misericordia de Dios es mucho más fuerte que todo el mal del mundo, y contra eso las fuerzas del mal no van a prevalecer”.
Aquel 11 de septiembre cambió su vida y, lejos de encerrarse en su justo dolor, José Luis abrió su vida al mundo y comenzó a dedicarla a los demás. Colabora gratuitamente en Cáritas Madrid y, cuando el terror sacudió Madrid el 11 de marzo de 2004, se fue a consolar en la parroquia de Santa Eugenia a las víctimas de los trenes. “Con el atentado tu vida inevitablemente cambia, pero no necesariamente a peor”, les explicaba a los familiares con la certeza que sólo da la fe.
Raquel Martínez
Páginas Digital, 12 de septiembre de 2006
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