Aznar recupera la "memoria histórica": España unida contra el Islam
"No oigo a ningún musulmán que pida perdón por conquistar España y estar allí ocho siglos". Y después se hizo el escándalo. El ex presidente del Gobierno español José María Aznar pronunció esas palabras fatídicas durante una conferencia en el "Instituto Hudson" de Washington, en Estados Unidos. Y a continuación la izquierda política, social y cultural –no hablemos de la historiográfica- se ha alzado en armas, secundada por la tímida, sonrojada y balbuceante comprensión de la derecha políticamente correcta. Porque ya se sabe que los complejos no son otra cosa que dar por verdaderas mentiras cuya falsedad uno conoce pero no se atreve a desvelar por miedo a las críticas de los demás.
No es sorprendente que la izquierda cultural, los que se llaman a sí mismos intelectuales y masivamente ocupan también las cátedras desde el franquismo (y gracias a él), se escandalicen por la expresión pública y política de lo que no dejan de ser verdades históricas objetivamente establecidas. Sí es más sorprendente que los supuestos independientes, técnicos y profesionales, que realmente saben que Aznar será discutible en sus conclusiones pero en este caso no lo es en sus premisas, callen, contemporicen y se vayan por los cerros de Úbeda. Para ellos, cuatro hechos y el reto de refutarlos.
Uno. España, como comunidad política libre, independiente y dotada de personalidad propia institucional, jurídica, demográfica, social, religiosa y cultural, existía en 711. Era el fruto de la síntesis hispano – romana en el reino visigodo de Toledo, similar a otros reinos romano – germánicos del Oeste de Europa en su tiempo.
Dos. Esa España goda, romana y católica, en la que no existían ni atisbos de los matices regionales actuales, fue invadida y conquistada en el contexto de una guerra civil por los ejércitos islámicos del Norte de África. Una rápida campaña facilitada por la división entre los godos facilitó la invasión, que fue sentida como tal por los invasores y los invadidos.
Tres. En la misma generación de la invasión surgió una resistencia armada, religiosa, cultural y política a la invasión. Esa resistencia fraguó en distintos núcleos del Norte de España que compartían un solo proyecto, desplegado a lo largo de ocho siglos: la recuperación de la libertad y la unidad perdidas.
Cuatro. A lo largo de esos ocho siglos quedaron ampliamente demostrados dos hechos que hoy pueden constatarse aunque no gusten en todas las opciones políticas. El primero, que lo español y lo musulmán son condiciones incompatibles; España nace en el contexto espiritual occidental y el Islam representa un Oriente siempre extranjero e invasor entre nosotros, aunque ocupase partes de nuestro territorio original y actual durante siglos y atrajese masas de inmigrantes y conversos. El segundo, que todas las regiones de España compartieron en su origen, como identidad común, la tarea de la lucha contra el Islam invasor.
Seguramente Aznar se equivoca si piensa que el Islam va a pedir perdón por una invasión de hace trece siglos. Del mismo modo, sería absurdo pedir a Benedicto XVI que se disculpe por decir lo que todo cristiano consciente ha pensado durante este tiempo: que los musulmanes pueden ser respetables y el mismo Islam también, pero que no es compatible con la civilización europea occidental y cristiana. Los que vean en el Islam un aliado en la destrucción de las sociedades europeas no se encontrarán al término del camino con las sociedades agnósticas y frígidas que sueña el zapaterismo, sino con sociedades teocéntricas en las que habrían desaparecido a la vez nuestra identidad y nuestra libertad.
Pascual Tamburri
El Semanal Digital, 24 de septiembre de 2004
0 comentarios