Primero la cultura y las obras, después la política, la propuesta de Vittadini
El creador de la Compañía de las Obras (más de 35.000 entidades asociadas en Italia) y de la Fundación para la Subsidiariedad responde a los católicos con vocación pública.
Tarde del sábado 18 de noviembre. El Aula Magna de la Universidad San Pablo CEU está a rebosar y muchos siguen la intervención de Vittadini en el Congreso Católicos y Vida Pública desde las pantallas instaladas en otras salas. El promotor de la Compañía de las Obras sabe que está hablando a un grupo de católicos con una clara vocación social y política, católicos que no están satisfechos con la respuesta que muchas veces ofrece el PP.
En el turno de preguntas uno de ellos le pide un consejo: ¿usted qué haría en un país como España? Este profesor de estadística es uno de los líderes laicos de Comunión y Liberación. Tiene a sus espaldas más de veinte años promoviendo iniciativas sociales de amplia base que han llegado a modificar artículos de la Constitución italiana. Fue uno de los promotores del Movimiento Popular en los años 80, impulsor de la Compañía de las Obras (realidad que agrupa a más de 35.000 empresas www.cdo.it), ahora preside la Fundación para la Subsidiariedad (www.sussidiarieta.net). Vittadini lo tiene claro: “los católicos españoles que quieran incidir en la vida pública lo pueden hacer acompañados de aquellos laicos que no comparten una antropología relativista, y deberían empezar por la cultura. Hay que librar una batalla para que el modo de entender la historia, la economía y la vida no esté determinado por las ideologías que absolutizan al Estado y al mercado. Es necesario abrirse un espacio en el terreno de la concepción de las cosas, de otro modo la entrada en política se limita al estrecho y limitado terreno de las cuestiones éticas. Sin batalla cultural, la entrada en política se queda sin margen: aunque gane tu partido luego no puedes cambiar nada”. Vittadini cree que las protestas contra la LOE son un buen principio. “Las manifestaciones a favor de la libertad de educación han sido un buen comienzo para una movilización social permanente que debe expresarse en obras, en un tejido de iniciativas sociales siempre activo”, asegura el presidente de la Fundación para la Subsidiariedad.
Minutos antes de responder a la pregunta sobre la presencia pública de los católicos, Vittadini había dado un buen ejemplo de en qué consistía esa batalla cultural. “Los católicos tenemos que partir de las exigencias y evidencias de verdad, justicia y belleza que definen el corazón del hombre. Es necesario partir de una antropología no relativista, como la que ha defendido el Papa en Ratisbona, una antropología que rescata el valor de la razón y su capacidad de juzgar. Ésa es la raíz de nuestra civilización y ninguna religión y ninguna filosofía pueden ir contra ello. Sólo si construimos a partir de la exigencia de significado que hay en todo hombre, crearemos un proyecto que no esté a merced del poder”.
Una vez precisado el punto de arranque, Vittadini explica cómo se podría buscar el bien común. “Una antropología basada en la exigencia de verdad permite afirmar, por ejemplo, que la violencia es mala, que la pobreza es mala y que la paz es buena. Sin tener en cuenta la exigencia de verdad la balcanización es inevitable. Por el contrario, si parto de esa exigencia puedo entender que existe una conexión entre la utilidad privada y el bien común. Es lo que ha explicado el Premio Nóbel de Economía Kenneth Arrow al referirse a los deseos socializantes”.
Vittadini retoma el pensamiento de Arrow cuando explica que en muchas ocasiones los individuos, para resolver sus necesidades, crean formas de sociabilidad estables. El hombre no está condenado a ser un lobo para el hombre, como dice Hobbes. Puede, y de hecho lo hace, unirse a otros para resolver sus necesidades. “Ésta ha sido la historia de Europa, así surgieron los hospitales, los colegios y las universidades cuando no existía ni un Estado consolidado ni un mercado. Tenemos que reinterpretar nuestra historia. Nuestra historia está plagada de iniciativas que han desarrollado el principio de subsidiariedad definido en la Quadragesimo Anno. Antes de que apareciera esa encíclica, Europa se había erigido sobre una red de obras sociales. Esto es lo que quería decir Juan Pablo II cuando pedía que Europa fuera ella misma recuperando sus raíces cristianas, no estaba haciendo una reivindicación espiritual”.
Vittadini explica que el capitalismo no es sólo Adam Smith. La subsidiariedad explica el pasado, pero también es una respuesta para el presente. Para responder a la crisis del Estado del Bienestar, explica el profesor de Estadística, no basta ni más Estado ni más mercado. “Es necesario el desarrollo de un amplio Tercer Sector, como el que existe en Estados Unidos y en todo el mundo anglosajón, donde muchos hospitales y muchas universidades son sostenidas por entidades sin ánimo de lucro. El Estado, por ejemplo, no va a poder hacerse cargo de una población cada vez más envejecida y de los enfermos crónicos. Tampoco se va a encargar de ellos el mercado porque no son rentables. Ha ido surgiendo un Estado del Bienestar mixto en el que las entidades sin ánimo de lucro tienen un papel decisivo”.
Según Vittadini, esas entidades sin ánimo de lucro, creadas por la iniciativa social para responder a deseos socializantes, necesitan una subsidiariedad efectiva, necesitan de la subsidiariedad fiscal. Los usuarios de los servicios públicos prestados por las entidades sin ánimo de lucro, como es el caso de los colegios concertados en España, no deben pagar dos veces. Deben tener el derecho a elegir y para eso es necesario que el Estado pague la sanidad, la educación concertada como paga la de titularidad pública. Propuestas nada abstractas de un hombre que tiene bien metidas las manos en el barro.
F.H.
Páginas Digital, 20 de noviembrede 2006
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