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MANIFIESTO LAICISTA DEL PSOE. El laicismo como antítesis de la libertad

MANIFIESTO LAICISTA DEL PSOE. El laicismo como antítesis de la libertad

Por más que el ministro López Aguilar proclame que éste no es un Gobierno de "comecuras", o que los buenos oficios de la vicepresidenta Fernández de la Vega engrasen el diálogo con la Iglesia cuando todo parece empantanado, el código genético anticristiano del actual PSOE sale a relucir cuando menos te lo esperas.

 

Muchos observadores venían diciendo que el sarampión anticlerical era cosa de la primera parte de la legislatura, y que ahora tocaba centrismo y entendimiento, con el fin de llegar a las elecciones en un clima de cierta serenidad con el mundo católico. El apunte parecía sensato, pero la realidad de este PSOE se empeña en frustrar el empeño de los optimistas.

 

La ocasión de exhibir un nuevo ataque de laicismo se la ha brindado paradójicamente el XXVIII aniversario de la Constitución del 78, la misma que sirvió, entre otras cosas, para cerrar la llamada "cuestión religiosa", consagrando la aconfesionalidad del Estado y el principio de colaboración de las instituciones públicas con las confesiones religiosas, especialmente con la Iglesia católica. No es ningún secreto que al PSOE le incomoda desde hace algún tiempo la formulación de estos principios en nuestra Carta Magna, y sus portavoces no se recatan a la hora de explicar que aquello fue una anomalía fruto de la dificultad de aquel momento histórico. Vamos, que ellos pagaron una especie de peaje para evitar problemas, pero que ya es hora de deshacer el entuerto.

Lo curioso es que esta vez han optado por una especie de lectura creativa del texto del 78, naturalmente a la luz de la Constitución republicana del 31 que cercenó gravemente la libertad religiosa y que fue una de las semillas de nuestro enfrentamiento civil. Pero al PSOE le gusta mirarse en ese espejo, a la vista está, y nos presenta ahora aquella malhadada Constitución como la fuente original de la que mana nuestro ordenamiento actual. En primer lugar, eso es un disparate histórico, pero además el hecho de que busquen allí su inspiración actual causa verdadera desazón. Porque una cosa es que a Álvaro Cuesta y sus muchachos les salga periódicamente el acné laicista, y otra es que el PSOE asuma como propio, para festejar la Constitución de todos los españoles, un manifiesto que la falsifica brutalmente, que rompe un consenso básico de la Transición y que nos ofrece lindezas tales como que hay que estar prevenido frente a los fundamentalismos monoteístas, o que gracias al laicismo se ha podido combatir el maltrato contra la mujer.

 

Pero hay que ver las cosas con serenidad y en perspectiva. Quizás ésta sea la respuesta del PSOE a la reciente Instrucción Pastoral de la Conferencia Episcopal sobre "Orientaciones morales ante la situación actual de España". Su defensa del tejido moral que hizo posible la Transición y su argumentación sobre la libertad religiosa, así como su denuncia del programa laicista y de la memoria histórica selectiva que ha puesto en marcha el Gobierno, han debido levantar ampollas. Al partido de Zapatero no le gusta que desde la sociedad civil surjan voces que pongan al descubierto su pretensión de ejecutar desde el poder una verdadera "mutación cultural" que rompa definitivamente amarras con la matriz cristiana de la sociedad española. El enojo del diario El País es un buen termómetro al respecto, y quizás anuncia una batería de agresiones contra la Iglesia justo cuando se esperaba un periodo de mayor bonanza.

 

Por eso el debate sobre la Educación para la Ciudadanía no es una anotación al margen, sino que está en el centro de este nuevo episodio. De hecho Álvaro Cuesta ha reconocido que el manifiesto se ha hecho para defender esa asignatura, cuya pretensión no es enseñar los valores constitucionales (como arteramente ha dicho) sino modelar un nuevo esqueleto alternativo de valores, al margen de la voluntad y la libertad de los padres, es decir, de esta sociedad a la que pretenden modificar desde el poder. El PSOE sabe que hoy por hoy, el único obstáculo consistente y de fondo a su proyecto cultural es la Iglesia Católica, y por eso está en su punto de mira, más allá de las buenas intenciones de algunos de sus miembros o de las estrategias coyunturales de cada momento.

 

En este contexto, el proceso judicial que ha puesto en marcha un sacerdote de Granada contra su arzobispo, Monseñor Martínez, puede convertirse en una pieza de artillería en manos del complejo PRISA-PSOE. La grotesca actuación de este sacerdote, que al perder la confianza de su obispo, no sólo le desobedece clamorosamente sino que se marcha al juzgado, ha sido capitalizada desde un principio por los medios de Prisa (acompañados curiosamente por las terminales andaluzas de Vocento) para "empujar" al poder judicial a dar una lección a la Iglesia. Desde luego, no hay sustancia jurídica en esta querella interpuesta por un cura levantisco y con vocación de estrella mediática, pero hay materia para alimentar algún que otro culebrón, y también para intentar mermar, una vez más, la libertad de la Iglesia. Es una jugada que no nos debemos perder.

 

José Luis Restán

Libertad Digital, suplemento Iglesia, 7 de diciembre de 2006

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