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Ya se sabe: los actores tienen bula

Ya se sabe: los actores tienen bula

Desde el comienzo hemos dicho, me parece que bastantes, que resultaba imposible comprender las razones por las que el Partido Popular no había acudido a la manifestación convocada por asociaciones de ecuatorianos y por los sindicatos el pasado sábado en Madrid. Y el desarrollo del debate parlamentario de este lunes tampoco contribuyó, esa es la verdad, a aclarar gran cosa a la ciudadanía sobre el particular. Pero una cosa es una cosa y las "pasadas" de algunos famosos son otra. Una cosa es que el diálogo en el seno de nuestra clase política resulte descorazonador, y como tal lo critiquemos, y otra el linchamiento de algunos hombres públicos y el olvido de las formas y de unas reglas de conducta que no pueden violarse.

 

Esto va, claro, por los actores. Fui el primero en apoyar la manifestación del sábado pasado, pero respetando las razones -que muchos ya hemos calificado de inconcretas o más bien ininteligibles- de quien no quería acudir. Parece lo razonable y lo democrático. Hay quienes no lo interpretan así, al parecer. Primero fue el actor argentino Federico Luppi, quien participó en la manifestación antiterrorista de Madrid. Luppi había pedido "un cordón sanitario para aislar al PP" y tildó a la derecha que representa el principal partido de la oposición (y a diez millones de votantes) de "casi gótica" y "cerril", además de afirmar que su actitud pone en peligro el "propio concepto de la vida", y que para la derecha "lo que ocurre no ocurre, y lo que no ocurre se lo inventan".

 

Ayer fue el también actor, pero estadounidense, Tim Robbins, quien se encontraba en Madrid para presentar el film "Atrapa el fuego" y apoyar el I Festival Internacional de Cine Solidario de la ciudad, el que dijo sentirse "utilizado" por haber sido invitado a posar junto al alcalde de la capital, Alberto Ruiz Gallardón, en la sesión de fotos previa. "Mi intención era apoyar el festival, no salir en fotos con políticos de derecha. Siento que me han utilizado", esgrimió el famoso actor norteamericano ante un grupo de periodistas poco después de la rueda de prensa de su película, que abría anoche la primera edición del FICS.

 

El alcalde de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón, presentó ante los medios la primera edición de este festival y compareció, posteriormente, en la sesión de fotos que, en principio, tenía previsto realizar en solitario el actor estadounidense. "Es curioso que un alcalde pueda hacer el esfuerzo de venir a hacerse una foto con un actor pero no lo haga para unirse a la ciudadanía en una manifestación", apostilló, en referencia a la ausencia de Gallardón en la marcha en contra de ETA. Antes, estuvo a punto de no dar la mano al regidor madrileño, en un acto de manifiesta hostilidad.

 

"Resulta sospechoso que el representante de la ciudadanía sea incapaz de escuchar la voz de esa ciudadanía a favor de la paz", insistía Robbins, que se ha confesado "sorprendido y entusiasmado por la manera en que la gente reacciona ante la violencia en España. Mi corazón estará siempre con las víctimas".

 

Los primeros ataques al PP, los de Luppi, fueron arropados por otros actores de la valía de José Sacristán, Cayetana Guillén, Juan Diego, Pilar Bardem, etc... presentes la mayoría de ellos en la movilización madrileña.

 

Por supuesto que todos ellos, españoles o no, tienen derecho a opinar lo que quieran sobre el asunto que les parezca pertinente; faltaría más, y no seremos nosotros, desde luego, quienes pidamos que se coarte a nadie en su libertad de expresión. Es un bien, un derecho y hasta un deber que todos deberíamos defender hasta con la vida. Pero, por lo mismo, parece que también tenemos derecho a criticar la demasía en los ataques políticos y la grosería en el trato protocolario que ha sufrido un político que está donde está, nos guste o no nos guste, porque allí le han llevado casi novecientos mil votos de ciudadanos madrileños que fueron a las urnas libremente. A menos, claro, que determinados actores ensoberbecidos piensen que pueden ser más que nadie y hacer y decir cosas que a cualquier periodista e incluso a cualquier político mitinero les costaría la reprobación pública. El talento de Tim Robbins y de Federico Luppi -y sus palmeros- merecería algo menos de sal gorda y algo más de ingenio en la dialéctica política.

 

Fernando Jáuregui

Diario Siglo XXI, 16 de enero de 2007

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