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Las diputadas no quieren legalizar la prostitución, pero tampoco dignificar el sexo

Las diputadas no quieren legalizar la prostitución, pero tampoco dignificar el sexo Otro paripé sobre la prostitución. Como el Nuevo Orden Mundial (NOM), concretado en Naciones Unidas, ha decidido que la prostitución no debe ser legalizada en el mundo, el PSOE de Zapatero, siempre obediente a las consignas del NOM, ha dado un giro copernicano a la cuestión y la diputadas del PSOE y del PP han decidido renunciar ala legalización peor solicitar al Gobierno un plan contra la Explotación sexual, que vaya usted a saber en qué consiste.

La idea madre de las señoras diputadas, todas ellas inoculadas por le lamentable virus del feminismo –ya saben: el feminismo comienza en cretinismo y acaba en lesbianismo- concluyen que toda prostitución es forzada.

Lo malo del pensamiento piramidal es que parte de una falsedad, y sobre ella construye argumentos totalmente lógicos… hasta terminar en una majadería sublime, precisamente por ser coherente con la mentira inicial. Es como aquel silogismo del antiguo Bachillerato:

 

Los cuadrúpedos son racionales.

Las aves son cuadrúpedos.

Luego las aves son racionales.

 

No, no todas las prostitutas lo son a la fuerza. Algunas lo son voluntariamente porque, aunque a la inmensa mayoría de las mujeres les resulta repugnante este modo de ganarse la vida, a una minoría no. Lo que ocurre es que el feminismo es políticamente correcto, y lo políticamente correcto es ho es mentir en este punto, según el mandamiento de que “nada de lo que hace la mujer puede ser malo”.

 

Naturalmente, con esta mentira y con esta resolución, las feministas del PSOE y del PP, pretenden obviar la verdad de fondo, el origen del aumento de la prostitución, que no es otro que la inmoralidad sexual., el ambiente de pornografía generalizada y una sociedad mediática que huele a burdel.

 

Es lo mismo que ocurre con la homosexualidad, que, en efecto, va en aumento. Y no porque se hayan reconocido derecho alguno, sino por otra cuestión: lo malo no es lo gay sino el orgullo gay. Si al chaval que en su adolescencia muestras “tendencias gay”, se le advirtiera del infierno en le que se mete, si la sociedad no lo contemplar este es orden natural como una opción sexual, entonces mucos no caerían en las redes.

 

Respecto ala prostitución: si la progresía, de izquierdas y de derechas, no aplaudiera el libertinaje sexual si, en resumen, no hubiera separado el sexo del amor, es decir, de la entrega y la apertura a la nueva vida. Quizás se haga necesario recordar que cuando hombre y mujer conviene sexualmente, lo “natural” es que nazca un niño (de nada: divertir instruyendo, es nuestro lema). Ahora bien, si lo que estamos es dominados por una sexualidad icónica, deshumanizada, pornográfica, si sentimos horror hacia la paternidad, si lo que estamos predicando a los jóvenes es sexo sin concepción y concepción sin sexo, si, en resumen, no existe barrera moral alguna a acostarse con quien te pete, ¿qué razón hay para no legalizar la prostitución? ¿Acaso no es un servicio más por el que se ofrece un precio justo? ¿Acaso se obliga a alguien a recurrir a tan profesional servicio?

 

Con las razones expuestas por nuestras señoras diputadas del a Comisión Mixta, la razón corresponde al ilustre ultraderechista José Luis Roberto Navarro, el abanderado de la legislación del lenocinio e icono, como dicen los marketinianos, de la patronal española de la prostitución, Anela. Él pide la legalización para dar cobertura salarial y fiscal a las profesionales, que conste.

 

Contemplar a las feministas hablar de tramas organizadas para explotar a la mujer (que las hay, por supuesto) sin ir al fondo de la cuestión, que no es otra que la inmoralidad sexual reinante –eso ni se menciona- tiene su lado jocoso. Porque todo el secreto de la modernidad consiste en separar la moral de la política, la economía, la cultura y la sociedad. Y no es que esta opción sea buena o mala: es que es imposible.

 

¿Cómo se termina con la prostitución? Dignificando el sexo. Peor para ello hay que realizar lo que ninguna de nuestras diputadas, tanto de izquierdas como de derechas, se atreve hacer un juicio moral. Toda la civilización se vino abajo el día en que la persona renunció a hacer juicios morales, quizás porque tendría que empezar por enjuiciarse a sí mismo.

 

Eulogio López

Hispanidad.com, 18 de abril de 2008

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