«La acusación de homofobia a la Iglesia es ideológica y calumniosa»
ROMA, martes, 22 mayo 2007 (ZENIT.org).- Durante el discurso inaugural en Roma, el 21 de mayo, de la 57 Asamblea General de los Obispos italianos, monseñor Angelo Bagnasco presidente de los obispos italianos y arzobispo de Génova, rechazó netamente las acusaciones de homofobia contra la Iglesia Católica.
«Es lamentable constatar que se levantan a veces acusaciones de homofobia contra la Iglesia y sus exponentes --dijo el presidente de la Conferencia Episcopal italiana (CEI)--. Digamos serenamente que la crítica es simplemente ideológica y calumniosa, y contrasta con el espíritu y la práctica de total y cordial acogida a todas las personas».
A propósito de un clima cultural hostil a la Iglesia católica, monseñor Bagnasco recordó que el secretario vaticano de las Relaciones con los Estados, el arzobispo Dominique Mamberti, recientemente criticaba «esa intolerancia prevaricadora que ha inducido al Parlamento Europeo a presentar hasta hoy 30 reclamaciones de censura contra la Iglesia católica».
Sobre las críticas y las ofensas lanzadas contra el Santo Padre por este motivo, el presidente de la CEI dijo: «Deseo expresar al Papa Benedicto XVI la más sentida y partícipe cercanía de la Conferencia Episcopal Italiana por las sorprendentes manifestaciones --tan superficiales como inoportunas-- con las que se ha intentado por algunos criticar su alto magisterio».
Respecto a los amenazadores escritos sobre las paredes de Italia y las cartas amenazadoras recibidas, el arzobispo de Génova afirmó: «dirijo además al Santo Padre, con sentimientos filiales, un especial agradecimiento por sus afectuosas expresiones de cercanía y de ánimo tras los conocidos episodios de sucesos que me han implicado directamente».
El arzobispo es en este momento tiene que moverse bajo la protección de la policía a causa de las amenazas recibidas.
«Estas amenazas, por otra parte, afirmó están construidas sobre interpretaciones distorsionadas y sobre atribuciones de pensamientos nunca pensados, y que ni siquiera los inmediatos desmentidos y precisiones han servido a aclarar», añadió.
Monseñor Bagnasco explicó que respecto al país y al pueblo italiano «los obispos renuevan el gesto sencillo y verdadero de la amistad. No hablamos desde lo alto, ni queremos hacer para nada de amos. Nos apremia Cristo y su Evangelio, nada más. Lo anunciamos como medida plena del humanismo, no para subrayar debilidades o marcar derrotas, sino por una obediencia que es exigente antes que nada hacia nosotros, y que es promoción de auténtica libertad para todos».
«Cuando apelamos a las conciencias --añadió el presidente de la CEI--, no es para ser intrusos, sino para recordar aquellos contenidos sustanciales sin los cuales cesa la protección última de toda persona, sobre todo los menos afortunados».
«La distinción ‘entre lo que es de César y lo que es de Dios’, como estructura fundamental no sólo del cristianismo sino también de las modernas democracias, nos encuentra decididamente persuadidos de que debemos juntos, cada uno en lo que le compete, buscar el progreso de nuestras comunidades, despertando también aquellas fuerzas espirituales y morales sin las cuales un pueblo no puede resurgir», añadió.
«Nuestra palabra no tiene nunca dobleces --subrayó el prelado--. Con transparencia, estamos al servicio de la alegría. En nuestro horizonte no hay un pueblo triste, vaciado por el nihilismo y tentado por la decadencia».
«Hay un pueblo vivo, capaz de renovarse gracias a los propios recursos y a la propia inevitable disciplina, capaz de no traicionar a sus jóvenes, capaz de palabras creíbles en el consenso internacional», subrayó.
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