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E-Cristians: "la Iglesia siempre resulta incómoda para quien manda"

E-Cristians: "la Iglesia siempre resulta incómoda para quien manda"

Los obispos tienen derecho a expresarse -como en toda Europa- sin reacciones anticatólicas de un gobierno en "rebajas" electorales.

 

 

Declaración de E-Cristians (www.e-cristians.net) ante la reacción del Gobierno y el PSOE atacando la libertad de expresión de la Iglesia

 

 

 

1.           España es un estado de derecho. Este es el marco de referencia para formular los juicios que atañen a la cosa pública. En este contexto todas las instituciones de la sociedad civil y por tanto la Iglesia tienen todo el derecho a formular críticas al gobierno y a sus instituciones, sin otro límite que el que pueda tener la libertad de expresión.

 

2.           Reprimir el libre ejercicio de este derecho como hace el gobierno con la declaración de la Conferencia Episcopal Española, es un riesgo para el estado de derecho porque constituye una deriva, una tentación totalitaria.

 

3.           La Iglesia Católica es objetivamente una de las instituciones más importantes de la sociedad civil. Por esta razón, además del derecho que le asiste, su voz debería ser escuchada con respeto y objetividad en una sociedad democrática bien equilibrada.

 

4.           Quienes hablan por boca de la Iglesia son los obispos en sus diócesis en comunión con el Papa, y de manera colectiva las Conferencias Episcopales. Pretender alterar este principio a base de afirmar que los obispos no representan a sus feligreses, como hace el PSOE y el gobierno, es una injerencia improcedente. Sin respeto a los representantes de las instituciones de la sociedad civil, la práctica democrática se vuelve imposible, porque entonces es el poder quien los designa y no cada institución. Esta es otra tentación totalitaria.

 

5.           Los obispos no solo tienen derecho a opinar como parte de la sociedad civil, sino el deber de orientar a los católicos ante cualquier hecho importante. Las elecciones lo son. De ahí que sea una práctica habitual en Europa, incluida la muy laicista Francia, Estados Unidos, y en general todos los estados democráticos. De hecho el que puedan hacerlo sin especiales amenazas es un indicador de la madurez democrática de quien gobierna.

 

6.           Lo que establecen los obispos son principios morales, que luego los laicos deben interpretar y aplicar en último término según su conciencia. No son propuestas programáticas de partido.

 

7.           No coincidir con las tesis del gobierno, no significa estar alineado con la oposición. Porque de ser así la Conferencia Episcopal Española habría sido pro-PSOE cuando la Iglesia estaba en contra de la guerra de Irak, o pro-Batasuna cuando no quiso firmar el Pacto Antiterrorista, ambos conflictos con el PP en el poder. La Iglesia siempre resulta incómoda para quien manda y su voz se convierte en intolerable cuando quien gobierna tiene la pretensión del monopolio de la verdad política, la pretensión totalitaria.

 

8.           El documento, un texto formulado en términos muy respetuosos, tenía muchos más puntos de interés que la frase dedicada al terrorismo, que han sido ignorados. Recomendamos su lectura directa y completa.

 

9.           Afirmar, como hace el texto de la Conferencia Episcopal Española, que no se puede otorgar la interlocución política a quien utilice el terrorismo es un principio moral básico para la salud de un régimen democrático, puesto que de lo contrario, se admitiría el uso de la violencia como un medio político. Confundir deliberadamente –como hace el gobierno- el concepto de negociación política con el diálogo, es demagógico y niega el argumento utilizado hasta el aburrimiento por el propio Rodríguez Zapatero en el Congreso. El Ministro de Justicia, Fernández Bermejo, insistía en ello en unas recientes declaraciones en El Mundo, para justificar que después del atentado de la T-4, se mantuviera el diálogo con ETA.

 

10.       La brutal reacción del gobierno y del PSOE, descalificando a los pastores de la Iglesia y amenazando con romper los acuerdos con la Santa Sede, solo puede obedecer, por su exceso, a dos razones. Una es un profundo sentido anticatólico; otra la voluntad de instrumentalizar a la Iglesia para excitar una pasión malsana en parte de su electorado, dado que su campaña electoral ha degradado el proyecto político hasta convertirlo en una oferta de rebajas de supermercado. En ambos casos este comportamiento define un sujeto político incapaz de gobernar, bien por su tentación totalitaria, bien por su irresponsabilidad política.

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