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El PP añadirá otra "provincia" vasca y acabará con el ghetto etarra

El PP añadirá otra "provincia" vasca y acabará con el ghetto etarra

¿Voto libre y secreto? Durante décadas los abertzales, ayudados por ETA y su mundo, lo han impedido. El PSOE callaba. ¿Qué pasa si los perseguidos, exiliados y víctimas vuelven a votar?  

Dice Ramón Jáuregui, que del PSOE y del País Vasco sabe mucho y algo menos de Navarra, que estamos ahora disfrutando "una realidad sin violencia". No soy yo tan optimista, viendo criminales juzgados por asesinatos hasta ahora impunes, otros detenidos en Andoain, exhibiciones radicales de apoyo a la banda, cientos de muertes y miles de delitos aún sin investigar y un claro proyecto de control social totalitario (sustituyendo por conveniencia y por ahora las armas por las urnas). Pero en fin, admitamos que don Ramón tenga razón, que no la tenga su antes amiga Rosa Díez y que eso que los etarras y los ilusos llaman "tregua" pueda traer de verdad un tiempo nuevo a estas tierras y a toda España.

 

Para que realmente el tiempo sea nuevo hay que dejar que hablen los que no han podido hacerlo por la violencia. La violencia de ETA y de sus secciones locales, que no sólo mataba, mutilaba, secuestraba y extorsionaba, sino que además reprimía, perseguía, acosaba, extorsionaba, insultaba, zahería y mentía, ha cambiado en unas décadas muchas cosas en muchos de nuestros pueblos y ciudades. Sin ETA muchas cosas eran diferentes, y fingir que aquí no ha pasado nada sólo con que los asesinos nos regalen una pausa en su quehacer sería una gran estafa.

 

¿Queremos presumir sin sonrojarnos de "una realidad sin violencia"? Hay un camino. Aparte de asegurarnos del fin completo, real e inconmovible de ETA, de la destrucción de la banda terrorista marxista, hay que certificar que en lo posible se corrigen todas las consecuencias, también políticas, de lo que ETA ha hecho. Por supuesto que no podemos devolver la vida a los muertos. Pero sí podemos devolver la libertad a quienes la han ido perdiendo, de un modo u otro.

 

Por de pronto, señor Jáuregui, usted que es guipuzcoano sabe muy bien hasta qué punto es difícil no ser nacionalista en muchos lugares del País Vasco y en algunos de Navarra, aún hoy. Durante décadas, los patriotas españoles, los sencillamente españoles y también los indiferentes han sido objeto de esa violencia, y no han sido libres de expresar su identidad. No sólo porque los asesinasen, sino también porque su vida era, y es, más difícil. Es muy difícil recuperar esa libertad perdida, y es imposible hacerlo de golpe incluso aunque se adopten medidas valientes y profundas. Eso sí, hay que empezar ahora para que algún día pueda hablarse, de verdad, de "una realidad sin violencia". Que sigue sin existir.

 

Que hablen los que tuvieron que callar, y que callen los que amenazaron

 

Pero lo que sí es más sencillo de hacer es fomentar que vuelvan los que tuvieron que irse por esa violencia, esa persecución, esa falta de libertad. Desde el Gobierno nacional y desde los regionales cabe hacer mucho para que se garantice a los exiliados vascos y navarros un regreso en absoluta libertad. Y eso sí se puede hacer rápidamente, y se tendrá que hacer si de verdad alguien quiere hablar de "paz" sin que se le caiga la cara de vergüenza. Hay muchas medidas administrativas y de todo tipo para estimular esa vuelta, y ante todo habrá que garantizar la represión implacable de todo lo que prolongue las secuelas de la violencia física y moral abertzale.

 

Y lo primero es que voten los refugiados, los huidos, los desterrados. Su marcha fue una ayuda política para todos los nacionalistas y más aún para los batasunos; el primer paso para que vuelvan es anular esa consecuencia política del terrorismo: que puedan volver a votar en su lugar de origen los que como consecuencia directa o indirecta del nacionalismo violento se marcharon de allí. Y sus descendientes, como es lógico.

 

Hay que reconocer el acierto de Carlos Salvador, o mejor dicho la oportunidad con la que Unión del Pueblo Navarro ha presentado una proposición no de ley en el Congreso de los Diputados solicitando que se reconozca y devuelva el derecho al voto a todos los navarros y vascos que han tenido que abandonar su tierra. Poco después, en el Congreso del PP de Sevilla vascos y navarros propusieron lo mismo, que fue aprobado como política del Partido.

 

Técnicamente, esto supone una reforma de la legislación nacional (la Ley Orgánica del Régimen Electoral General) y de la autonómica vasca y navarra, y quizás pasos más complicados. Dice ABC que Mariano Rajoy ya ha tratado la cuestión con Antonio Basagoiti, y que la Abogacía del Estado está ya estudiando todos los matices jurídicos de la cuestión. Es indudable que muchas personas han dejado de vivir en las tres provincias y en Navarra a causa de la situación pretotalitaria que se vivía. Ahora queda definir los términos en que esas personas, sin volver físicamente –cosa que en muchos casos es aún imposible, no seamos hipócritas-, podrán recuperar su libertad política perdida y podrán ejercer sus derechos políticos allí donde los perdieron. No es sencillo delimitar quién y cómo fue o se sintió amenazado, aunque quizá convenga que sean ellos mismos y las víctimas quienes lo definan, ya que un político profesional, un aspirante a tal o un burócrata pueden ser demasiado distantes para lo que el caso requiere.

 

Nadie lo sabe con certeza, pero en conjunto podría tratarse de 250.000 con derecho a voto en el País Vasco, o incluso más. Es una "cuarta provincia" que, si se añade antes de las elecciones regionales de 2013, puede cambiar algunos equilibrios y frustrar algunas esperanzas. Por supuesto, los que se fueron y sus hijos serán libres de ejercer su derecho o no, y podrán votar al partido que quieran, también a Amaiur o como se llame, aunque no sea lo más probable. Esa nueva provincia no es más que la concreción –la primera- de ese fin de la violencia.

 

Si ese paso no se diese, no podríamos hablar de democracia. Incluso si se da, quedarán muchas cosas por hacer, como cada día obliga a recordar la antes socialista Rosa Díez, "ven y cuéntalo". Y esa situación no es en absoluto comparable a la de los criminales exiliados, del mismo modo que las víctimas de ETA nada tienen que ver con los presos de ETA, ni cabe comparar su sufrimiento. En esta historia hay buenos y malos, hay criminales y víctimas, y debe haber vencedores y vencidos. A un lado España, al otro sus enemigos. Quien se niegue a este paso ya sabe dónde se coloca: del lado del mal, del crimen y de su derrota.

Pascual Tamburri, “Ruta norte”, 23/02/12

http://www.elsemanaldigital.com/blog.asp?idarticulo=119927&cod_aut=

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