División entre las asociaciones de víctimas en pleno final de ETA
El inminente relevo de Maite Pagazaurtundua por Mari Mar Blanco al frente de la Fundación Víctimas del Terrorismo es un síntoma más del cambio de tercio que se avecina para las asociaciones y colectivos de víctimas en el nuevo panorama que se percibe tras el final de ETA y ante las próximas elecciones vascas, en las que, previsiblemente, el nacionalismo volverá a ser hegemónico en las urnas. A falta de la fecha definitiva de ese adiós de Pagaza, lo cierto es que sus amigos y allegados ya le han organizado un homenaje en forma de despedida con una cena, en San Sebastián, que tendrá lugar el día de la jornada de reflexión. “Se va porque no quiere ver lo que puede pasar después de esas elecciones”, comenta uno de los amigos de Pagaza invitado a esa despedida. Una frase que recuerda a la que, en su día, pronunció también su madre, Pilar Ruiz, contra Patxi López: “Haréis cosas que nos helarán la sangre”.
Aunque el cambio podría encerrar motivos personales, otros lo sitúan en la plena normalidad de un relevo en un cargo que en su día el Gobierno del PSOE dio a Pagaza y ahora, uno del PP, ofrece a una de sus víctimas más representativas. Sea como fuere, llega en un momento en el que las asociaciones de víctimas buscan su razón de ser en un escenario desconocido hasta ahora y al que llegan, precisamente, con alguna que otra fractura interna.
“Yo, desde luego, como presidenta de la AVT, no me gustaría que ganase Bildu, porque Bildu es ETA, ni que lo hiciera el PNV, que siempre les ha apoyado”, reconoce, taxativamente, Ángeles Pedraza, presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo. “Lo que tengo claro es que no voy a aceptar ninguna cesión. No quiero un final de ETA, sino una derrota de ETA total y sin contrapartidas. A ningún gobierno le deben preocupar los presos de ETA, porque eso es algo que les debe preocupar a los propios presos y a sus familias. Y si no, que no hubieran matado a nadie”.
Las voces más representativas de ese colectivo caminan, sin embargo, por separado y, como analiza una de las víctimas, “dividiendo esfuerzos sociales y económicos”. La principal escisión se ha fraguado en torno al expresidente de la AVT, Francisco José Alcaraz, que, sin protagonismo en esa asociación, ha optado por catapultar Voces contra el Terrorismo (VCT), una plataforma cívica que, como aseguran sus críticos, no se puede comparar con una asociación de víctimas.
“Voces contra el Terrorismo tiene que ver con el personalismo del propio Alcaraz”, explica otra víctima involucrada en el pasado en otra fundación de víctimas. “A Alcaraz le prometieron un cargo en el hipotético Gobierno de Rajoy que hubiera salido de las elecciones en 2008. Dejó su cargo al frente de la AVT y dejó al frente a alguien que él pensaba que sería manejable. Pero la operación le salió mal”, explica. “Eso le dejo a Alcaraz fuera de todo protagonismo y le llevó a crear Voces contra el Terrorismo, que reúne a personas que no son víctimas, como por ejemplo, a Jaime Mayor Oreja. Es una asociación que actúa bajo la influencia de un grupo de personas dentro del PP que son contrarias a Rajoy en materia antiterrorista”.
Otra víctima relevante, que pide no ser identificada, incide en lo mismo. “Voces contra el Terrorismo no es un asociación de víctimas, es una plataforma cívica que ni siquiera está dada de alta en el registro de las asociaciones de víctimas. La gente debe saberlo para que no engañar a nadie. En Voces hay víctimas, pero la mayoría son ciudadanos interesados en esos temas”, explica. VCT, de hecho, acaba de promover, recientemente, una nueva plataforma femenina, Mujeres por la Justicia, “dirigida también por la exmujer de Alcaraz”, apuntan.
Batalla soterrada por el control
La fractura interna de las víctimas se visualizó en las últimas elecciones de la AVT, en las que Ángeles Pedraza volvió a ser reelegida presidenta tras ganar a otra candidatura alternativa encabezada, entre otros, por la madre de Irene Villa, María Jesús González y ligada también a la sombra de Alcaraz.
“La gestión de Pedraza al frente de la AVT ha ido derivando hacia una pugna permanente con Alcaraz”, señala otra víctima. “Hay una pugna importante por el control de las víctimas y esto se ve, por ejemplo, en que se convocan manifestaciones a las que no acude nadie porque no hay motivos realmente serios. Todo eso da lugar a un ambiente enrarecido en el que la propia Pedraza toma decisiones en contra del Gobierno, pero con una presentación pública bastante estridente y que tiene que ver con esa pugna por el control de las víctimas”.
En ese contexto, la llegada de Mari Mar Blanco a la Fundación de Víctimas y su alineamiento con las tesis del Gobierno de Mariano Rajoy y, en principio, en sintonía con Pedraza, dejaría, otra vez, fuera de juego al otrora líder de la AVT, que aglutina en su entorno al sector más crítico con la política antiterrorista del Ejecutivo del PP.
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