La tarea más complicada para lidiar con la tregua le toca a Rajoy
Por Antonio Martín Beaumont
(de www.elsemanaldigital.com, 23 de marzo de 2006)
La idea de que mientras rija el "alto el fuego" no va a haber asesinatos ha alegrado al pueblo español, y eso dificulta la misión del PP de recordar que no puede haber cesiones a la banda.
23 de marzo de 2006. La tregua de ETA, "alto el fuego permanente" en los términos de la banda terrorista, ha creado esperanzas en el conjunto de la sociedad española. Es natural y bueno que sea así: a nadie le agrada ser extorsionado, amenazado y humillado, y nadie mentalmente sano desea ver sangre en las calles. Todo lo que nos aleje de ese escenario, que ha sido el de los últimos cuarenta años por culpa de ETA, es buena noticia. No hay duda.
Otra cosa es que para llegar al final de ETA no puede pagarse, por muchas razones políticas y morales, ningún precio. Ya que, entre otras cosas, ETA tiene una larga historia detrás de treguas rotas y de promesas incumplidas, además de que sería difícil explicar que cuatro décadas y casi mil muertos después se cede ante su chantaje. Para ese viaje no necesitábamos alforjas, diría un castizo: acabar con ETA cediendo ante los terroristas es algo que cualquier Gobierno anterior podía haber hecho y ninguno hizo.
Pero el problema para el partido de la oposición -sólo hay uno, a día de hoy, y es el PP- es cómo conjugar la necesaria cautela, derivada de una experiencia que sólo él atesora, al parecer, con la explosión de alegría y esperanza que la noticia ha causado en el pueblo español. Como con la "tregua trampa" de 1998 y 1999, el PP tiene ante sí una etapa muy difícil de contención. Y esta vez, además, en la oposición.
Mariano Rajoy, naturalmente, acudirá la semana que viene a la cita con José Luis Rodríguez Zapatero en La Moncloa, aunque ya asume que el Gobierno no va a convocar –aún- el Pacto Antiterrorista. Y en este caso, como en otros, el líder de la oposición tiene que conservar la sangre fría, pensar en términos políticos, analizar el sentimiento de ilusión que el anuncio etarra despierta en la gente y dar con la fórmula mejor para mantenerse firme para evitar que el Gobierno ceda al pago de cualquier precio político impensable y, ya estratégicamente hablando, que el PSOE rentabilice en exclusiva la tregua.
El "número uno" del PP puede de momento aferrarse a que en el comunicado de ETA nada dice que la tregua sea definitiva, y a que la banda se ha rearmado y reorganizado en estos meses, lo que hace pensar en futuras acciones. Si Rajoy pide prudencia, debe ser escuchado.
Pero la mala noticia para el PP es que -no por casualidad- la tregua llega justo después de la reforma estatutaria catalana, es decir, justo después de que las Cortes hayan aceptado que en España puede haber varias naciones. Eso es, claramente, la mejor baza negociadora de Zapatero y si los españoles ven que eso va a traer la "paz" de nada van a servir por parte del PP ni los lamentos ni los argumentos jurídicos complejos.
El PP tiene por delante una etapa complicada, en la que los intereses de ETA y los del PSOE coinciden. Mao decía aquello de "si te pisan conviértete en alfombra". Sin llegar tan lejos, los populares pueden convertir este obstáculo en una ventaja y en un trampolín. Encontrar la fórmula adecuada para comunicar con la gente, sin asustar pero sin aceptar engaños, es ahora la tarea fundamental que tiene por delante Mariano Rajoy; y por supuesto dar con las personas adecuadas para hacerlo. Intentar otra cosa sería un suicidio, y si alguien no lo recuerda puede preguntar a José María Aznar por la anterior tregua terrorista.
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