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ZP ante ETA: show must go on!

Mal, muy mal debió sentar en Moncloa y en la sede socialista de la calle Ferraz la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), la primera sobre la opinión de los españoles ante el alto el fuego permanente de ETA. Según este sondeo, realizado pocas semanas después del anuncio de los terroristas, un 44,9% de los españoles cree improbable que el alto el fuego de ETA sea definitivo. Se trataba de la primera encuesta sobre la supuesta tregua, antes de que se conociera que la campaña de misivas extorsionadoras contra los empresarios no había cesado, antes de que fuera calcinado el negocio de un concejal de UPN de Barañain, antes de comprobar cómo semana tras semana no han cesado los ataques contra sedes de partidos políticos en el País Vasco. El Gobierno esperaba que este CIS fuera de los más optimistas, en plena cresta de la ola de euforia por el anuncio de los tres encapuchados del cese de la actividad terrorista. Sobre todo, después de los continuos mensajes de Zapatero anunciando el “principio del fin” de la violencia, alimentando exageradamente durante meses un horizonte de paz. Sin embargo, los españoles han reaccionado con frialdad, para sorpresa del Gobierno, según los datos del CIS. La mitad no se cree las intenciones de ETA, suponiendo que estos datos no hayan sido demasiado “cocinados”. Datos que se hicieron públicos la semana pasada coincidiendo con unas declaraciones en sede parlamentaria del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, en las que, coincidiendo con el sentir de la sociedad española, afirmaba que todavía el Gobierno no tenía certeza de la verdadera voluntad de ETA de dejar las armas. Entonces, la sociedad española y el Partido Popular coincidían en sus advertencias a Zapatero de que este proceso tenía que realizarse con todas las cautelas posibles para que no fracasase, es decir, con la absoluta garantía de la voluntad de ETA de querer dejar la violencia. Con estos datos, el PP no se sentía de nuevo solo, aislado, sino con la mitad de la sociedad junto a él, prácticamente su electorado. La encuesta del CIS ha debido hacer reflexionar a Zapatero, pero quizás no de la manera más prudente y la que aconsejaba los acontecimientos. El 22 de marzo Zapatero anunció que en este proceso quería la compañía del PP y no se movería sin previa autorización del Congreso de los Diputados. Pero a día de hoy se encuentra sin el apoyo del PP y sólo con el respaldo de la mitad de los españoles. Tanto el PP como Zapatero han tomado buena nota de los datos del CIS, el Partido Popular para reafirmarse en su postura de extrema cautela, sabiendo que detrás de esta opción está casi el 50% de los españoles, y Zapatero ha pisado el acelerador preocupado por el estancamiento y el mal desenlace de la situación. Si hace semanas el Partido Popular parecía no querer un pronunciamiento con votación en el Congreso en el mes de junio, para no verse de nuevo fotografiado en la soledad, ahora parece ser el más interesado. Y Zapatero, si prometió debate y votación en sede parlamentaria, ahora al puro estilo de las monarquías absolutas tiene previsto ir a contar su visión y nada más. Una visión con conclusiones extraídas exclusivamente de tres informes de la Dirección General de la Policía. El presidente de nuevo ha cogido el timón y ha puesto la máquina a todo vapor, a velocidad de crucero ante el temor de ver este proceso estancado y con la opinión pública amenazando con darle la espalda. Zapatero quiere aplausos y que el espectáculo continúe: show must go on. Piensa que la sociedad española no le perdonaría un fracaso y por eso quiere el éxito como sea, que no se apaguen las luces. Aunque camine sin el PP y sin el respaldo del Congreso. Ha acelerado su opción consciente de que su superviencia depende en buena medida de ETA, de igual manera que la banda depende de Zapatero, porque no encontrará otra oportunidad mejor para la negociación. Zapatero y ETA dependen el uno del otro y se necesitan. Raquel Martín Páginas Digital, 23 de mayo de 2006

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