¿Democracia y nacionalismo son compatibles?
4 de junio de 2006. La visión nacionalista no concibe al hombre-persona sino al hombre-grupo, tribal, hombre-borrego. Para un nacionalista que se precie, los derechos no los detentan los individuos sino el ente abstracto, el Volk: el territorio, la etnia y la lengua. La ética política liberal no existe para los nacionalistas. Ésta se fundamenta en el respeto a la individualidad de cada persona. Mas, en la cosmovisión nacionalista, el sujeto político no es el ciudadano sino el pueblo como ente abstracto.
La política nacionalista tiene su origen en el "estado de la naturaleza" de Hobbes que aboga por una tensión permanente por el poder y por el dominio -el "todos contra todos"- al margen del derecho positivo, implantando el orden del más fuerte, no del más justo. Se utiliza la ley a conveniencia. Y se ignora al Estado de Derecho basado en el contrato social de los ciudadanos. De ahí deviene la comprensión hacia quienes practican la violencia como método. Y como somos híbridos, esa identidad separadora y excluyente la depositan en la lengua, pues hay que lograr como sea el "hecho diferencial", con una comunidad mítico-mística, a través de la sustitución de la religión por la pascua de resurrección nacionalista.
Hasta ahora eso ha sido el sustrato de la ideología nacionalista. A esta deformante filosofía política se suma, en la actualidad, esa izquierda que corroe las bases morales de nuestra democracia. Por ejemplo, planteando de forma explícita una negociación con un colectivo ilegalizado, burlando la propia ley con impunidad insultante, y subvertiendo el propio marco constitucional por la supeditación del orden jurídico y jurisdiccional al propio poder político, liquidando la separación de poderes y las bases del funcionamiento democrático.
Estos días hemos leído que un senador del PNV ha soltado una perla del siguiente tenor: "Quien no es nacionalista no tiene derecho a vivir". Hace no mucho, otro parlamentario nacionalista llamó "ratas" a la gente identificada con el espíritu de Ermua. Vamos a suponer que el Sr. Maqueda quisiera expresar una idea metafórica aludiendo a lo inaudito de que haya alguien que no se sienta nacionalista. En esa benevolente versión tampoco encuentro razón objetiva para tamaña deformación. Y proyecta una mentalidad fanática o perturbada en el mejor de los casos. O una táctica canallesca de conformar la percepción colectiva en el peor. El uso perverso del lenguaje es una de las principales características de esta forma de hacer política. ¡Cuidado con la degeneración semántica del lenguaje! Recomiendo la lectura de La nacionalización de las masas, de George L. Mosse, que nos descubre cómo Hitler fue conformando el conjunto de percepciones, contravalores y actitudes de la sociedad nazi.
Este tipo de cosas no debieran sorprendernos viniendo de donde vienen. Sabino Arana, afirmaba cosas como lo que sigue: "La ciudadanía bizkaina pertenecerá por derecho natural y tradicional a las familias originarias de Bizkaya, y en general a las de raza euskeriana,[...] y con las restricciones jurídicas y territoriales que señalara, a las familias mestizas euskeriano-extranjeras".
Lo extraño no es que los nacionalistas nieguen el derecho a vivir a los que no lo son, por muy alarmante que resulte para la higiene democrática. Lo demencial es que los socialistas rían la gracia. De tanto mimetizarse con este tipo de planteamientos están adoptando la misma pose y semántica de los nacionalistas. Y cuando socialismo y nacionalismo se juntan nada bueno puede surgir. Experiencias en la historia tenemos para tomar como ejemplo.
La política nacionalista tiene su origen en el "estado de la naturaleza" de Hobbes que aboga por una tensión permanente por el poder y por el dominio -el "todos contra todos"- al margen del derecho positivo, implantando el orden del más fuerte, no del más justo. Se utiliza la ley a conveniencia. Y se ignora al Estado de Derecho basado en el contrato social de los ciudadanos. De ahí deviene la comprensión hacia quienes practican la violencia como método. Y como somos híbridos, esa identidad separadora y excluyente la depositan en la lengua, pues hay que lograr como sea el "hecho diferencial", con una comunidad mítico-mística, a través de la sustitución de la religión por la pascua de resurrección nacionalista.
Hasta ahora eso ha sido el sustrato de la ideología nacionalista. A esta deformante filosofía política se suma, en la actualidad, esa izquierda que corroe las bases morales de nuestra democracia. Por ejemplo, planteando de forma explícita una negociación con un colectivo ilegalizado, burlando la propia ley con impunidad insultante, y subvertiendo el propio marco constitucional por la supeditación del orden jurídico y jurisdiccional al propio poder político, liquidando la separación de poderes y las bases del funcionamiento democrático.
Estos días hemos leído que un senador del PNV ha soltado una perla del siguiente tenor: "Quien no es nacionalista no tiene derecho a vivir". Hace no mucho, otro parlamentario nacionalista llamó "ratas" a la gente identificada con el espíritu de Ermua. Vamos a suponer que el Sr. Maqueda quisiera expresar una idea metafórica aludiendo a lo inaudito de que haya alguien que no se sienta nacionalista. En esa benevolente versión tampoco encuentro razón objetiva para tamaña deformación. Y proyecta una mentalidad fanática o perturbada en el mejor de los casos. O una táctica canallesca de conformar la percepción colectiva en el peor. El uso perverso del lenguaje es una de las principales características de esta forma de hacer política. ¡Cuidado con la degeneración semántica del lenguaje! Recomiendo la lectura de La nacionalización de las masas, de George L. Mosse, que nos descubre cómo Hitler fue conformando el conjunto de percepciones, contravalores y actitudes de la sociedad nazi.
Este tipo de cosas no debieran sorprendernos viniendo de donde vienen. Sabino Arana, afirmaba cosas como lo que sigue: "La ciudadanía bizkaina pertenecerá por derecho natural y tradicional a las familias originarias de Bizkaya, y en general a las de raza euskeriana,[...] y con las restricciones jurídicas y territoriales que señalara, a las familias mestizas euskeriano-extranjeras".
Lo extraño no es que los nacionalistas nieguen el derecho a vivir a los que no lo son, por muy alarmante que resulte para la higiene democrática. Lo demencial es que los socialistas rían la gracia. De tanto mimetizarse con este tipo de planteamientos están adoptando la misma pose y semántica de los nacionalistas. Y cuando socialismo y nacionalismo se juntan nada bueno puede surgir. Experiencias en la historia tenemos para tomar como ejemplo.
Ernesto Ladrón de Guevara
El Semanal Digital, 4 de julio de 2006
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