Mitos y realidades de la píldora abortiva
ROMA, sábado, 17 junio 2006 (ZENIT.org).- Uno de los primeros actos del nuevo gobierno de Italia ha sido anunciar el visto bueno a las pruebas utilizando píldoras abortivas. Las píldoras aparecen con toda una variedad de nombres, mifepristone, Mifeprex y RU-486. La ministra de sanidad, Livia Turco, anunció que algunos hospitales tendrían la posibilidad de importar las píldoras para experimentos, informaba el 23 de mayo el Corriere della Sera.
La decisión invierte la prohibición a los experimentos del gobierno anterior, tras un debate sobre el tema el año pasado.
El anuncio ha atraído protestas inmediatas. Francesco D’Agostino, presidente del Comité Nacional de Bioética, aunque no ha ido tan lejos como para condenar completamente el uso de la píldora abortiva, observaba que, al contrario de lo que a primera vista parece, la píldora no es tan sana para las mujeres y que su uso implica riesgos objetivos.
Un editorial del 24 de mayo del periódico semioficial del Vaticano, L’Osservatore Romano, declaraba que la decisión añade otra arma al arsenal contra la vida. También criticaba la rapidez con que se ha tomado la decisión, y la falta de esfuerzo alguno por escuchar las opiniones contrastadas sobre un tema tan discutible.
La decisión de Italia tiene lugar tras la creciente preocupación en Estados Unidos por la RU-486. Se ha relacionado la píldora con cuatro muertes en California y una en Canadá. Las muertes fueron resultado de infecciones bacterianas, facilitadas, según algunos expertos, por el uso de la píldora.
El 11 de mayo, se reunieron algunos científicos para discutir qué papel pudo haber jugado la píldora en dichas muertes, informaba el mismo día Associated Press. Se dividieron las opiniones, según el reportaje, con algunos que sostenían que el uso de la RU-486 permitía la propagación de la bacteria, y otros pidiendo más investigaciones antes de tomar una decisión.
Mayor riesgo de muerte
James McGregor, un profesor de obstetricia de la Centro de Ciencias Sanitarias de la Universidad de Colorado, afirmaba que el riesgo de muertes por los abortos médicos iguales a los causados por la píldora es de 1 de cada 80.000. Es un número notablemente superior al de 1 por millón de los abortos quirúrgicos. “Recomiendo que reduzcamos o eliminemos el mifepristone, o al menos lo consideremos”, declaraba, citado por Associated Press.
En el congreso, el subcomité de la cámara para derecho penal, política de drogas y recursos humanos también recibió evidencias sobre los peligros que implica la píldora, informó el 17 de mayo el Washington Post.
“Considerando las evidencias que tenemos sobre muertes y graves efectos secundarios, el fabricante de este medicamento debería haberlo retirado del mercado hace mucho tiempo”, afirmaba Michelle Gress, consejera del subcomité y portavoz de su presidente, Mark Souder.
Souder es uno de los 83 promotores de una ley que forzaría a retirar del mercado el medicamento. La ley tiene el nombre de “Ley de Holly”, en homenaje a Holly Patterson, una californiana de 18 años que murió por una infección tras tomar la píldora.
Según un informe preparado por el personal del subcomité, la Administración norteamericana para la Alimentación y los Medicamentos (FDA) “ha reconocido las muertes de ocho mujeres asociadas al medicamento, nueve incidentes de peligro de muerte, 232 hospitalizaciones, 116 transfusiones de sangre, y 88 casos de infección”. El informe observaba que estos y otros casos se añaden a un total de 950 avisos de sucesos adversos hasta el 31 de marzo.
Hasta una fuente inusual ha expresado su preocupación por la RU-486: un editorial del New York Times. Los informes sobre muertes de mujeres, comentaba el editorial del 10 de abril, “están haciendo que el tratamiento basado sobre la RU-486 parezca menos atractivo de lo que una vez se pensó”.
Aprobación en Australia y el Reino Unido
A pesar del creciente número de evidencias sobre los peligrosos efectos secundarios de la píldora, siguen adelante los planes de importar la RU-486 a Australia. A principios de año el parlamento federal quitó al ministro de sanidad la capacidad para bloquear las importaciones de la píldora, entregándosela a la Therapeutic Goods Administration, el equivalente al FDA estadounidense.
Según un reportaje en el Courier Mail del 6 de junio, un periódico del estado de Queensland, las mujeres locales serán las primeras del país en tener acceso a la RU-486. Caroline de Costa, una obstétrica de la ciudad de Cairns, declaró haber recibido la aprobación para tener píldoras disponibles el mes próximo. De Costa planea importar de Nueva Zelanda partidas de las RU-486.
En Gran Bretaña, las cifras han revelado que las píldoras sumaron 10.000 abortos en el 2005. Los datos proceden de BPAS (British Pregnancy Advisory Service), la organización que más abortos practica del país, informó el Times el 29 de mayo. Las píldoras suman un tercio de los 32.000 abortos practicados por BPAS el año pasado a mujeres en las nueve primeras semanas de embarazo.
La directora ejecutiva de BPAS, Ann Furedi, contestó a las críticas sobre el uso indiscriminado de la píldora abortiva. Citada en un artículo publicado el 5 de junio en la página web “Spiked”, Furedi declaró que el medicamento era un “método de aborto médico seguro, digno de confianza y efectivo”.
Fábulas
No es lo que dice un libro publicado esta semana en Italia: «La historia del aborto fácil: Mitos y realidades de la píldora RU486» («La favola dell’aborto facile: Miti e realtà della pillola RU486).
El libro, bien documentado, destaca un fenómeno interesante en Italia: el creciente acercamiento entre las feministas y los defensores de la vida. La coautora Eugenia Roccella viene de un ambiente fuertemente de izquierdas, con un trasfondo no religioso. También ha sido una figura clave del movimiento de liberación de la mujer en la Italia de los setenta. La otra coautora, Assuntina Morresi, es una católica pro vida.
Las dos aunaron fuerzas para publicar el libro, que reúne la última información sobre los peligros planteados por el uso de la píldora abortiva, tanto físicos como psicológicos.
El objetivo clave del libro es disipar la noción de que tomar la píldora abortiva es una forma de solución fácil. Algunos pro vida temen que la píldora haga que el aborto sea algo demasiado conveniente. Y quienes están a favor del aborto la defienden como una alternativa fácil al procedimiento quirúrgico.
De hecho, explican Roccella y Morresi, los abortos por medios químicos son más largos, difíciles e inciertos que su alternativa quirúrgica. Usar la píldora abortiva requiere repetidas visitas a una clínica. Y sólo en el 3% de los casos tiene lugar el aborto en las 48 horas posteriores a la toma de la primera píldora, según los datos del FDA.
La píldora normalmente también causa síntomas como dolores y calambres abdominales, náusea, hemorragias, dolores de cabeza y vómitos. La parte más dolorosa del proceso, cuando el feto es finalmente expulsado del cuerpo de la madre, puede durar horas.
Según las autoras, una estimación conservadora del número de muertes en el mundo debidas a abortos químicos alcanzó las 13 (hasta finales de marzo). La cifra verdadera podría ser más alta, observa el libro, puesto que en general los medios han preferido mirar a otra parte a la hora de informar de las muertes y otros problemas debidos a la píldora.
Los efectos secundarios de la píldora van más allá de los meramente físicos. Muchas mujeres, el 56% según un estudio citado en el libro, ven realmente el cadáver del feto abortado. Esta experiencia traumática puede dar lugar a pesadillas y a recuerdos dolorosos en las mujeres. Si la píldora no acaba siendo antes fatal.
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