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«La Razón» y «El Mundo», concertados

Se puede creer en la casualidad, pero tengo para mí que en esto del periodismo cada vez hay más orquestación y menos originalidad. Será por eso que “La razón” y “El Mundo” editorializaban ayer sobre el mismo tema y empleando, incluso, términos idénticos.

“La Razón” titulaba su pieza:«El listón ético de las negociaciones con los terroristas», y “El Mundo”: «Los límites éticos de los beneficios penitenciarios». Ya ven.

En “La Razón” el autor sentenciaba que «Txapote se puede pudrir en la cárcel, pero las expectativas sobre el ‘proceso de paz’ pasan por negociar con unos interlocutores que exigirán el reagrupamiento de los presos en el País Vasco y su salida más o menos inmediata de las prisiones, sin hacer distingos sobre sus problemas mentales o de conducta. López Aguilar ha puesto el listón muy alto respecto a las exigencias éticas para las medidas de gracia. Habrá que ver si el proceso no lo baja».

También expresaba dudas y temores el de Pedro J. Ramírez tras constatar que «La política penitenciaria, en efecto, otorga al Ejecutivo bastantes posibilidades, en el caso de que la banda dé muestras de querer renunciar para siempre al terrorismo. El Gobierno puede acercar presos a las cárceles del País Vasco, conceder indultos ­totales o parciales­, clasificar a los presos en tercer grado para que sólo vayan a la cárcel a dormir o tomar otras medidas para favorecer la comodidad en el cumplimiento de las condenas», y ponía su propio listón:«el Gobierno no debe tomar ninguna de estas medidas sin una justificación política. Han de ser utilizadas con criterios éticos y dosificadas con inteligencia, dependiendo de cuál sea la actitud de ETA. Si la banda muestra voluntad de abandonar las armas, el Estado puede ser generoso y mejorar las condiciones de cumplimiento de las penas e incluso plantear indultos individualizados, puesto que sin violencia estas personas no serán ya peligrosas para la sociedad». Y agregaba también el modelo a emplear: «mientras ETA deje abierta la posibilidad de volver a las andadas sólo quienes se arrepientan o rompan con la organización ­al modo de Suares Gamboa­ deben recuperar anticipadamente la libertad».

Y, para concluir, la guinda: «En todo caso, los autores de crímenes horrendos no pueden ser incluidos en el ‘proceso’ porque han de recibir el castigo adecuado a lo que hicieron». O sea, la «ley del embudo».

Maite Soroa.

Gara, 28 de julio de 2006

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