Queremos a Madonna en lo alto de un minarete y con leotardos
Desde que escribió ese artículo, la Macciocchi fue borrada de las listas de la intectualidad progre, y cuando se le ocurrió analizar sin especiales prejuicios el mensaje de Juan Pablo II entonces fue directamente fusilada, civilmente fusilada. ¡Qué sé yo! Lo que quiero decir es que los majaderos que otorgan los Premios Príncipe de Asturias nunca se plantearon galardonar a esta defensora de los más débiles y prefirieron hacerlo con Emma Bonino, una feminista ortodoxa cuyo principal logro social consistía en llevar periodistas a recrearse en la contemplación de abortos. Lo que se dice una tipa comprometida.
Viene todo esto a cuento porque cuando un plumífero se dirigió a la Macciocchi, diez años atrás, para preguntarle qué le parecía el último videoclip blasfemo de Madonna, la italiana respondió con indulgencia: “Es una pobre chica americana estúpida”.
En efecto, diez años después, la definición de Macciocchi sigue siendo perfecta con la excepción de que, de chica, le queda poco. Lo que sí le queda es la blasfemia como marketing. Pero claro, la cosa queda poco transgresora, más que nada porque la “pobre chica americana estúpida” sabe que blasfemar de Cristo sale gratis.
No, los admiradores de Madonna queremos un videoclip transgresor contra otro credo religioso, quizás menos paciente: la rebeldía sin riesgo no resulta emocionante. Queremos ver a Madonna con tocado de burka y leotardos, encaramada a un minarete y provocando sexualmente a Mahoma… Exactamente lo mismo que hizo con la figura de Jesús de Nazaret en uno de sus videoclips más rompedores. De otra forma, pensaremos como declaraba una de sus seguidoras que “esta pobre chica americana estúpida” se ha vuelto vieja.
Eulogio López
Hispanidad.com, 4 de agosto de 2006
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