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ETA sale legalmente a la calle para que Zapatero siga la negociaciónETA sale legalmente a la calle para que Zapatero siga la negociación

ETA sale legalmente a la calle para que Zapatero siga la negociaciónETA sale legalmente a la calle para que Zapatero siga la negociación Batasuna se manifiesta en Bilbao. Zapatero negoció eso y otras cosas con ETA. Y el peso de la lucha política va a moverse a Navarra, donde todo está en el aire.


Se pueden buscar muchos culpables. Podemos cargar contra el mal ejemplo permisivo de Baltasar Garzón o contra la excesiva tolerancia de Santiago Pedraz. Pero políticamente las cosas están bastante claras: José Luis Rodríguez Zapatero no quería que se prohibiese la manifestación batasuna del viernes en Bilbao, y hubo manifestación. Allí estaban los defensores de la democracia, de la libertad, de la justicia y de la vida, los amigos de Zapatero, Joseba Alvarez, Tasio Erkizia, Joseba Permach, Pernando Barrena, Rafael Díez Usabiaga y Jone Goirizelaia. Faltaban sólo los cientos de asesinados por el nacionalismo. Todo sea por el bien del "proceso": "Euskal Herriak, autodeterminazioa".

Íñigo Urkullu, en nombre del PNV, calificó de "ritual de verano" la marcha a favor de la autodeterminación. Y es verdad, los jeltzales han captado perfectamente la idea, porque los "chicos de la gasolina" se limitan a adaptar estrategias movimentistas que en otras latitudes ya se conocían. Ahora, como en el Ulster, vamos a tener nuestra propia "estación de las marchas". Si seguimos el improcedente modelo irlandés aún veremos cosas peores.

No olvidemos, desde luego, que los nacionalistas tienen en común sus objetivos –la independencia, previa la sumisión de Navarra- pero que en el trasfondo de todo esto hay cosas que Zapatero no ha terminado de captar. Por ejemplo, las divisiones y matices dentro del nacionalismo sabiniano. Por ejemplo, también, la rivalidad entre nacionalistas por poderse apuntar las conquistas arrancadas a "España" a través de Zapatero.

La cuestión es que Zapatero ya ha hablado con los independentistas. Nos lo dejó muy claro Arnaldo Otegi, que no tenía razones para mentir, al comienzo de esto que llaman "proceso de paz". ETA no se tiró a la piscina sin saber que había agua, es decir, que los independentistas cuentan con unos "compromisos adquiridos", unos "compromisos de alto el fuego". Es estéril el debate periodístico sobre quién quiere engañar a quien: ETA y su séquito nunca han ocultado qué quieren, y sabemos que están dispuestos a negociar sólo las circunstancias de la rendición del Estado. Importan poco, ahora mismo, las intenciones ocultas de Zapatero. Su deseo público de una mal llamada "paz" ha hecho posible que ETA se manifieste en Bilbao, y aún no hemos visto lo peor.

La hora de Navarra va a llegar

Que nadie se engañe, aunque sea reconfortante cerrar los ojos a la realidad: los nacionalistas vascos no darán un paso político más sin Navarra, o sin que haya una vía reconocible para la incorporación de Navarra a la futura nación vasca. Zapatero lo sabe, sus subordinados también, y todo pasa, sin duda, por lo que suceda en las elecciones del mayo de 2007. Navarra va a vivir un curso político de una importancia y dramatismo sin precedentes en treinta años de democracia. Y las fuerzas políticas se preparan para la batalla. Sin Navarra no hay "proceso", y todo ahora pasa por Navarra y los navarros.

Quien primero supo intuir la gravedad de la cosa fue el presidente Miguel Sanz Sesma. UPN se adelantó a todos sus rivales al designar al presidente saliente como candidato para otro mandato desde 2007, y era una idea excelente. Frente a las dudas de los demás, UPN ofrecía con Sanz seguridad. Frente a la incertidumbre, un rostro conocido. La cosa empezó así.

El PSOE, en cambio, no ha acertado hasta ahora. La larga agonía interna para la designación de un candidato no termina de cuajar, y Pepiño Blanco está ofreciendo a los votantes una imagen de división en la que Carlos Chivite, Fernando Puras, la defensora del pueblo, el delegado del Gobierno de Madrid y quién sabe cuántos más están dispuestos a encabezar la candidatura. De todos modos, todos asumen que llegará sólo segunda, a mucha distancia de la derecha, y que sólo podrá gobernar con el apoyo de la extrema izquierda y de los independentistas, con un proyecto de unión al nacionalismo. No es una papeleta fácil.

¿Todo está hecho? No, todo está en el aire. UPN ofrecía seguridad frente a la inestabilidad y la división de sus alternativas. Pero existe la tentación de dilapidar ese capital, ya que buscar forzadamente una imagen diferente, más policéntrica, podría convertir a UPN más que en la afirmación de unos principios en la mera negación de una amenaza. El resultado podría demostrarse nulo o incluso negativo en votos, porque una campaña basada en las certezas garantiza resultados, pero los experimentos de laboratorio en otras direcciones podrían demostrarse la mejor baza del adversario. Ni la movilización es siempre beneficiosa ni los "votos cautivos" existen; no sé si lo enseñan así en las facultades de económicas pero les aseguro que tanto en las de historia como en las de políticas lo dejan muy claro. Ni siquiera en Navarra, como bien sabe Batasuna.

Pascual Tamburri

El Semanal Digital, 27 de agosto de 2006

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