Clarividencia
Si quisiera personalizar, podría recordar, por ejemplo, algunas perlas de Barbería, esa eminencia gris del periódico “El País”, pero ya me he medido con él en alguna otra ocasión y sé que tiene muy mal perder. ¿Qué más da? Una imagen general del rebaño ayuda mejor aún a comprender la incapacidad para realizar análisis rigurosos, superando el fanatismo y la necedad.
Toda profesión tiene sus riesgos laborales, y la de periodista al servicio del poder es muy proclive a intoxicarse con sus propias pócimas. A fuerza de alabar los oídos y ojos del patrón, terminan algunos por creerse las pavadas que firman, y cuando el mundo virtual y el real chocan, asisten con estupor al desplome del escenario de cartón piedra que con tanto esmero habían construido.
La situación creada en los últimos meses ha pillado a muchos con el pie cambiado. Un repaso a las hemerotecas daría pie a un extenso tratado sobre la ineptitud analítica. Y de las previsiones, mejor ni hablar. Muchos de estos genios se echan ahora las manos a la cabeza, ante la evidencia de que no sólo Batasuna sigue existiendo, sino que está condicionando el panorama político con sus posiciones y su discurso. Esto no lo habían previsto, pero ni el más corto de entendederas es capaz a estas alturas de tragarse el cuento chino de la izquierda abertzale asfixiada y extenuada pidiendo sopitas, por más que algunos insistan en el bulo, por si cuela.
De cualquier manera, sigue siendo una gozada ver a los politólogos girar sobre sí mismos para ofrecer nuevas explicaciones, tan patéticas como las anteriores. ¿Cuál será la próxima? -
Floren Aoiz
Gara, 2 de septiembre de 2006
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