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Sacerdote siro-ortodoxo decapitado en Irak tras su secuestro

Sacerdote siro-ortodoxo decapitado en Irak tras su secuestro

Campaña de terror contra los cristianos iraquíes de cualquier denominación

MOSUL, lunes, 16 octubre 2006 (ZENIT.org).- Más de medio millar de personas participaron el jueves, en la iglesia ortodoxa de St. Ephrem (en la ciudad iraquí de Mosul), en el funeral por el padre Paulos Eskandar, hallado decapitado y mutilado la víspera. Había sido secuestrado el 9 de octubre.

La agencia del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras «AsiaNews.it» informa de que los familiares del sacerdote siro-ortodoxo han confirmado que los secuestradores habían pedido un rescate de 350 mil dólares y las excusas de la comunidad cristiana por las palabras del Papa en Ratisbona.

Descontextualizado y desfigurado mediáticamente, el discurso del Santo Padre en su reciente viaje apostólico a Alemania había suscitado incomprensión en círculos islámicos.

El viernes pasado, el obispo auxiliar caldeo de Bagdad, monseñor Shlemon Warduni, condenó el asesinato del sacerdote siro-ortodoxo y refirió que los secuestradores «habían negociado con la Iglesia, pero pidieron una cifra demasiado elevada para la liberación y no fue posible reunirla a tiempo». «Por esto le han decapitado», lamentó.

Así fue hallado su cuerpo, con los brazos también mutilados, el 11 de octubre en el barrio Muharaibin de Mosul, confirma la agencia del PIME.

Según ésta, el propio Consejo de los Ulemas, la mayor organización religiosa musulmana suní en Irak, ha calificado la muerte del sacerdote como un «cobarde asesinato».

Cita un comunicado del organismo musulmán: el Consejo de los Ulemas «no olvida a quienes están detrás de este crimen, cometido por quien actúa para privar al país de cualquier símbolo religioso y nacional que pueda tener unido Irak, buscando desatar un conflicto religioso entre los hijos de la misma nación».

Monseñor Phillipe Najim, representante del Patriarcado caldeo de Bagdad ante la Santa Sede, recalcó a la emisora pontificia el 12 de octubre que se había pedido por el sacerdote siro-ortodoxo una «cifra enorme de rescate». «Y nosotros estábamos dispuestos a hablar de esto con los secuestradores y dar la suma pedida. A pesar de ello, hemos encontrado su cadáver».

El asesinato «aterroriza a todos los cristianos en Irak, sean o no católicos», alertó.

Confirmó además que Su Beatitud Emmanuel III Delly, patriarca de Babilonia de los Caldeos -la comunidad católica caldea es la mayor comunidad cristiana en Irak-, «expresó inmediatamente su pesar a la comunidad siro-ortodoxa».

«Es un hecho que afecta a todos los cristianos que viven en Irak –añadió monseñor Najim en “Radio Vaticana”-. Se presenta para ellos una gran dificultad en la vida diaria, que además está experimentando toda la población iraquí».

Recordó al padre Eskandar, quien desarrollaba su labor al servicio de ortodoxos y católicos, como «un hombre sencillo, amado por todos, que no hacía más que acoger a la gente en su iglesia para orar».

«Carecía de cualquier vínculo político ni de cualquier otro tipo -subraya-. Era una persona de Dios, estimada por católicos y no católicos, también por los musulmanes, y brindaba su servicio a todos».

Monseñor Najim declaró además que están confirmadas las noticias de que se están produciendo secuestros y abusos en jóvenes cristianas en Irak.

El mensaje de la Iglesia en Irak a las demás religiones «es el mismo del Santo Padre [Zenit, 1 octubre 2006. Ndr]. Nosotros hemos vivido en Irak durante catorce siglos, todos juntos. Nuestra convivencia siembre se ha basado en la tolerancia, la caridad y el amor. Sigamos estando unidos para combatir las fuerzas que quieren perjudicar el país y crear una guerra civil. Somos un único pueblo iraquí», subraya.

En un comentario a la agencia del PIME, el arzobispo caldeo Louis Sako –de Kirkuk, norte de Irak- alerta: «En Bagdad y en Mosul los cristianaos viven en el temor. Las familias no saben adónde ir: están aisladas, sin protección alguna».

«A pesar de esta situación, exhorto los cristianos, y especialmente a los jóvenes, a tener paciencia y a quedarse, sin dejarse desanimar; a tener responsabilidad patriótica y eclesial, participando en la labor política para reconstruir el país, a reforzar la vida común, promover la civilización de la vida, de la paz y de la seguridad digna del ser humano», expresa.
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