Los peligros de estar en contra de la homosexualidad
Los cristianos se enfrentan a ser procesados por sus comentarios
LONDRES, viernes, 20 octubre 2006 (ZENIT.org).- En muchos países hablar abiertamente en contra de la homosexualidad puede acarrear graves problemas legales. Y en la actual batalla por proteger la libertad de expresión de forma que los cristianos puedan expresar sus creencias, el futuro no está muy claro.
En una victoria reciente, en Gran Bretaña, se retiraron los cargos contra Stephen Green, informaba el 29 de septiembre el periódico Telegraph. Green fue arrestado por la policía a principios de septiembre tras repartir folletos en el festival homosexual «Mardi Gras» de Cardiff, en Gales. El folleto contenía versículos de la Biblia contra la homosexualidad. Durante una audiencia, previa al juicio, la Fiscalía de la Corona anunció que no seguiría con la acusación.
Un reportaje el 6 de septiembre en el periódico Daily Mail citaba las palabras de la policía sobre el hecho de que Green no fue ni violento ni agresivo. Su único delito fue distribuir los folletos. El artículo observaba que esta no era sino la última de una serie de actuaciones policiales contra la oposición a la homosexualidad. También se dio una advertencia a la escritora Lynette Burrows por un «incidente homofóbico», tras sugerir, en el programa de radio de la BBC Five Live, que los homosexuales no serían los padres adoptivos ideales.
También fue advertida una pareja cristiana de Lancashire tras quejarse por las políticas de la administración local a favor de los derechos homosexuales. Y la policía de Londres investigó a Sir Iqbal Sacranie, antiguo líder del Consejo Musulmán de Gran Bretaña, tras afirmar en una entrevista que la homosexualidad era dañina.
El Christian Institute cuestionó el comportamiento de la policía con respecto a la homosexualidad en una nota de prensa el 22 de septiembre. Estando pendiente el juicio contra Green, el grupo observó que no se presentaron cargos contra la Asociación Gay de la Policía tras publicar un anuncio que acusaba a los cristianos de asaltos violentos contra los homosexuales. Se recibieron más de 40.000 quejas del público contra el anuncio, según el Christian Institute.
Presión de la Unión Europea
Al caso de Green podrían seguir muchos otros, si se aprueba la legislación propuesta por el gobierno británico. Las Regulaciones de la Orientación Sexual podrían hacer, entre otras disposiciones, que la discriminación contra los homosexuales fuese ilegal.
En un comentario publicado el 2 de octubre en el Telegraph, Philip Johnston observaba que la legislación se introducía por la insistencia de la Unión Europea. Tras un periodo de consultas, que recibió una gran oposición de los grupos religiosos, el gobierno considerará ahora si modifica la legislación propuesta.
Uno de los problemas implicados, indicaba Johnston, es el conflicto de derechos. Los cristianos sostienen su derecho a expresar puntos de vista basados en sus creencias religiosas, mientras que los grupos homosexuales quieren que se silencie cualquier oposición basándose en prohibir la discriminación. «Estas son las negras aguas en las que entramos cuando buscamos encerrar cada vez más los ‘derechos’ en la legislación», concluía Johnston.
La legislación propuesta recibió duras críticas del cardenal escocés Keith O’Brien. En una homilía a los parlamentarios el 14 de junio, advirtió que las leyes son «una amenaza a la libertad de conciencia» y «a la libertad de religión».
Las palabras del cardenal fueron pronunciadas en el mismo corazón del parlamento británico, en una cripta de la Cámara de los Comunes.
«Las leyes que son aprobadas por cualquier autoridad humana deben respetar siempre la dignidad de la persona humana y la integridad de conciencia de cada una, esté formada esta conciencia por principios cristianos o por otros sistema de creencias», insistía el cardenal O’Brien. «El estado se excede en su papel cuando pisotea las libertades morales legítimas y cuando impone valores que no tienen mérito racional y sociológico alguno».
Esta falta de libertad queda ilustrada en un reciente caso en Escocia. Nueve bomberos de Strathclyde sufrieron sanciones disciplinarias tras negarse a repartir panfletos en una marcha del «orgullo gay», informaba el 1 de septiembre el Guardian. La marcha tuvo lugar en junio. Como castigo, se ordenó a los bomberos que se sometieran a «reeducación». Uno de los hombres fue degradado de rango, por lo que perdió cerca de 5.000 libras (9.400 dólares) de salario.
Escribiendo en el Sunday Herald el 3 de septiembre, el arzobispo de Glasgow, Mons. Mario Conti, explicaba que aunque a los homosexuales, y a otros grupos, se les dan consejos de seguridad en caso de fuego, el lugar para hacerlo no es un festival tipo carnaval. Los bomberos, observaba, sabían que al ir a este evento «estarían sometidos a silbidos, comentarios inapropiados y, para algunos de ellos, a graves insultos a sus creencias religiosas».
El arzobispo indicaba que la razón verdadera para repartir material durante la marcha «no era ofrecer asesoría de salvamento a los individuos presentes – era permitir que la brigada como institución fuera vista como tolerante, ‘que abrazaba la diversidad’ y políticamente correcta». La tolerancia, sin embargo, no se extendía a las creencias de los bomberos.
En la línea de fuego
Existen riesgos similares en Estados Unidos. Robert J. Smith, miembro de la Autoridad de Tránsito del Área Metropolitana de Washington, perdió su trabajo tras sostener en un programa local por cable, que la homosexualidad consistía en una «desviación sexual».
Según el periódico Baltimore Sun del 16 de junio, el gobernador Robert Ehrlich Jr destituyó a Smith. Ehrlich describía los comentarios de Smith como «inadecuados, insensibles e inaceptables», y estando «en conflicto directo con el compromiso de mi administración por la no exclusividad, la tolerancia y la oportunidad».
Tras su despido, Smith, católico, manifestó que tenía derecho a expresar su opinión. Sus comentarios tuvieron lugar durante un programa entrevista que incluía el tema del matrimonio homosexual.
En California, el gobernador Arnold Schwarzenegger ha firmado una ley que convierte en ilegal para los proveedores de servicios financiados por el estado, como la policía, el departamento de bomberos y las universidades, la discriminación contra homosexuales, bisexuales y transexuales.
Las organizaciones cristianas, junto a otras, criticaron la medida, afirmando que amenaza las universidades de inspiración religiosa, los centros de día y las organizaciones sin ánimo de lucro, informó el 31 de agosto el Washington Times. Los grupos que tienen contratos gubernamentales o reciben financiación del estado corren ahora el riesgo de tener que aceptar homosexuales, bisexuales y transexuales.
Una victoria, por ahora
En Canadá, los cristianos ganaron a principios de año una larga batalla por la libertad de expresión religiosa. El periódico National Post del 17 de abril informaba de que un tribunal de tres jueces de la Corte de Apelaciones de Saskatchewan revocó la sentencia del juicio del caso Hugh Owens. Éste es un cristiano que había sido acusado del crimen de publicar anuncios de periódicos citando pasajes de la Biblia contra la homosexualidad.
En 1997 Owens puso un anuncio en el Saskatoon Star-Phoenix como respuesta personal a los anuncios que celebraban la «semana del orgullo gay». Se le consideró culpable de violar el código de derechos humanos de Saskatchewan, aunque este código contiene excepciones por las creencias religiosas y la libre expresión. La sentencia de abril, no obstante, está lejos de ser una clara victoria, comentaba el National Post. El tribunal hizo alusión a que en las circunstancias actuales, con mayores derechos legales para los homosexuales, tal anuncio no debía haberse permitido.
De hecho, una carta pastoral del obispo de Calgary, Mons. Frederick Henry, expresaba su preocupación por las amenazas a los cristianos que se oponen a la homosexualidad. En su carta, con fecha del 6 de septiembre, Mons. Henry animaba a los católicos a expresarse contra los cambios legales que el año pasado permitieron los matrimonios del mismo sexo.
«El estilo de vida homosexual debe tratarse ahora como sano y legítimo, cuando en realidad es malsano e inmoral», afirmaba. «La libertad de expresión está amenazada por quienes se oponen al ‘matrimonio’ del mismo sexo en público». Y se ha despedido a funcionarios civiles que han rechazado oficiar matrimonios del mismo sexo.
En un discurso a los obispos de la provincia canadiense de Ontario, Benedicto XVI advertía la dramática separación entre el Evangelio y la cultura contemporánea. En su discurso el 8 de septiembre, el Papa observaba cómo en nombre de la «tolerancia vuestro país ha tenido que soportar la insensatez de la redefinición del término cónyuge».
«La democracia sólo tiene éxito si se basa en la verdad y en una correcta comprensión de la persona humana», explicaba el Pontífice. Los católicos implicados en la vida pública y civil «no pueden aceptar componendas con respecto a este principio», añadía. Principios a los que les esperan muchas batallas.
P. John Flynn
ZS06102013
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