El Gobierno de Zapatero busca el apoyo de la Iglesia a su proceso de paz emprendido con ETA como en su día el Ejecutivo de Aznar quería su firma en el pacto antiterrorista. La Iglesia en España sólo ha dicho con claridad meridiana que no se puede hablar con los terroristas hasta que no decidan abandonar la violencia y no haya precio político alguno.
“El Papa apoyó el proceso de paz tras la mediación del obispo Uriarte ante el Vaticano”. Con este titular y una amplia información, el diario El País despachaba este fin de semana el supuesto respaldo de la Santa Sede al proceso de paz emprendido por el Gobierno Zapatero. Para sustentar la noticia, el periódico se basaba exclusivamente en unas palabras pronunciadas el pasado 5 de abril por Benedicto XVI, escasas semanas después del anuncio de alto fuego permanente por parte de ETA, así como en una supuesta entrevista en Roma entre el obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, y el secretario para las relaciones con los Estados, Giovanni Lajolo, dos días antes de las palabras del Papa. Efectivamente, el Papa se refirió al proceso abierto en marzo tras el anuncio de la banda terrorista ETA, pero lo único que dijo fue una invitación a rezar para que “se consolidaran los horizontes de paz que parecen abrirse en el País Vasco y en toda España, y a superar los obstáculos que puedan presentarse”. Éstas fueron sus palabras textuales. Hasta aquí, sólo tenemos una supuesta entrevista de Monseñor Uriarte con Lajolo en Roma y una declaración del Papa. Respecto a la entrevista, falta por confirmar la información, ya que la Cadena Cope ha adelantado que Uriarte ha enviado una carta a El País negando la información que le situaba de mediador. Y de las palabras de Benedicto XVI no podemos sacar como conclusión un claro apoyo al proceso emprendido por el Gobierno y ETA. El Santo Padre, como no podía ser de otra manera, invitaba a rezar para que se consolidaran las posibilidades de paz y por los obstáculos que pudieran presentarse, nada más. Todo lo demás, aunque le venga muy bien al Ejecutivo de Zapatero, no es cierto. Al Gobierno le interesaba mucho que, días antes de que el Parlamento Europeo tenga que pronunciarse sobre el mal llamado proceso de paz, tuviera en la antesala la bendición de su actuación ni más ni menos que de la Santa Sede, pero no ha sido así. El Vaticano no se ha pronunciado ni a favor ni en contra del proceso comenzado por José Luis Rodríguez Zapatero con ETA. Es más, muy probablemente no lo hará, ya que en cuestiones de este índole en España y en cualquier país del mundo, siempre ha dejado la conveniente indicación a la Iglesia del país correspondiente. Y, de momento, aparte de algún comentario particular de algún obispo, no hay pronunciamiento oficial de la Conferencia Episcopal Española. El único texto de nuestros obispos es la Instrucción Pastoral de 2002 “Valoración del Terrorismo en España, de sus causas y de sus consecuencias”, que, por cierto, no niega la posibilidad de un diálogo con lo terroristas si se producen las condiciones necesarias, entre ellas el abandono definitivo de la violencia y el compromiso de que no se produzcan concesiones políticas a cambio. Es curioso ver ahora cómo el Gobierno socialista de Zapatero busca y presiona para tener el apoyo de la Iglesia a su mal llamado proceso de paz, como de igual manera se hizo con el entonces Gobierno popular de José María Aznar para que la Iglesia española estampara su firma en el Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo. Entonces, quizás como ahora, el gobierno de turno puso toda la maquinaria mediática a presionar a la Iglesia para contar con su apoyo y la campaña fue muy fuerte. La Iglesia no firmó el pacto antiterrorista. Puede que ahora vuelva a ser protagonista de una nueva campaña para contar con la bendición a un proceso emprendido además en solitario por el Gobierno. Pero hasta el momento la Iglesia en España ha dicho lo que ha dicho y en la Instrucción quedan perfectamente marcados los límites al diálogo con los terroristas. Su contribución a la verdadera paz, aunque no sea entendida, ha de ser el anuncio de Cristo en el corazón del hombre. Claro que está muy preocupada por el terrorismo de ETA y por supuesto que quiere que desaparezca, pero no tiene por qué respaldar un determinado proceso político ni tiene que asumir necesariamente un papel mediador. Esta nueva polémica es una buena ocasión para subrayar la tarea de la Iglesia en el País Vasco y en España, que consiste en dar respuesta verdadera al corazón del hombre, a cada hombre, también al del terrorista y al de la víctima. Sólo ella es capaz de ofrecer la auténtica paz a todos y a cada uno. Ella sí puede contribuir a que se produzca el perdón y a que en la convivencia cotidiana desparezcan la violencia y los odios enquistados. Por eso se pide desde hace años en las misas dominicales por el fin del terrorismo, de todo signo de violencia, para que se conviertan los terroristas y las víctimas encuentren el verdadero consuelo. La Iglesia, una vez más, rompe todos los esquemas políticos. Raquel MartínPáginas Digital, 24 de octubre de 2006
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