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Ciudadanos por Cataluña: parte del problema y no parte de la solución

Ciudadanos por Cataluña: parte del problema y no parte de la solución


¿Tenemos que alegrarnos del éxito de "una alternativa al nacionalismo en Cataluña"? Tras unas elecciones autonómicas en las que el partido más votado ha sido la abstención, creo que lo mejor para España ha sido el resultado nada malo del PP catalán. Y vamos a ver a qué es alternativa el nuevo grupo liberal.

¿El nacionalismo catalán? Un mal sin paliativos, un tumor basado en manipular la personalidad regional de una parte de España. Cataluña carece de los elementos históricos de una nación. De nación tiene, precisamente, sólo la parte enfermiza, que es el nacionalismo. Un nacionalismo insincero y cuyo principal resultado será, si triunfa, destruir la comunidad popular española y anular la identidad real de la gente a cambio de una mentira. Pero un nacionalismo vigoroso que no puede ser combatido desde otra mentira o desde prejuicios ideológicos.

Se nos ha vendido Ciudadanos de Cataluña como una crítica sin complejos al nacionalismo catalán. Y lo es, pero no sin pagar un precio. El nacionalismo catalán se puede criticar por ser mentiroso y enemigo de España, como hace la derecha social en toda su amplitud y como hace el PP. Pero Ciudadanos lo ha criticado por afirmar la existencia de una comunidad, una historia, unos principios y unos deberes por encima del puro individualismo; y no por la falsificación nacionalista de esa identidad y esa historia.

¿Ciutadans ha luchado contra el nacionalismo catalán? Sí, pero lo ha hecho desde una perspectiva aún más antigua. Contra la furia liberticida del Estatut el nuevo partido ha defendido unas libertades, pero ha negado otras aplaudiendo por ejemplo la eutanasia, el aborto y el laicismo educativo. El nuevo partido ha apelado al dogma libertario contra toda nación y contra cualquier sentido trascendente y comunitario de la vida. Menuda novedad.

Ciudadanos de Cataluña ha tenido una virtud, que es poner al descubierto peligrosas contradicciones en el "bloque anti ZP" fraguado desde 2004. El nuevo partido ha considerado enemigos a todos los alérgicos al libertarismo que predica, incluyendo el PP. Con la particularidad de que, con un programa de izquierdas, ha pescado votos en la derecha a la que desprecia, por las contradicciones partidistas y mediáticas de ésta.

Parte de la derecha tiene la tentación de vencer al enemigo de hoy, Zapatero y sus socios, sin afirmar a la vez sus propios principios permanentes. Por plural que sea, una derecha española no puede limitarse a decir "ciudadanía, libertad, igualdad, laicismo, bilingüismo y Constitución" sin añadir "patria, pueblo, justicia social, religión, comunidad, orden, identidad". Vencer en nombre de un cosmopolitismo apátrida no interesa a la nación española.

Albert Rivera parece un buen chico, con porvenir, pero quienes están detrás de él han intentado beneficiarse de las dificultades del PP para sacar adelante un experimento ideologizado. No es "aire fresco", sino un producto del siglo XVIII muy bien envuelto y vendido en un escenario favorable. Felicidades por los resultados, pero ahí no hay alternativa ni solución al problema de España.

Pascual Tamburri

El Semanal Digital, 2 de noviembre de 2006

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