Un proceso para la solución del conflicto
La organización ETA, en el «Zutabe» de octubre, lanza dos mensajes de importancia en torno al proceso de resolución. El primero de ellos se refiere a la constatación de la situación de crisis que, en opinión de Euskadi Ta Askatasuna, sólo puede superarse si desaparecen las vías represivas y el Gobierno español expresa su compromiso de respetar la voluntad de los vascos. El otro mensaje ofrece una vía para mantener la esperanza, al anunciar que ETA realizará «un nuevo esfuerzo en el carril de la negociación con el Ejecutivo», reafirmando su compromiso de «dar una salida democrática al conflicto mediante la negociación».
Las valoraciones, emplazamientos y compromisos que se recogen en este «Zutabe» se situaron ayer en el centro de la actualidad política, y, al menos en lo que se refiere a las declaraciones públicas, las posiciones de la mayoría de los agentes político-institucionales mostraban un enroque que no hace sino ratificar el análisis hecho por ETA de un proceso que no acaba de ponerse en marcha.
Han pasado siete meses desde que ETA declarara un alto el fuego permanente, y este último análisis de la organización armada avala la impresión y las advertencias de que el Gobierno español, que ha efectuado en este tiempo declaraciones en favor de la apertura de un proceso político en Euskal Herria, no ha actuado en sintonía con sus palabras ni con sus compromisos. Así lo resaltaron ayer tanto EA, que considera que los partidos vascos deben exigir al Ejecutivo Zapatero que cumpla los compromisos que adquirió, como Aralar, que insta a Zapatero a dar pasos para impulsar el proceso de paz, y Batasuna, que recuerda al presidente español que un proceso no puede sacarse adelante sólo con la voluntad y los pasos de una de las partes. Otros, como PNV e IU, prefirieron empujar la pelota al tejado en el que la quiere el PSOE, haciendo recaer en la izquierda abertzale la responsabilidad única del bloqueo.
La importancia que el devenir de este proceso tiene para la consecución de la paz y de la normalización política exige de todos los agentes mayores cotas de responsabilidad. No cabe echar en saco roto la constatación de que nos hallamos en una situación de crisis, ni ventilarla con meras declaraciones públicas. Sólo cabe esperar que bajo el ruido de las declaraciones públicas se reconsidere el fondo, y se adopten las medidas que sean necesarias para poner en marcha, de verdad, un proceso que tenga como objetivo la solución del conflicto. -
Editorial de Gara, 5 de noviembre de 2006
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