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Pese a la recuperación que indica el CIS. ¿Adónde va el PP?

Pese a la recuperación que indica el CIS. ¿Adónde va el PP?

Las declaraciones de Núñez Feijóo, presidente del PP gallego, desobedeciendo expresamente a Rajoy al admitir aquél la posibilidad de que aceptaría la definición de Galicia como nación si eso sirve para llegar a un acuerdo con socialistas y BNG, son mal síntoma para el único partido de la oposición.

El Partido Popular es, con mucho, la principal esperanza de los españoles que apuestan por las libertades, la democracia pluralista y la unidad nacional. Pero lo es más por defecto que por méritos propios a tenor de lo que sus actos, la variopinta imagen que presenta en cada autonomía y en el conjunto de España, revelan. Vista la pendiente antiliberal, antiespañola y peligrosamente postmoderna por la que rueda el PSOE de Zapatero y necesitados los ciudadanos de una formación que de verdad articule a España y defienda las libertades, el PP es el clavo ardiendo que queda.

Pero, ¿cuál es el juego que Mariano Rajoy practica con los diferentes PPs que bullen bajo su presidencia?

Los datos son de todos conocidos. En Madrid salva la vida política a un Ruiz Gallardón aniquilado entre las bases del Partido por Esperanza Aguirre, pletórica de brillantez, defensa de principios y buen estilo político. El alcalde de la capital representa, por contra, la derecha acomplejada, la que le gusta a esta izquierda radical porque concibe su presencia en la vida pública no en términos políticos, sino de mera gestión. Gallardón deja la política a la izquierda y en su agenda figura prioritariamente la pequeña política de obtener el poder sea cual sea el marco que le ofrezcan quienes pretenden desmantelar al Estado. Y Rajoy se niega a “reorientarle” porque en el fondo cree que puede ser una buena opción si el Estado confederal y “progre” de Zapatero triunfa al final.

Lo mismo puede asignársele a la perniciosa dirección que Piqué ejerce en el PP catalán. Que sea desbordado en respeto a España por una formación de centro izquierda como es Ciudadanos por Cataluña, después de haber sido los “populares”, bajo Vidal Quadras, la referencia liberal y española en crecimiento, confirma la vía suicida que Rajoy protege en esa región.

Lo pactado en Andalucía y las palabras citadas de Núñez Feijóo son ya la gota que colma el vaso de la poca credibilidad que va adquiriendo este partido como garante de la Constitución del 78 tal y como fue concebida en su momento y se mantuvo gracias al valioso consenso entre los dos grandes partidos y que fue su principal pilar.

Los cargos autonómicos del PP no creen en España. Sus intereses pasan más por perpetuarse en las asambleas legislativas regionales y las respectivas administraciones que por un proyecto político de Estado. El partido que con tanto esfuerzo fundara José María Aznar, que puso a ETA contra las cuerdas y al PNV bajo límites constitucionales, es hoy una caricatura de lo que fue. Mariano Rajoy, con su “bajo perfil”, de brillantes palabras en las Cortes y débiles acciones en el día a día de la vida nacional y de la de su partido, más parece preferir una tranquila espera a ver pasar el cadáver de Zapatero ante él.

Mal se pinta el panorama para España con tales actitudes. Aún cuando las encuestas le den un indicio de recuperación de la intención de voto, como la del CIS de ayer, si la España que aspira a gestionar Rajoy es la que diseña Zapatero, puede dar por derrotado a su partido. Se podrá tardar más pero, a buen seguro, de las ruinas de un PP confederal surgirá una formación de la derecha liberal que renueve la idea de una España recentralizada y garante de un auténtico pluralismo.

Editorial de Diario Liberal, 21 de noviembre de 2006

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