Navarra espera su suerte
En la tragedia Un tranvía llamado deseo, de Tenessee Williams, el personaje central de la versión cinematográfica, Marlon Brando, lanza esta frase: “La suerte consiste en creer que la tienes”. La verdad es que se tiene o no se tiene, pero tener fe en su disfrute futuro ayuda un poco a mantener templado el ánimo, lejos de excesivos pesimismos, desalentadores o inhibidores. Se podría abrigar la impresión de que el presidente del Gobierno y su entorno más incondicional gozan de ese sentimiento, de ese sentido de poseer el privilegio de la fortuna. Al menos ZP sabe infundir a los suyos la idea de que todo va a ir de maravilla o razonablemente bien, por no decir muy bien. Otra cosa es lo que internamente piensen los más lúcidos de su mundo colaborante. Algunos ya han tenido que desfilar hacia la marginalidad. Otros se mantienen agazapados y, si tuvieran el hábito de rezar, practicarían la plegaria por si acaso poderes ultraterrenales poseyeran alguna influencia o intención de influir en los asuntos de aquí abajo.
La manifestación multitudinaria del sábado ha recibido diversidad de catalogaciones. Incluso quienes más creen en el peso de la democracia y el sentido de la opinión puesta a pie de calle, dentro de las normas de la corrección y de la legalidad, han negado en número abundante que la citada demostración en el centro de Madrid haya sido digna de especial consideración o respetabilidad y no mero producto del fanatismo y del partidismo sin conexión verdadera con el dolor de las víctimas. Cuando un determinado partido contribuye a la protesta, en este caso a la negociación con una ETA, que sigue extorsionando, robando armas y fomentando desórdenes públicos, el juicio crítico que se formula olvida la cantidad de personas que se manifiestan y sólo reparan en el color de los políticos que asisten a la “parada”.
¿Será la famosa suerte atribuida a Zapatero el factor que determine el rumbo de los futuros acontecimientos políticos? En todo caso, ¿serán generalizables los beneficios de esa suerte o sólo permitirán una renovación del mandato gubernamental a los que ya gobiernan, con lo cual “la suerte” incurrirá en parcialidad cuando en España se ventilan tantos asuntos graves?
Los manifestantes del pasado sábado incurrieron en dos “terribles pecados”: se congregaron en gran número y además pidieron que no se concediese a ETA ese margen de posibilidades para sus objetivos que el Gobierno le otorga o le facilita.
Ahora que se acercan las elecciones autonómicas y municipales, un importante sector de la opinión se inquieta ante el destino de Navarra. Se teme una conjunción de fuerzas antiespañolas o supernacionalistas entre las cuales el mundo batasuno, en nombre de ETA, tendría bastante que incordiar y conseguir. En la localidad Navarra de Burlata, durante una reunión de unas quinientas personas, el dirigente abertzale Pernando Barrena, refiriéndose a la advertencia de la Fiscalía acerca del peso de la ilegalización que gravita sobre la citada formación, lanzó un desafío preelectoral: “La izquierda no tiene la más mínima intención de arrojar la toalla. Estamos en esta apuesta hasta sus últimas consecuencias”. Otros participantes habían dicho que “no sabemos cómo participaremos en las próximas elecciones, pero eso no nos va a frenar. Vamos a ir, estamos en camino”.
Y tanto que están. Como avanzan otros proyectos de desobediencia a la ley y a la norma. El partido UPN, del actual presidente Sanz, viene siendo satanizado mediante la creación de un clima de exclusión y repudio político que halló esta formula durante el acto de Burlata: “No basta con echar a UPN, con él tenemos que echar también su política lingüística…”. Entre otras metas.
Obsérvese: no se habla de derrotar, sino de “echar”, expulsar, desterrar. Es lo que espera.
Lorenzo Contreras
Estrella Digital, 28 de noviembre de 2006
0 comentarios