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Derechos para etarras y simios, pero no para la Derecha de Rajoy

Derechos para etarras y simios, pero no para la Derecha de Rajoy

 

A veces olvidamos pronto las noticias. Parecía broma cuando el PSOE pedía, allá por abril de 2006, "en nombre de la igualdad, derechos humanos para los simios". Una proposición no de Ley en el Congreso de los Diputados instó al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero a declarar la adhesión de España al Proyecto Gran Simio y "a emprender las acciones necesarias en los foros y organismos internacionales para la protección de los grandes simios del maltrato, la esclavitud, la tortura, la muerte y extinción". El Grupo Socialista quería, y por lo que sabemos sigue queriendo, "la inclusión inmediata de estos animales en la categoría de personas". El arzobispo de Pamplona, Fernando Sebastián, fue ampliamente criticado desde la izquierda y desde los complejines por decir, llanamente, que "por hacer el progre se puede hacer el ridículo".

 

Ni era broma ni son (sólo) ridículos

 

Pero no era una inocentada fuera de fecha, sino una parte más de una política implacable. El Proyecto Gran Simio defendido por los de Zapatero tiene una meta, que "a largo plazo es conseguir una Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Grandes Simios Antropoides" con el "establecimiento de territorios protegidos para que los chimpancés, gorilas y orangutanes puedan seguir viviendo como seres libres por sus propios medios". Éstos son los nuevos derechos sociales y la democracia avanzada de la que tan orgulloso está el Gobierno y que, pese a los desmentidos parciales y a los enfados de 2004 del Ministro de Justicia, Notario Mayor del Reino, futuro Virrey de Canarias, Juan Fernando López Aguilar, se va desplegando sin piedad.

 

Ahora ya no caben desmentidos, mis respetados doctores y queridos colegas: tenemos una España con más costosas comodidades para los progenitores A y B, los cambios de sexo, los simios con o sin pelo, los inmigrantes ilegales, los delincuentes y los titiriteros a cargo de los impuestos. No era broma, ni tampoco son únicamente ridículos, porque obedece a una determinada ideología progre –no precisamente compatible con el catolicismo, recuerdo, por si a alguien aún le importa el dato- que tengan menos derechos las familias tradicionales, las madres con hijos, los niños no nacidos, los enfermos, los ancianos y los trabajadores españoles que cada día hacen posible que el país siga en pie. En la España de López Aguilar y de Zapatero un chimpancé interesa más que un embrión humano, que un militar profesional y que un enfermo terminal.

 

Derechos para los etarras: ¿cuáles?

 

El caso del etarra Iñaki De Juana Chaos ha despertado la fina sensibilidad de la España progre: sus derechos parecían estar en peligro, y era obligación de los jueces suavizar su estancia en prisión para impedir un fatal desenlace. Qué pena les daba, y cuántas memeces han escrito estas semanas; peno no vamos a reprochárselo, porque al fin y al cabo se han limitado a aplicar a nuestro amigo el pistolero la inversión de valores que implica la "metafísica del simio" .

 

Nadie duda que De Juana (como mi admirada Maite Soroa) tiene derechos. Tiene derecho a la vida, como lo tuvieron sus víctimas. Tiene derecho a la seguridad, como lo tienen sus amenazados. Tiene derecho a un juicio justo, como lo tuvieron aquellos a quienes asesinó. Pero la sociedad tiene el derecho –colectivo- de ejercer su legítima defensa manteniéndolo en prisión limitando sus derechos; y el Estado, no importa quien gobierne, tiene el deber de defender a la gente ante todo. Si dejamos correr a los progres, los presos etarras terminarán teniendo más derechos que los ciudadanos honestos que murieron a sus manos. Cada vez que tengan ustedes dudas, recuerden, como modelo de su política, lo que quieren hacer con los orangutanes.

 

¿Qué debemos pedir al Partido Popular?

 

Estos "nuevos derechos" de la España de Zapatero no gustan a todos; de hecho, creo que disgustan a la mayoría, y que la oposición política, si el PP demuestra ser alternativa, podrá mandar a Zapatero a su casa, esté donde esté. Pero, preparando ese día, hay que pensar en el futuro. Con esta herencia de nuevas realidades, con la obra legislativa radical y sectaria que dejen López Aguilar, ZP y compañeros mártires, ¿qué puede hacer Mariano Rajoy?

 

La solución fácil sería no hacer nada. UCD y sus lamentables secuelas democristianas actuaron así en temas harto espinosos, y el PP de José María Aznar también lo hizo en unos cuantos asuntos decisivos, de lo que después se ha arrepentido amargamente. Simplemente, "pasar página" y convivir con la nueva legislación social y nacional de Zapatero, considerando imposible un cambio de rumbo.

 

Pero ni los militantes ni los votantes ni los simpatizantes del centroderecha quieren eso. La unidad del PP (necesaria para vencer), su pluralismo legitimado dentro de unos principios comunes (que es un valor en sí mismo) y la absoluta modernidad en las formas y métodos (mirar al futuro sin rencor ni nostalgia) capacitan a este partido para ser alternativa, pero le obligan a hacerlo de una cierta manera. España necesita, además de una alternativa política y dentro de ésta, una Derecha cultural y social; precisamente apelando a todos aquellos que ven sus derechos y necesidades postergados por el progresismo zapaterino, hace falta corregir errores, deshacer entuertos, abrogar Leyes y cambiar normas. Hoy se está legislando contra la España real para construir una España progre de diseño; mañana ha de ser esa España profunda, humillada, la que señale tras la victoria electoral el camino para que cada uno –incluyendo los simios y a De Juana- ocupe su lugar y no otro.

 

Pascual Tamburri

El Semanal Digital, 29 de enero de 2007

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