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¿Es posible defender algo hasta la muerte?

¿Es posible defender algo hasta la muerte? Hay razones, valores y verdades por las que uno es capaz de luchar con todas sus fuerzas, hasta dar la vida si fuera necesario. Por un bien mayor, por un bien común, uno pelearía hasta la extenuación. Los que tienen la responsabilidad de gobernar, también. Con la cercana excarcelación del histórico etarra De Juana Chaos esta evidencia ha dejado de estar clara porque el Gobierno ha reconocido tranquilamente que este hombre les ha puesto entre la espada y la pared. Y, aunque lo no reconocen, saben que han cedido.

Cuenta la leyenda que a finales del siglo XIII el primer alcalde de la ciudad gaditana de Tarifa se negó a entregar las llaves de la ciudad a un ejército de musulmanes que la habían sitiado. Los musulmanes habían secuestrado a su hijo y amenazaban con matarle. Este regidor, desde el castillo de la ciudad, arrojó él mismo el puñal para asesinar a su hijo antes que entregar la ciudad. Desde entonces, el pueblo le llamó Guzmán El Bueno.

El recuerdo de Guzmán, ese hombre bueno, lo tuve presente cuando ETA secuestró a José Antonio Ortega Lara y también cuando lo hizo con Miguel Ángel Blanco. Todos los españoles lloramos por la injusticia cuando ETA asesinó al joven concejal y también todos celebramos victoriosos el triunfo del Estado de Derecho cuando la Guardia Civil liberó al ex funcionario de prisiones.

 

Pero no fueron sólo sentimientos. Con el asesinato y la liberación de ambos, todos aprendimos verdades y valores que nos hicieron más fuertes como pueblo, más conscientes de nuestra fortaleza democrática y, sobre todo, más libres.

 

Ahora el Gobierno de Zapatero intenta justificar la decisión tomada de excarcelar prácticamente al histórico etarra De Juana Chaos asegurando que el Ejecutivo de PP intentó también negociar la liberación tanto de Miguel Ángel Blanco como de Ortega Lara. Nada más lejos de la realidad.

 

Cuando Ortega Lara fue secuestrado en 1996, gobernaba el PSOE, y el entonces ministro del Interior, Juan Alberto Belloch, bendijo contactos con presos de la dirección de ETA. Las conversaciones no prosperaron y, en cuanto el PP llegó al poder, el "duro" de Mayor Oreja ordenó tajantemente cortar todo intento de negociación. Es verdad que hubo en esos años acercamientos de presos de ETA, pero individualizados y nunca con el objetivo de negociar la liberación del funcionario de prisiones. En esos casos había algo de arrepentimiento, ya que la mayoría de estos presos presentaban informes de satisfactoria "evolución en su comportamiento". O también se trataba de reclusos con enfermedades terminales.

 

Cuando ETA chantajeó al Estado con el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, también hubo contactos y mediaciones internacionales alentadas por históricos dirigentes socialistas. Aznar no movió ni un dedo.

 

Que entonces se acusara al Gobierno popular de "inflexible" e "inhumano", de "duro", y ahora el Ejecutivo de Zapatero pretenda manipular la verdad de los hechos y presentarnos a un Mayor Oreja y a un José María Aznar "sensibles", "receptivos" y "blandos" es faltar a la verdad. Nadie duda de que si ETA se ha encontrado en toda su existencia políticos frente a los que se han estampado todos sus chantajes, pretensiones y aspiraciones, ésos han sido Jaime Mayor Oreja y José María Aznar.

 

El tiempo pondrá a cada gobernante en su sitio. Es verdad que pocos pasan a la historia con el reconocimiento del pueblo como "buenos", como Guzmán, que por cierto fue paisano de Zapatero, ya que nació en León.

 

Raquel Martín

Páginas Digital, 6 de marzo de 2007

 

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