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Dos mentiras de Pepiño: escudo constitucional y moderación socialista

Dos mentiras de Pepiño: escudo constitucional y moderación socialista José Blanco, secretario de Organización del PSOE, es uno de los personajes más útiles de la política española actual. Si no existiese habría que inventarlo, ya que sus aportaciones y exhumaciones son un soplo de aire fresco en medio de tantas tensiones. Gracias, Pepiño.

Gracias, Pepiño, ahora mismo por habernos devuelto la palabra "aguilucho". Zoología aparte, en la política española los últimos "Aguiluchos" fueron los pistoleros de la FAI –socios del PSOE- antes de la Guerra Civil y durante la misma, que se distinguieron precisamente por sus obras benéficas en la retaguardia. Es decir, atracos, torturas y asesinatos en masa.

Pero donde Pepiño está viendo aguiluchos es en las manifestaciones apoyadas por el Partido Popular contra la rendición del Estado de Derecho frente a los abertzales. Pepiño –ustedes le disculparán, pero no pudo terminar sus estudios- quiere referirse al anterior escudo oficial de España, que algunos manifestantes, muy pocos la verdad, exhiben en sus banderas nacionales en esas manifestaciones. Pepiño y su séquito de extrema izquierda llaman a ese escudo –sí, sí, el del aguilucho- preconstitucional, anticonstitucional y si se animan, incluso, antidemocrático. Y ahí, ay, resbala nuestro Pepiño.

Ciertamente el escudo nacional vigente –con variantes- entre 1938 y 1983 es anterior a la Constitución de 1978. Tan anterior como el de los Reyes Católicos –del que procede-, como el de Carlos V –con águila bicéfala e imperial, éste- o como el de los Borbones en el siglo XVIII. Una obviedad, Pepiño, ¿te asustan las cosas antiguas? Pero que sea anterior a nuestra Constitución no quiere decir que sea contrario a la misma; es más, Pepiño, te invito a una cena en tu Casa del Pueblo preferida si encuentras en qué artículo de la Constitución se habla de escudos y de aguiluchos. Verás que no hay ningún escudo en el texto de la Constitución.

Pepiño, qué bola estás intentando meter a tu gente. Porque el único escudo que aparece en la Constitución es el que encabeza el ejemplar que Don Juan Carlos firmó y rubricó tras el referéndum del 6 de diciembre. Y ese escudo –estrictamente, el único escudo constitucional- lleva un aguilucho. Para los que de entre ustedes tengan más inquietudes intelectuales que Pepiño, se trata del águila de san Juan Evangelista, patrono de la casa de Trastámara, símbolo familiar de Isabel y Fernando.

 

Y ése no es ya el escudo de España, sencillamente porque una norma posterior de rango inferior lo sustituyó por el actual. Una ley hecha después de la Constitución, lo cual implica que ambos escudos –el actual y el precedente, sin y con aguilucho- son igualmente democráticos, aunque uno sea sólo una reliquia histórica y otro sea el símbolo actual de la nación.

 

A propósito de símbolos democráticos, Pepiño, repásate el artículo 4 de la Constitución, que sí dice cómo es la bandera de España. Curiosamente, España no tiene un escudo constitucional, pero sí tiene una bandera constitucional. Así que, Pepiño, fíjate bien en las manifestaciones en las que haya banderas preconstitucionales, anticonstitucionales y antidemocráticas, como son la bandera tricolor de la fracasada Segunda República y las de los regímenes genocidas comunistas. Dí a Rubalcaba que disuelva esas manifestaciones de fanáticos nostálgicos, Pepiño, aunque las hayas convocado tú.

 

Ah, Pepiño, se me olvidaba. Felicidades por haber llenado de miedos las mentes de los dirigentes de la derecha española. Mientras que tú te paseas junto a Santiago Carrillo bajo hoces y martillos, el PP y UPN andan preocupándose de tus aguiluchos, que son una especie ya extinta y que no causa ningún bien pero tampoco ningún mal. Has conseguido que hasta mi presidente Miguel Sanz, al convocar la ansiada manifestación navarra del día 17, nos prevenga contra los símbolos antidemocráticos, como si hubiese otros distintos de la ikurriña del racista Arana o de las banderas de la izquierda que tanto os gusta sacar de la naftalina. En fin, Pepiño, para qué seguir hoy: tu mentirijilla heráldica no llegará muy lejos, y la supuesta moderación del PSOE, mientras tanto, debió de perderse junto a los papeles del CESID.

 

Pascual Tamburri

El Semanal Digital, 8 de marzo de 2007

 

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