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Triste aniversario

Triste aniversario

Mañana, 22 de marzo, se cumple un año del anuncio hecho por ETA de su "alto el fuego permanente". Doce meses después, los españoles nos encontramos mucho peor: más divididos, más desconfiados de nuestro Gobierno y menos libres. Y lo más preocupante: Zapatero no atiende a los hechos, sólo a su proyecto.

 

Parece que ha pasado no un año, sino un siglo desde el pasado 22 de marzo, cuando unos encapuchados leían un comunicado y una voz de mujer anunciaba un "alto el fuego permanente". ¿Qué ha pasado en todos estos meses?, ¿nos encontramos mucho mejor o peor que hace un año?, ¿ha servido para algo este supuesto alto el fuego?

 

Si estas preguntas se las hiciéramos a Zapatero respondería, con su incansable optimismo, que estamos mejor, que está mereciendo la pena este proceso. Pero hay que ser muy ciego como para reconocer, con objetividad y también con dolor, que estamos mucho peor.

 

Es real y cierto que en estos meses la violencia no ha cesado. No ha parado la extorsión a los empresarios vascos y navarros, y la violencia callejera se ha incrementado y se ha llevado por delante la vida de un anciano, Ambrosio Fernández, que falleció por intoxicación. Además, ETA acabó con la vida de dos personas, Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio, cuando puso el bombazo en la T4 de Barajas.

 

Pero la enumeración de los hechos continúa: el brazo político de ETA, Batasuna, se ha convertido en un verdadero interlocutor político, las víctimas del terrorismo han sido despreciadas por el Gobierno y también, por primera vez, un Ejecutivo ha tenido que reconocer su cesión a un chantaje de ETA al conceder la prisión atenuada para el sanguinario terrorista De Juana Chaos, "para evitar males mayores", ante la indignación de la mayoría.

 

Sólo con la concatenación de estos hechos, sería suficiente como para responder que estos 12 meses de supuesta tregua no han merecido la pena. Pero es que además, este mal llamado proceso de paz, mimado por Zapatero, ha acarreado graves consecuencias, como la ruptura total del consenso entre los dos principales partidos políticos, la incertidumbre por el futuro de nuestro modelo de Estado -para ello habría que preguntárselo a los navarros-, así como la cada vez más creciente fractura y crispación social.

 

Estamos peor que hace un año y Zapatero parece comportarse como si toda esta enumeración de hechos no hubiera existido. Los censura. El presidente tiene claro su proyecto y quiere seguir adelante, pese lo que pese y caiga quien caiga. Quizás lo peor que le pueda pasar a un país es tener a un presidente que se cree un iluminado y no atiende a los hechos. Todavía peor: quiere imponer su proyecto por encima de los hechos.

 

En este triste aniversario, habría que decirle al presidente: gracias por intentarlo, pero no ha merecido la pena.

 

Raquel Martín

Páginas Digital, 21 de marzo de 2007

 

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