Canadá: matrimonio homosexual y resultados electorales
El alza extraordinaria de Acción Democrática del Québec, un partido que se declara nacional quebequés pero no explícitamente independentista, que ha recuperado un centrismo clásico. Este partido tenía 1 escaño en 1998, 4 en el 2003 y ha alcanzado ahora ¡41 escaños! en un parlamento de 125. Ha crecido el casi el 1000% en cuatro años. Es el gran vencedor de las elecciones.
La derrota importante del Partido Liberal que defiende el Canadá federal y por consiguiente, la unidad. Su pérdida de representación, tenía 76 escaños y pasa a 48, se ve matizada porque es la fuerza más votada y quizás pueda seguir gobernando.
El hundimiento histórico del Partido Quebequés que pasa de 45 a 36 escaños y se convierte, por primera vez en su historia, en el último de la fila, alcanzando sus peores resultados.
Lo extraordinario de esta situación tiene múltiples explicaciones. Una es el fraccionamiento del voto francófono; otra, la unidad de voto de los anglófonos.
También ha influido la fatiga en el electorado por el continuo debate entre federalistas e independentistas que se ha saldado precisamente con la victoria de Acción Democrática.
También puede haber influido el hecho que hace pocos meses el primer ministro del gobierno federal, Stephen Harper, lanzó una audaz iniciativa al proponer al Parlamento federal que se votara a favor de la consideración de Québec como nación. Este hecho creó una fuerte contradicción en el seno del propio Partido Quebequés, porque si votaban en contra, rechazaban aquella posibilidad, pero si lo hacían a favor estaban asumiendo una identidad nacional, pero dentro de Canadá.
Pero existe un último factor que ha sido menos casi ignorado en las páginas de información españolas a pesar de constituir una de las razones más contundentes del hundimiento del Partido Quebequés, sobre todo en las áreas rurales, con unos resultados escandalosamente bajos.
Se trata de su líder, Andre Boisclair, que todo el mundo da ya por defenestrado. Dos hechos contribuyeron a este rechazo popular del dirigente independentista: su homosexualidad confesa y alardeada, y sus declaraciones sobre el hecho de que había consumido droga en el pasado. Quizás, Andre Boisclair, estaba convencido de que el progresismo y la permisividad que caracteriza a la sociedad canadiense no le pasaría factura. Los hechos demuestran lo contrario, y esto a pesar de que el Canadá es uno de los cuatro países del mundo en los que está reconocido el matrimonio homosexual.
La idea de que la instrumentalización de esta institución permite la normalización de la homosexualidad se demuestra así equivocada, porque el alarde disgusta a muchísima gente que, por otro lado, no tiene ningún problema en aceptar la homosexualidad como una opción personal vivida en su privacidad.
En este sentido el contraste con otras circunstancias es evidente: mientras donde existe el matrimonio homosexual rechazan a un candidato que ha enarbolado su sexualidad, en Francia y Alemania donde no existe no existen ni se esperan bodas homosexuales, hay alcaldes de ambos países, también homosexuales sin complejos, que alcanzan excelentes cotizaciones electorales.
Editorial de Forum Libertas, 30 de marzo de 2007
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