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El PNV, dividido entre las dudas de Imaz y la memoria histórica de ETA

El PNV, dividido entre las dudas de Imaz y la memoria histórica de ETA El Aberri Eguna es, para el nacionalismo vasco, el momento de una inevitable reunión de familia, con sus ritos, su foto, el cuñado insoportable, los niños que no paran, el abuelo que se duerme, la suegra que no calla. Y los viejos litigios pendientes, y las herencias por repartir, y los bienes familiares que todos codician. Menudo día el de ayer, para todos los miembros de la familia que fundó Sabino Arana.

Las cosas son bastante complicadas entre las distintas ramas de la familia, el PNV de discutida primogenitura, los rebeldes de EA, los eternos y sangrientos adolescentes de ETA y Batasuna, la joint venture de Nafarroa Bai, los parientes pobres de Aralar y Batzarre. Todos vienen del mismo sitio y dicen querer la misma independencia, es cierto, y todos se reúnen en las grandes ocasiones y festejos compartiendo la misma pomposa retórica decimonónica. Pero a la hora de la verdad ¿están a gusto juntos? ¿Quieren lo mismo? ¿Son un bloque monolítico o serían felices encontrando una excusa para divorciarse?

 

El PNV, centro del juego político

 

En el País Vasco no hay política si no se hace pasando por el Partido Nacionalista Vasco, auténtico movimiento transversal, interclasista y multicolor que une, reúne y pacifica fuerzas muy diversas. Esto no supone dar por buena la identificación entre lo vasco y lo nacionalista –la falacia más grande que vieron los tiempos- sino reconocer que el PNV ha movilizado a toda una parte de la sociedad, dando una respuesta mucho más que política, mientras que los partidos no-nacionalistas se han limitado en el mejor de los casos a recoger votos. Seguramente el PP pensó que no podía hacer otra cosa, y sin duda el PSOE no quiso hacer otra cosa.

 

Dicen ahora los analistas que la buena conexión entre el líder del PNV, Josu Jon Imaz, y el presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero estaría creando una "pinza" contra el presidente regional Juan José Ibarretxe, cada vez más inclinado al sector de Joseba Egibar en el PNV; sector supuestamente más "duro" y verbalmente más independentista. Pero no es tan sencillo, porque en medio está ETA.

 

ETA: hagamos memoria de su verdadero rostro

 

En el resto de España podemos fingir que no lo sabemos, pero ETA es lo que siempre ha sido, y su aparición en la prensa de ayer, domingo de Pascua, no hizo más que confirmarlo. ETA lidera un movimiento revolucionario, que tiene como objetivo, sí, la independencia, pero también y sin solución de continuidad una transformación radical de la sociedad. Son hijos de los movimientos marxistas tercermundistas de la segunda mitad del siglo XIX, y aplican sin complejos el terror como medio, como lo hicieron sus maestros Lenin, Stalin, Mao, Che Guevara y Ben Bella.

 

ETA no es un grupo de escolares, sino una bomba de relojería para cualquiera que se siente a su lado. ETA es la misma que en marzo de 1973 secuestró a los trabajadores españoles Humberto Fonz Escobedo, Jorge Juan García Carneiro y Fernando Quiroga Veina. Su crimen: haber ido al cine en el sur de Francia y haber sido confundidos por los etarras –algunos supuestamente reinsertados- con policías españoles. Su democrático destino: ser torturados hasta la muerte en un escondite de la banda, serles arrancados los ojos con un destornillador y ser enterrados en una fosa común que nadie, pese a amnistías y procesos varios, ha tenido el valor de revelar a los familiares.

 

Eso era y es ETA. ¿Ustedes creen de verdad que Josu Jon Imaz quiere quedarse a solas en una habitación a oscuras con esa gente? Tal vez Imaz –y el PNV de base- no se acerque tanto a Zapatero como líder del PSOE que puede conceder la independencia sino como gobernante español que –con toda la fuerza del Estado- aún se interpone entre ETA y sus futuras presas nacionalistas.

 

Pascual Tamburri

El Semanal Digital, 9 de abril de 2007

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