ZP quiere a ETA en las instituciones, pero Ibarretxe e Imaz, así, no
Hipocresía generalizada
España, sin embargo, es una democracia, y presume de la libertad de pensamiento y de expresión. Para que un régimen político sea democrático no es imprescindible que la libertad de las ideas sea total –valga por todos el ejemplo del comunismo, ilegal durante décadas en la República Federal de Alemania- pero, en nuestro caso, en la Ley de Partidos PP y PSOE convinieron que las ideas abertzales más extremistas no fuesen ilegales, sino sólo su defensa mediante la violencia.
Así las cosas, Batasuna es ilegal no por sus ideas, sino por ser parte de ETA –cosa que además técnicamente no es exacta: son dos partes de un movimiento- y sólo demostrando que un partido es terrorista puede ser ilegalizado. PP y PSOE tuvieron reparos al redactar la Ley de Partidos y hoy, a menos que ETA haya trufado las candidaturas de ANV de criminales convictos, la izquierda abertzale va a estar en las urnas. Esa Ley, por lo demás, no la ha hecho Zapatero: se ha limitado a aprovechar un hueco "políticamente correcto" que estuvo allí desde el principio.
Vencedores y vencidos: hay sorpresas
La reaparición electoral de la izquierda abertzale reparte de nuevo las cartas en la política vasca y navarra. Ganadores netos de la jugada hay sólo dos. El primero de ellos es el nacionalismo socialista de ETA y de ANV, que recupera una posición dolorosamente perdida; y el segundo el PSOE, que con esta resurrección no pierde votos y gana una baza política, la reapertura del "proceso de paz" y un posible aliado de izquierdas en tiempos por venir. ¿El resto? Perdedores.
Perdedores son, por supuesto, PP y UPN, que pierden su batalla contra el terrorismo y verán de nuevo con representación a los asesinos de tantos concejales, militares y policías. Perdedor es Aralar, que sonríe a disgusto, felicitando a ANV pero lamentando los votos que no quedarán huérfanos (aunque Patxi Zabaleta personalmente tendrá grandes compensaciones en Navarra). Y perdedor es el PNV, que dice alegrarse pero que no en vano ha emprendido un giro de envergadura en las últimas dos semanas. Juan José Ibarretxe pidiendo perdón a las víctimas de ETA y Josu Jon Imaz pidiendo a la izquierda abertzale que deje las armas para siempre no son una casualidad: son la señal clara de que el nacionalismo conservador no quiere quedarse a solas con el nacionalismo revolucionario. ETA va a pedir su libra de carne, y el PNV –desde siempre rival ideológico de ANV y de ETA aunque haya sido su aliado en tiempos de crisis- teme que sea cortada a su costa.
Pascual Tamburri
El Semanal Digital, 3 de mayo de 2007
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