El PP gana en votos pero Zapatero ve reforzado su proyecto
No es fácil hacer una valoración sintética de unas elecciones municipales y autonómicas en las que entran en juego infinidad de factores dispares que pueden determinar el sentido del voto de los ciudadanos. De este modo, como elemento de juicio pueden influir aspectos que van desde la promesa de la construcción de un centro de salud o una escuela infantil en el propio barrio hasta la política antiterrorista del Gobierno central.
No obstante, es posible y conveniente extrapolar los datos al ámbito nacional pues, como ha podido observarse a lo largo de la campaña electoral, estos comicios se han planteado en gran medida como un plebiscito en torno a la figura del presidente Zapatero y de su controvertida política en materia territorial y en relación al problema del terrorismo de ETA.
Y en este sentido se puede concluir que, aunque el Partido Popular ha ganado por 155.000 el cómputo total de sufragios, las elecciones han supuesto un espaldarazo a los planes de Zapatero por más que éstos sigan resultando en gran medida inconfesables.
Desde que ganó las pasadas elecciones generales y formó gobierno, Rodríguez Zapatero ha practicado una política que se aleja de la Constitución y el espíritu de la Transición, huye de los consensos básicos con el primer partido de la oposición y se hace, en cambio, cómplice de los nacionalismos más exacerbados y connivente con quienes tienen como fin la desfiguración de España y con quienes incluso emplean la violencia para conseguir sus objetivos. Ya que semejante deriva rompe con las posiciones tradicionales del PSOE, estos comicios aparecían como un buen termómetro para saber si el presidente del Ejecutivo podía, por todo ello, perder el apoyo de una parte importante del electorado socialista de siempre.
Sin embargo esta base electoral sólo ha experimentado una reducción de 240.000 votos respecto a las anteriores elecciones municipales de 2003, una merma insignificante que desde luego no refleja grandes fisuras ni deserciones en masa en el ámbito socialista. A pesar de la diligencia de algunos líderes díscolos, éstos no logran que les secunde una porción suficiente de militantes y electores.
Navarra, frente al abismo
En segundo lugar, a Zapatero le salió bien ayer su estrategia en Navarra. Merced al excelente resultado de Nafarroa Bai, el PSN de Fernando Puras podrá cerrar un acuerdo para acceder al Gobierno foral. Aquí deberá el inquilino de Moncloa cumplir el compromiso de “territorialidad” adquirido con ETA y Batasuna, que es el pilar más importante sobre el que se sustenta la negociación con los terroristas. La carambola es perfecta porque, al no tener la presión directa de ANV en el Parlamento navarro, la coalición PSN-NaBai-IU podrá avanzar en la integración vasco-navarra con cierta tranquilidad. Esta estrategia precisa de una gran dosis de disimulo hasta que se celebren las elecciones generales. Durante ese tiempo seguiremos oyendo a los dirigentes socialistas acusar al PP de sacar a pasear los fantasmas de la anexión, pero si Zapatero accede a un segundo mandato, tendrá cuatro años para consumar su inconfesable proyecto.
Sólo estos dos factores llevan a la conclusión de que, aunque la victoria táctica de ayer fuera para el PP, el verdadero triunfo estratégico fue para Zapatero, que ve reforzado su proyecto de crear un gran frente de izquierda nacionalista que busca debilitar la estructura del Estado y hacerla dúctil a sus intereses.
Ignacio Santa María
Páginas Digital, 28 de mayo de 2007
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