ETA vence: mal día para nuestra democracia
Ayer fue un mal día para España. ETA, después de más de cuarenta años de lucha armada contra el Estado, las leyes y las instituciones, ha conseguido uno de sus objetivos más antiguos y, hasta la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero, más impensables. El crimen ha empezado a ser rentable.
El movimiento independentista armado, eso que ahora empieza a ser políticamente correcto en el PSOE llamar "la izquierda abertzale", ha exigido desde la Transición que el problema vasco, un problema que antes de los asesinatos sólo existía en la ideología nacionalista, se internacionalice. ETA no sólo quiere que el Estado ceda lo que en su tiempo reflejaba la "alternativa KAS" -anexión de Navarra, liberación de los presos, independencia y el día de mañana el socialismo-, sino que además la rendición se haga con testigos y garantes internacionales, que impidan que el Gobierno cambie de opinión o se vuelva atrás.
Esa internacionalización estaba en la lista de peticiones de ETA a Zapatero. Y el presidente del Gobierno parece rendido. Por el simple hecho de que el "proceso de paz" haya viajado al Parlamento Europeo ETA ha obtenido una victoria; importaba poco quién votase a favor de la cosa, y menos aún si vencían o no. La victoria estaba cantada porque el Grupo Socialista pagó el precio que ETA quería: presentó su moción y la sometió a votación.
La segunda parte de la victoria de ETA estuvo en la confusión que la propuesta ha creado. Por un momento ni los miembros del Grupo Popular ni los demás amigos que el PP y España tienen en las instituciones europeas supieron qué pensar, qué hacer o qué votar. En las filas socialistas el desconcierto ha sido similar, y muchos diputados de izquierdas han votado a favor de lo que pedía el socialista Enrique Barón sólo por disciplina. Frente a tanta perplejidad y división entre los grandes partidos españoles los nacionalistas estuvieron más unidos y arropados que nunca; como dijo el eurodiputado Jaime Mayor Oreja, fue "una victoria moral para ETA".
Por último, Zapatero y su equipo en las instituciones europeas han logrado una tercera victoria para ETA. Por muy poco, dicen (321 contra 311 diputados), pero la moción socialista, que habla de "paz" para el País Vasco como si hubiese habido una guerra o como si pudiese haber negociación o comparación entre quienes defienden las leyes y quienes las violan. ETA tuvo ayer un buen día, y en consecuencia no lo tuvieron nuestra libertad ni nuestra democracia. Antonio Martín BeaumontEl Semanal Digital, 26 de octubre de 2006
El movimiento independentista armado, eso que ahora empieza a ser políticamente correcto en el PSOE llamar "la izquierda abertzale", ha exigido desde la Transición que el problema vasco, un problema que antes de los asesinatos sólo existía en la ideología nacionalista, se internacionalice. ETA no sólo quiere que el Estado ceda lo que en su tiempo reflejaba la "alternativa KAS" -anexión de Navarra, liberación de los presos, independencia y el día de mañana el socialismo-, sino que además la rendición se haga con testigos y garantes internacionales, que impidan que el Gobierno cambie de opinión o se vuelva atrás.
Esa internacionalización estaba en la lista de peticiones de ETA a Zapatero. Y el presidente del Gobierno parece rendido. Por el simple hecho de que el "proceso de paz" haya viajado al Parlamento Europeo ETA ha obtenido una victoria; importaba poco quién votase a favor de la cosa, y menos aún si vencían o no. La victoria estaba cantada porque el Grupo Socialista pagó el precio que ETA quería: presentó su moción y la sometió a votación.
La segunda parte de la victoria de ETA estuvo en la confusión que la propuesta ha creado. Por un momento ni los miembros del Grupo Popular ni los demás amigos que el PP y España tienen en las instituciones europeas supieron qué pensar, qué hacer o qué votar. En las filas socialistas el desconcierto ha sido similar, y muchos diputados de izquierdas han votado a favor de lo que pedía el socialista Enrique Barón sólo por disciplina. Frente a tanta perplejidad y división entre los grandes partidos españoles los nacionalistas estuvieron más unidos y arropados que nunca; como dijo el eurodiputado Jaime Mayor Oreja, fue "una victoria moral para ETA".
Por último, Zapatero y su equipo en las instituciones europeas han logrado una tercera victoria para ETA. Por muy poco, dicen (321 contra 311 diputados), pero la moción socialista, que habla de "paz" para el País Vasco como si hubiese habido una guerra o como si pudiese haber negociación o comparación entre quienes defienden las leyes y quienes las violan. ETA tuvo ayer un buen día, y en consecuencia no lo tuvieron nuestra libertad ni nuestra democracia. Antonio Martín BeaumontEl Semanal Digital, 26 de octubre de 2006
0 comentarios