La guerra en Gaza. La victoria de Hamas
La evolución política en los territorios palestinos ha sufrido en los últimos días una aceleración de envergadura, tal vez histórica: dicho en dos palabras, los islamistas de Hamas vencen militarmente al otrora omnipotente Fatah y confirman lo que parece ser su objetivo estratégico: convertirse en el Hezbolá palestino.
En términos estratégicos y de poder político y material, el hecho es muy relevante y solo lo atenúa que lo sucedido en la pequeña banda de Gaza, baluarte y cuna del “Movimiento de la Resistencia Islámica”, no puede ser, y no podrá ser por mucho tiempo, traspasado a Cisjordania, el corazón del país palestino, donde las fuerzas políticas están muy igualadas, hay una activa y plural sociedad civil y en las grandes ciudades Hamas está lejos de poder imponer su hegemonía.
El hecho militar
En primera instancia, más allá del horror de las escenas de venganzas sectarias y asesinatos políticos, los observadores, sobre todo los observadores israelíes, anotan que Hamas se ha convertido en una importante fuerza militar. Es un misterio cómo ha conseguido, en pleno boicot internacional y árabe, acopiar armas y municiones para dar y ganar el desafío a las curtidas fuerzas de la “Seguridad Preventiva” y a los clanes familiares en la banda.
En este sentido lo sucedido es, en primer lugar, un fracaso estrepitoso para el coronel Mohamed Dahlan, “hombre fuerte” de al-Fatah en Gaza y considerado unánimemente como clave en una eventual salida auspiciada por Israel y los Estados Unidos, que le estiman y le han potenciado, sin mucho éxito, como el indispensable factor de la situación. Dahlan está físicamente ausente – en El Cairo por cuidados médicos – y le han llovido las críticas de oficiales de al-Fatah.
Un poder dentro de otro
La estrategia de Hamas es clara como el agua: ganó las legislativas de enero del año pasado por mayoría absoluta, pero su triunfo no fue genuinamente asumido por al-Fatah, habituado a cuarenta años de mando y control. Su gobierno fue saboteado por una invencible coalición de al-Fatah, los países árabes advertidos por Washington de las consecuencias que acarrearía apoyarlo y de la llamada comunidad internacional, que cerró el grifo de las ayudas económicas y ordenó un boicot político en toda regla.
El error occidental
La razón era evidente: Hamas no aceptó reconocer explícitamente al Estado de Israel (aunque ofreció una tregua indefinida si Israel evacua los territorios ocupados en el 67 y se adhirió a la “Iniciativa árabe”: paz y reconocimiento por tales territorios).
El error occidental, y en primer lugar de la Unión Europea al aceptar este diktat americano es clamoroso. El informe del ex-enviado de la ONU Alvaro de Soto en la región, revelado ayer en “The Guardian”, describe este boicot al gobierno palestino de unión nacional presidido por un islamista como el mayor de los errores cometidos por los Estados Unidos en el área.
A la vista de todo esto, Hamas decidió ser autosuficiente y se replegó sobre sí mismo aunque aceptó la negociación de un gobierno compartido con al Fatah en La Meca por iniciativa saudí. Tampoco esto funcionó: siguió el cerco internacional y circularon informes de que Israel consideraba, bajo presión americana, armar a fondo a las fuerzas del presidente Abbas para dar la batalla final contra los palestinos islamistas. De hecho, proclamas de Hamas denuncian estos días al Fatah oficial como colaborador de los sionistas.
Un nuevo contexto
Ha sido con toda probabilidad un esfuerzo iraní, vía Siria y Hezbolá, el que ha armado al movimiento, que va camino de ser un partido-milicia con un programa político de modesta, pero eficaz solidaridad social y libre de toda sospecha de corrupción. El modelo Hezbolá calcado…(recordar cómo fue la gran fuerza libanesa capaz de hacer frente al invasor hace sólo un año).
La división palestina, percibida por todo el mundo como un suicido y la destrucción del esfuerzo mancomunado para alcanzar un Estado frente a Israel, es mucho más que eso ahora: es la inserción del combate palestino en un nuevo contexto, el del combate islamista como factor de cambio en todo Oriente Medio. Y en medio de la lucha el interminable dolor del pueblo palestino que se ve arrastrado, una vez mas hacia la tragedia.
Arafat, el recordado
Nadie tiene motivos, e Israel menos que nadie, para alegrarse por la aparición de un factor pequeño, pero muy resuelto, a continuar la batalla política y militar. Los israelíes hicieron cuanto pudieron – y hay toneladas de información sobre esto – para ayudar a crear una facción isalmista… destinada a debilitar a Arafat. El hoy recordado Arafat, laico, posibilista y político. El mismo a quien Ariel Sharon describió, para ignorarle, como irrelevante…
Reyes Madrid
El Plural, 14 de junio de 2007
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