Nafarroa Bai, Batasuna y ETA obtienen una victoria decisiva
Ustedes recordarán, más o menos vagamente, qué ha pasado en Navarra a lo largo de los últimos meses y años. El nacionalismo vasco, unido en sus variantes democráticas y acechante en las asesinas, sigue queriendo construir una nación y un Estado vascos; unos matando y otros matando a abrazos. Parte esencial de ese proyecto es la subversión de la identidad cultural navarra, extendiendo el eusquera y convirtiéndolo, además de en lengua de toda la provincia (cosa que jamás fue) en vehículo de difusión del proyecto separatista (cosa que es desde hace unas décadas) .
Desde que llegó Zapatero al poder hemos temido que el PSOE estuviese dispuesto a pactar una alianza con los abertzales, y que pudiese pagar ese precio. Que esa posibilidad era real se ha demostrado este verano, y sólo el cambio de ETA y el miedo electoral general han detenido a ZP. Ese miedo lo han generado el PP de Mariano Rajoy y los miles de navarros dispuestos a salir a la calle con banderas de España el 17 de marzo, en torno a Miguel Sanz. Reacción imprevista por unos y temida por otros, que triunfó en las urnas y que, desde luego, rechazaba de plano todo el programa abertzale y cualquier concesión a él, porque las concesiones ya han demostrado ser siempre y sin excepción contraproducentes.
Este miércoles 12 de septiembre, en torno al comienzo de curso, el consejero de Educación de CDN, Carlos Pérez Nievas, anunció que la Diputación Foral –legalmente aún se llama así- extenderá a los grandes municipios de la Cuenca de Pamplona el modelo D de enseñanza, es decir la enseñanza íntegramente en vascuence en centros públicos, sin modificar la Ley del Euskera pero aplicándola con "talante". Mucho, mucho talante en las latitudes del CDN, por eso y por las ansias normalizadoras de Juan Cruz Alli, que quiere que toda la Administración se rotule, para empezar, en vascuence.
Podríamos preguntarnos dónde lleva ese camino, pero ya lo sabemos; ya hemos experimentado en el Norte, y más aún en Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, las consecuencias políticas, culturales y sociales de estas cosas. A corto plazo el consejero, y quien lo aplauda, se sentirá moderno, feliz y progresista. A medio y largo plazo ni su partido, ni los aliados de su partido, ni el programa política de sus electores, ni la Navarra foral y española obtendrán ningún beneficio de esta concesión. Concesión a los complejos, porque representa un triunfo gratuito de los abertzales que jamás pagarán la deuda contraída. Y como bien saben todos los gobernantes acomplejados desde Rodolfo Martín Villa en adelante, la primera víctima del enemigo al que uno alimenta suele ser uno mismo.
Yo no sé qué quería ese ajustado 3% de navarros que votó al partido de Carlos Pérez Nievas. Estoy convencido de que no hay navarros "contra el euskera", pero también de que somos una inmensa mayoría los contrarios a su manipulación y politización, a la que los abertzales y los rendidos a su lógica llaman "normalización". Un 43% de los navarros, por lo menos, no ha votado para que el euskera se "normalice" en Cizur o en Noáin, pero a veces partidos derrotados o minúsculos deciden en políticas esenciales. Si la democracia es esto, tendremos que aprender a defender nuestras ideas, proyectos y principios en ella.
Pascual Tamburri
El Semanal Digital, 15 de septiembre de 2007
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