No acaba de ser creíble
Una cosa es que por parte del Gobierno no se entre en valoraciones sobre los comunicados de los terroristas, como el último en el que amenaza, algo a la desesperada, con atentados en cualquier lugar y en cualquier momento, y otra cosa bien distinta es que el jefe del Ejecutivo no tenga una sola frase de rechazo rotundo a tal atentado, aunque afortunadamente no haya que lamentar víctimas mortales. Pero es que hace tan sólo dos semanas ETA mataba a dos guardias civiles. Ese día sí tocaba hablar y apelar a la unidad, era el momento de las grandes declaraciones solemnes y parece que propósitos de enmienda por parte del presidente y su Gobierno.
Pero tan sólo han pasado 15 días, ya que los últimos asesinatos fueron el 1 de diciembre en Capbreton, y Zapatero se ha vuelto a quedar mudo. ¿Dónde están las apelaciones a la unidad de los demócratas frente al terror pedida por el presidente? ¿Dónde están las tajantes afirmaciones prometiendo el fin de la violencia? Cuando Zapatero calla, hay que estar preparados, porque su silencio después de este atentado de Sestao ha sido totalmente premeditado y ahora falta ir descubriendo su porqué.
¿Tiene que morir una persona o dos para que el presidente del Gobierno condene una nueva acción de ETA casi 24 horas después de su última amenaza en forma de comunicado? ¿Por qué se calla? ¿No hubiera sido mejor que Zapatero hubiera lanzado el mensaje de firmeza y determinación que un Gobierno debería enviar cada vez que se comete una nueva acción terrorista?
Desconozco si con su silencio está queriendo enviar señales de humo a la banda terrorista y a su mundo. Lo que sí ha quedado meridianamente claro es que el camino hacia la rectificación que quiere hacer trasladar el Gobierno a la sociedad no es en absoluto creíble. Si el Ejecutivo hubiera decidido poner tierra de por medio a su ilusión de pretender el fin dialogado de la violencia, no reaccionaría como lo está haciendo.
Hemos pasado en esta legislatura del “mal llamado proceso de paz” al “mal llamado camino hacia la rectificación”. Ni antes hubo proceso de paz alguno ni ahora, en el ocaso de esta legislatura, propósito de enmienda por parte de Zapatero. Es verdad que ha habido algún que otro gesto de cara a la sociedad española tras la ruptura del alto el fuego, como el traslado de nuevo del etarra De Juana a Madrid, el encarcelamiento de Arnaldo Otegi o las numerosas detenciones de la dirección de Batasuna y de bastantes terroristas callejeros. Pero Zapatero no está consiguiendo convencer a la sociedad española de que ha aprendido de sus errores. Para ser creíble sólo harían falta dos acciones determinantes: la ilegalización de ANV y la revocación de la autorización del Congreso a iniciar un proceso de diálogo con los terroristas.
La actitud de Zapatero, con sus pomposas declaraciones y silencios medidos en función de las circunstancias, revela que en campaña electoral todo vale, también parecer que se rectifica y que se quiere la derrota policial de ETA, aunque no se haga absolutamente nada para conseguirlo.
Raquel Martín
Páginas Digital, 18 de diciembre de 2007
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