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La irracional ideología de la perspectiva de género

La irracional ideología de la perspectiva de género

 

Un buen número de leyes españolas y autonómicas están basadas en unos fundamentos tan irracionales, oscurantistas y anticientíficos como la ideología de género.

 

Algunas son piezas integrales de esta doctrina, como la identidad sexual o el bodrio, incluso desde el punto de vista técnico jurídico, de la ley contra la violencia machista (sic) de la Generalitat de Catalunya.

 

Lo que subyace en todos estos planteamientos es la idea de que el ser humano no está predeterminado por su condición sexual, ser hombre o ser mujer, sino por otra categoría, el género, que corresponde a una construcción cultural, por consiguiente modificable y en buena medida dispuesta para ser servida a la carta. Así hay hombres en cuerpos de mujeres y mujeres en cuerpos de hombre.

 

Como puede observarse con este enfoque lo que se hace es transformar situaciones que se dan en una mínima proporción de la sociedad, -la llamada “disforia de género”- se sitúa como mucho en torno al 0,1% de la población y seguramente esta es una valoración sensiblemente elevada, en norma que explica el conjunto del género humano toda su historia y cultura.

 

Al actuar de esta manera se están vulnerando todos los fundamentos materiales del ser humano.

 

Para empezar: su genotipo. De los 46 cromosomas humanos, la mujer posee un par “XX” que en el hombre es “XY”. En este último cromosoma “Y” hay el llamado gen “TDF” que es el generador de las hormonas masculinas.

 

La diferencia está en el propio origen. Esta distinta composición cromosómica y hormonal determina numerosas diferencias en el desarrollo y en la interrelación del ser con el exterior, la interacción con el medio, es decir el fenotipo.

 

La estructura genética condiciona aspectos tales como el hecho de que el hombre sea más propenso a las enfermedades hereditarias que la mujer. La talla, el peso, la masa muscular, la temperatura corporal, el consumo de calorías, marcan diferencias importantes.

 

A simple vista destacan los caracteres sexuales secundarios absolutamente inconfundibles. Tal diferencia visual, no es algo sin sentido sino que obedece al mensaje que los dos componentes de la especie humana se trasmiten para su relación, que en último término está dirigida a la descendencia.

 

Este es un punto extraño y crucial: para la ideología de género la descendencia es un fenómeno marginal. Es la primera vez en la historia humana, en que a gran escala se produce una ideología de este tipo, autoliquidativa de la especie.

 

El cerebro del hombre y la mujer presenta diferencias. Por ejemplo, el haz nervioso que conecta ambos hemisferios cerebrales y es el responsable del intercambio de información es más grueso en las mujeres. Esto les permite manejar un mayor número de datos entre ambas partes del cerebro.

 

Como es lógico todo esto someramente apuntado, y otras muchas cuestiones, generan una interacción con el medio típicamente distinta en función del sexo.

 

Desde cuestiones tan elementales como la capacidad para aparcar, donde el mejor sentido de la profundidad y perspectiva en el procesamiento de la información por parte del cerebro marca una diferencia a favor de los hombres, hasta la mayor capacidad para realizar tareas distintas simultáneamente, que es superior en ellas debido a la mayor interconexión de los hemisferios.

 

Todas estas cuestiones no nacen de un proceso histórico o cultural, son biológicas, genéticas, nacen de la propia naturaleza humana, no de su cultura, aunque como es lógico se expresen también relacional y culturalmente.

 

En el matrimonio y en la función materna y paterna estas diferencias se complementan y confieren al agregado de la pareja un valor añadido que por si solos carecen y que no radica en el número “ser dos”, sino en la cualidad, ser hombre y mujer. Porque esa es la diferenciación que otorga el valor añadido, la capacidad de generar nuevas sinergias. Este valor añadido tiene su traducción más importante en la función educativa de los padres.

 

No existe ningún fundamento que avale la teoría de género.

 

La cuestión entonces es evidente ¿cómo es posible que una aberración de tal calibre no sea racionalmente contestada desde los medios culturales y científicos?

 

¿Cómo es posible que médicos, psiquiatras, psicólogos, biólogos, en definitiva, todos los campos relacionados con el conocimiento de lo que es el ser humano, permanezcan impasibles ante una ideología que se traduce en políticas concretas que entra de lleno en lo irracional?

 

¿Dónde está el pensamiento ilustrado, los defensores de la razón, los exegetas de la modernidad?

 

Ese es el problema y posee una dimensión histórica porque difícil es encontrar a lo largo del tiempo un proyecto cultural y político tan absurdo y al mismo tiempo tan sumisamente aceptado por quienes tienen como oficio el pensar, el escribir y el decir al servicio de la verdad.

 

 

Editorial de Forum Libertas

19/05/2008

 

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