Reseña en Canal Social de La ruta del odio
La existencia del terrorismo suscita muchas preguntas en la sociedad actual. Este libro responde a las 100 incógnitas más importantes, pretendiendo responder con sencillez y claridad; desde la lógica, el sentido común y las informaciones contrastadas. Y todo ello, con los ojos, la cabeza y el corazón puestos en la situación española en su encrucijada actual.
Una de las conclusiones del libro, a la que pronto llegará el lector, es la siguiente: el terrorismo moderno nace en el siglo XIX alimentado por el nihilismo/anarquismo, el nacionalismo extremo y el marxismo revolucionario. Ya en el siglo XX alcanzará categoría de «ciencia» de la mano del marxismo-leninismo. Por último, y gracias a la globalización, su alcance se ha hecho universal; circunstancia que augura que la imagen de Osama Bin Laden y la amenaza del yihadismo, junto a otras expresiones terroristas, sin duda, nos acompañarán durante muchos años.
La muerte de Bin Laden y la instrumentalización que éste llevó a cabo de la religión al servicio del odio y de innumerables asesinatos, han traído de nuevo a la actualidad uno de los tópicos favoritos de los ambientes culturales y mediáticos del laicismo y lo “políticamente correcto”: la supuesta vinculación entre terrorismo y religión.
Fernando Vaquero Oroquieta aborda esta cuestión en este libro con gran claridad de criterio.
El terrorismo violenta en grado extremo ese corazón, negando desde una ideología totalitaria, con su desprecio absoluto de los derechos humanos, esas exigencias. Así, el terrorista se transforma en una especie de zombi, cuya afectividad y todos sus procesos humanos son distorsionados por el virus de la utopía; lo que deriva en la destrucción del “otro”, ya sea entendido como enemigo de clase, de la construcción nacional, de la raza elegida…
Por un lado, desde el pensamiento progresista e hipercrítico hoy dominante, se pretende eliminar la religión, especialmente la católica, al concebirse como obstáculo del supuesto desarrollo infinito de la ciencia. Y por otro, desde presupuestos antagónicos, por ejemplo los de de la “Nueva Derecha” pagana, se asegura que el cristianismo, al ser un igualitarismo fruto del monoteísmo según afirman, no respetaría otras identidades que no fueran la propia: así la violencia en todas sus formas anidaría en el cristianismo; también la terrorista. Una coincidencia, ciertamente sorprendente. En última instancia se pretende sacrificar a la religión en aras de un proyecto ideológico utópico e inalcanzable: ya sea un optimismo cientificista, ya el retorno a una comunidad pre-cristiana.
Únicamente desde la conciencia de una identidad cultural y el amor al destino de los demás puede dialogarse, si lo que se pretende es construir y no meramente parlotear. Hoy día se habla mucho y se escucha muy poco; pues la mayoría de interlocutores creen saber todas las respuestas. El relativismo es enemigo del diálogo. De hecho, un relativismo extremo, el del nihilismo ruso de finales del siglo XIX, configuró el terrorismo moderno en todas sus dimensiones; si bien sería el marxismo-leninismo el que le dotó con su carácter de presunta “ciencia”.
Autor Crítica: María Hens
http://www.canalsocial.net/secciones/libros/ficha_libro.asp?ID=3108&titulo=La%20ruta%20del%20odio.%20100%20respuestas%20claves%20sobre%20el%20terrorismo
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