Blogia
Foro El Salvador

El libro "La ruta del odio"

“La ruta del odio” ha alcanzado hoy las 4.000 visitas en su ficha de la web de Editorial SEPHA

“La ruta del odio” ha alcanzado hoy las 4.000 visitas en su ficha de la web de Editorial SEPHA

Todo un récord en la web de la editorial del infatigable y valiente Gonzalo Sichar.

Un éxito que hay que agradecer a lectores, libreros, investigadores y todos los amigos que nos han honrado con su apoyo.

Muchas gracias a todos.

http://www.editorialsepha.com/n/len/0/prd/367/la-ruta-del-odio

Primero, abandono de las armas, después, política; no al revés”

Primero, abandono de las armas, después, política; no al revés”

ENTREVISTAS LA CÁMARA: Fernando José Vaquero Oroquieta, escritor

Jueves 29 de diciembre de 2011

Hoy entrevistamos en el Diario La Cámara al escritor Fernando José Vaquero Oroquieta, autor del libro La ruta del odio. 100 respuestas claves sobre el terrorismo. El libro responde a las 100 incógnitas más importantes, pretendiendo responder con sencillez y claridad; desde la lógica, el sentido común y las informaciones contrastadas.  

 

 

P.: Para empezar hablando de “La ruta del odio. 100 respuestas claves sobre el terrorismo”. ¿Cómo surgió este libro?

R.: Como sugerencia de un amigo escritor, José Antonio Ullate, quien me planteó que podía poner por escrito los contenidos de algunas charlas en las que venía participando sobre terrorismo en varias ciudades españolas. Los asistentes repetían las mismas preguntas; tanto dentro, como fuera de las salas. Ya había escrito no pocos artículos al respecto; pero no había contemplado tal posibilidad hasta que ese amigo me animó y me dijo, ¡puedes y debes hacerlo! Acaso el que por circunstancias personales y profesionales hubiera conocido a varias víctimas, y también a antiguos terroristas de varios países, pudo influir en el espaldarazo de este amigo.

P.: ¿Cuál es el objetivo del libro?

R.: Denunciar los totalitarismos y sus viciados mecanismos -lingüísticos, dialécticos, propagandísticos, coercitivos- de los que nacen tantas expresiones de violencia ciega dirigidas contra los seres humanos, entre ellas, la del terrorismo. Por ello he abordado numerosas cuestiones conexas que pueden resultar “políticamente incorrectas”.

P.: Según su libro el terrorismo moderno nace alimentado, entre otras cosas, por el nihilismo. ¿El terrorismo islámico también tiene una parte nihilista o se basa en otros conceptos?

R.: Se alimenta de las teologías más intransigentes del Islam. Una premisa: en el Islam, política, religión y cultura son una misma cosa. En consecuencia, Estado y Mezquita sin inseparables. Si a ello se le suman ciertas expresiones de la modernidad -avances tecnológicos, la importancia de los mass-media, y las modernas tácticas de guerra revolucionaria- se entiende que puedan caer en la tentación terrorista; entendida como una vía rápida, derivada de un análisis coste/beneficio, para la obtención de sus objetivos. Otra premisa: no todo islamismo es terrorista, ni viceversa. Pero comparten no pocas características de los totalitarismos occidentales; y en lo que respecta a algunas vivencias personales, incluso colectivas, cierta dimensión nihilista. Se trata, por tanto, más de una dimensión subjetiva que ideológica; no en vano si algo desprecian los islamistas es el relativismo y la indiferencia.

P.: ¿Cuáles considera los referentes ideológicos, si los hay, de los grupos terroristas en la actualidad?

R.: En su inmensa mayoría, sus referentes ideológicos son esa mixtura de teología integrista islámica, tacticismos postrevolucionarios, aderezamientos tecnológicos, fraseología marxista, dialéctica hegeliana… Y, cómo no, odio al diferente; de ahí la contaminación terroristas de algunos movimientos nacionalistas.

P.: ¿Qué referentes habría que seguir para avanzar en un camino hacia la paz? ¿Qué gobiernos, gobernantes y países son un ejemplo?

R.: La inmensa mayoría de grupos terroristas han sido derrotados a lo largo de la Historia.  Pero no siempre desde el respeto de los derechos humanos. Por ello, acaso un ejemplo modélico sea el británico en la actualidad. También ejecutó la guerra sucia, pero el proceso de paz norirlandés se ha afianzado cuando el IRA comprendió que no podía vencer y los británicos, controlando todo el proceso, pues llegaron a suspender la autonomía de Irlanda del Norte, les abrieron las puertas de la política, una vez optaron decididamente por la paz. Es decir: primero, abandono de las armas, después, política; no al revés. Pero, ojo, no caigamos en el simplismo de buscar paralelismos. Ni Irlanda es Euskadi, ni Irlanda del Norte es Navarra, ni el Reino Unido es España. España sin el País Vasco y/o Navarra es inconcebible.

P.: Para usted ¿Cuál es la razón de que ETA se haya mantenido tantos años?

R.: En buena medida, gracias a méritos propios: voluntarismo, trabajo sectorial, diversificación. Supieron crear una contrasociedad en la que puede vivirse, de modo atractivo y global, durante las 24 horas del día y los 365 días del año. Pero también gracias a claudicaciones ajenas, falta de perspectiva y audacia de los partidos democráticos en los sucesivos gobiernos de Madrid. Y, por último, gracias al oxígeno de ciertas izquierdas simpatizantes con buena parte de sus presupuestos; por no hablar del juego sucio e inmoral del PNV.

P.: ¿Qué opinión le merece el alto el fuego “permanente, general y verificable” de ETA?

R.: Van en serio. En imposible una vuelta atrás. Aunque es un cambio táctico y no estratégico: persiguen la independencia y el socialismo a medio plazo y están convencidos de que pueden alcanzarlos. Pero me escandaliza la falta de información por parte del Gobierno y de los grandes partidos democráticos. Es indudable que se viene negociando. Algo empieza a saberse gracias a Eguiguren y, triste es decirlo, al Gara. Pero me repugna ese interés de los políticos en tratarnos a los ciudadanos como menores de edad. No nos informan, no cuentan con una ciudadanía que ha demostrado una madurez impresionante. Los ciudadanos han puesto los muertos, el sufrimiento de numerosos colectivos, la movilización social cuando flaqueaban los políticos… antes o después nos enteraremos de muchas cosas. En suma, es inconcebible que ETA haya dado esos pasos, aparentemente irreversibles, sin contar con unas garantías de la “otra” parte. No nos han contado de la misa ni media.

P.: ¿Qué pasos debería dar ahora ETA? ¿Y la izquierda abertzale?

R.: Si de verdad quieren integrarse en el juego democrático, en primer lugar: disolver ETA definitivamente, entregando las armas, poniéndose a disposición de la Justicia. Y pedir perdón: no basta con equiparar el sufrimiento de las supuestas víctimas de “todas” las violencias. La equidistancia moral entre víctimas y verdugos es uno de los comportamientos que más repugna a una conciencia ética.

P.: ¿Cómo cree que va a afectar la presencia de Amaiur en el Congreso y en el País Vasco?

R.: En el Congreso, será un foco permanente de atención. Se apuntarán a cuantas propuestas rupturistas con el actual estado de cosas propicien otras formaciones. En el País Vasco, avanzarán en doble dirección: la construcción nacional y la toma de control del conjunto del nacionalismo vasco. Tenemos “cuestión vasca” hasta hartar…

P.: ¿Ve una situación similar con Bildu en Navarra?

R.: No, al  menos a medio plazo. Pero aquí también trabajarán para seguir avanzando. Son la más potente comunidad social en movimiento que actúa en Navarra. No hay nada enfrente atractivo que se les oponga. Así, seguirán ganando voluntades y ello se traducirá en más votos, convocatoria tras convocatoria; aunque sea poquito a poco. Y si un día otras fuerzas políticas se muestran propicias (PSOE, Geroa Bai, Izquierda Unida), buscarán el relevo de UPN del Gobierno de Navarra. Lo intentaron hace 4 años con el PSOE y no lo consiguieron. Pero no tienen más remedio que seguir intentándolo. Y lo harán. Saben lo que quieren y cómo lo quieren.

P.: ¿Bildu y Amaiur son ETA? ¿Deben tomarse medidas para la ilegalización de estos partidos?

R.: Todos forman parte de la misma cebolla: son capas del mismo producto. Cuanto más próxima al núcleo se sitúe, más ETA será. Si queremos una democracia fuerte y libre, hasta que ETA no desaparezca definitivamente, en todos sus “aparatos”  y con todas sus consecuencias, la disolución de sus brazos políticos es una buena opción para hacerles entrar en razón… democrática. Pero “democracia” al estilo occidental; no en el de “popular” o “revolucionaria”.

P.: ¿Es posible ser independentista o nacionalista radical y demócrata?

R.: Es muy difícil, pues las raíces de todo nacionalismo radical suelen ser totalitarias. Y en los totalitarismos, ya sea rojo, verde, o negro, anida el odio al distinto: primer elemento de la violencia política. O renuncian a algunos de sus presupuestos más queridos y constitutivos o seguirán siendo una amenaza para quienes no opinan como ellos.

P.: ¿Admiten estos pensamientos la democracia?

R.: Únicamente de modo instrumental. Es más, desprecian profundamente la democracia: les parece propia de seres débiles moral y culturalmente, de sociedades decadentes resignadas a morir. Si les beneficia, la adoptarán coyunturalmente. Nada más.

P.: Los dos partidos fuertes de España, PSOE y PP, han intentado negociar con ETA ¿Cree que ha sido un error?

R.: Si negocias, les reconoces como un interlocutor equiparable. ¿Cómo equiparar un Estado democrático con una banda de criminales? No se debe negociar. Otra cosa es hablar. Era necesario hacerlo, al objeto de conocer el estado real de la banda y actuar en consecuencia. Pero negociar, ¿qué? Deben rendirse, entregar las armas, en primer lugar. Entonces, se les puede abrir las puertas de la política: no al revés. Esa inversión demuestra poca voluntad, escaso conocimiento de los mecanismos mentales terroristas, templados a base de dogmas militaristas, tácticas oportunistas y estrategias marxistas. Para forzar a una banda al desarme, es precisa una voluntad de hierro: firmeza. Unas ideas muy claras. Una seguridad inmensa en el propio potencial. De carecerse lo anterior, si se dialoga o negocia desde la inseguridad y la debilidad, se proporcionan bazas a los terroristas y sus amigos, más seguros y determinados, que sabrán aprovechar.

 

http://www.diariolacamara.com/2011/12/entrevistas-la-camara-fernando-jose_29.html

http://www.editorialsepha.com/n/len/0/prd/367/la-ruta-del-odio

 

Las claves del terrorismo según Pío Moa

Las claves del terrorismo según Pío Moa

Reseña en el suplemente Libros de Libertad Digital

España es uno de los países más afectados por el terrorismo, y sin embargo los estudios y análisis sobre el mismo han sido pocos y en general romos o mediatizados por ideologías diversas. Con lo que la opinión pública sabe poco del fenómeno, y aun ese poco, distorsionado. Por eso es muy de agradecer el libro de Fernando J. Vaquero Oroquieta La ruta del odio, 100 respuestas claves sobre el terrorismo. 

 

En efecto, a través de cien preguntas que se hace o puede hacer cualquier persona preocupada por el fenómeno, Vaquero va desgranando unas respuestas casi siempre claras y convincentes.

 

Las cuestiones pasan de lo más general a lo más particular, y a la explicación de diversos tipos actuales de terrorismo: cuándo nace este modo de actuar, cómo evoluciona, a qué se debe; su relación con ideologías totalitarias, con los nihilismos y el anarquismo del siglo XIX, con la religión, con el marxismo, con los nacionalismos... Finalmente, aborda sus rasgos en España y en lo que suele llamarse, un poco a la ligera, "mundo globalizado". Sobre todo lo cual ofrece abundantes datos, algunos poco conocidos. Solo esta panoplia de cuestiones ya indica el interés de esta contribución valiosa al análisis de unas formas de violencia política características de la modernidad, es decir, de un mundo poco religioso (el yihadismo merece análisis aparte), pragmático, con gran incidencia de los medios de información y opinión, tendencias democráticas y al mismo tiempo una faceta nihilista.

 

El terrorismo en Occidente viene estrechamente ligado a la propaganda, y en ello consiste su racionalidad. La idea extendida de que los terroristas son psicópatas o idiotas (aunque los hay, como en los propios gobiernos) solo revela simpleza. Ello sin olvidar, desde luego, la amplia difusión de patologías psíquicas y opiniones disparatadas, como podemos constatar fácilmente en internet, donde corren las más alucinadas concepciones de la historia, de la realidad, de la política o de la economía. Ideas que son muy a menudo productos de descomposición del marxismo, que crean en el individuo una mezcla explosiva de esperanzas exaltadas de redención, justicia o felicidad en la tierra... y una frustración simétrica cuando las considera incumplidas, de lo cual acusa apasionadamente a algún culpable general: el capitalismo, el "sistema", el imperialismo, el cristianismo, un gobierno determinado, unas fuerzas oscuras y ocultas que manejarían el mundo para impedir una realización humana tan plena como confusa, según la concibe el frustrado. De ahí una especie de histeria que llega a hacerse masiva y servir de vivero a grupos terroristas. Y no necesariamente, como podría ocurrir ahora con los indignados, en momentos de crisis económica: las movilizaciones juveniles de los prósperos años 60 originaron, precisamente, numerosos grupos terroristas en Europa, Usa y Japón, sin contar el terrorismo palestino, entonces laico y no yihadista.

 

Dejando aparte el islámico, al que se dedica bastante espacio pero que no trataré aquí, el terrorismo en Occidente va estrechamente ligado a dos rasgos característicos de nuestra época: la expansión, desde el siglo XIX, de la sociedad de la propaganda y la información, por un lado, y de un relativismo moral y político que crea la impresión de que cualquier opción puede ser tan legítima como cualquier otra, por otro. Cuando un grupo de personas cree en una opción determinada que choca con la corriente dominante, se encuentra a menudo sin posibilidad de expresarse, o con una expresión sin efecto social. Una salida racional, aun si arriesgada, consiste en recurrir al atentado para obligar a los medios de masas a ocuparse de esa opción. Esta clase de terrorismo se define como "propaganda por la acción", más específicamente por la acción sangrienta, que llega a tener un éxito extraordinario cuando logra engarzar con corrientes políticas más fuertes, aun si no directamente terroristas y de objetivos más o menos afines.

 

Cuando el estado se muestra débil o incapaz ante el ataque, el terrorismo pasa de medio de propaganda a medio de corrosión y derrumbe del propio estado.

 

El caso de la ETA en España es modélico: su racionalidad se ha demostrado muy eficaz para ella, hasta condicionar la evolución política del país de modo extraordinario, y hoy más que nunca. Ello se debe al amplio círculo de simpatías, colaboraciones parciales y deslealtades hacia España y la democracia por parte de muchas de las principales fuerzas del país, que veían en los asesinatos etarras un instrumento útil (recoger las nueces, dijo un famoso delincuente). Creo que el autor del libro queda a medias en este aspecto. Así, atribuye el considerable arraigo popular alcanzado por la ETA a un nacionalismo fuerte y preexistente (basta leer a los fundadores del grupo para entender que su problema era el contrario), o a "debilidad o falta de perspicacia de otros actores políticos", como el PNV. Este partido ha sido uno de los mayores colaboradores de la ETA, no porque se identificase con ella (salvo en el plano separatista), sino porque extraía ventajas políticas directas o indirectas de sus crímenes. También señala Vaquero como causa "un Estado en buena medida inhibido", pero no explica las razones de tan sospechosa inhibición, de las que algo he tratado en La transición de cristal.

 

Con alguna salvedad como esta, nos encontramos con un libro claro, informativo y analítico, una verdadera contribución a la comprensión de un fenómeno tan grave e influyente como mal comprendido.

 

 

 

FERNANDO JOSÉ VAQUERO OROQUIETA: LA RUTA DEL ODIO. Sepha, 2011, 429. Prólogo de ANTONIO BERISTAIN.

 

http://libros.libertaddigital.com/las-claves-del-terrorismo-1276239486.html

Reseña en Canal Social de La ruta del odio

Reseña en Canal Social de La ruta del odio

La existencia del terrorismo suscita muchas preguntas en la sociedad actual. Este libro responde a las 100 incógnitas más importantes, pretendiendo responder con sencillez y claridad; desde la lógica, el sentido común y las informaciones contrastadas. Y todo ello, con los ojos, la cabeza y el corazón puestos en la situación española en su encrucijada actual.

Una de las conclusiones del libro, a la que pronto llegará el lector, es la siguiente: el terrorismo moderno nace en el siglo XIX alimentado por el nihilismo/anarquismo, el nacionalismo extremo y el marxismo revolucionario. Ya en el siglo XX alcanzará categoría de «ciencia» de la mano del marxismo-leninismo. Por último, y gracias a la globalización, su alcance se ha hecho universal; circunstancia que augura que la imagen de Osama Bin Laden y la amenaza del yihadismo, junto a otras expresiones terroristas, sin duda, nos acompañarán durante muchos años.

    La muerte de Bin Laden y la instrumentalización que éste llevó a cabo de la religión al servicio del odio y de innumerables asesinatos, han traído de nuevo a la actualidad uno de los tópicos favoritos de los ambientes culturales y mediáticos del laicismo y lo “políticamente correcto”: la supuesta vinculación entre terrorismo y religión.
      Fernando Vaquero Oroquieta aborda esta cuestión en este libro con gran claridad de criterio.
      El terrorismo violenta en grado extremo ese corazón, negando desde una ideología totalitaria, con su desprecio absoluto de los derechos humanos, esas exigencias. Así, el terrorista se transforma en una especie de zombi, cuya afectividad y todos sus procesos humanos son distorsionados por el virus de la utopía; lo que deriva en la destrucción del “otro”, ya sea entendido como enemigo de clase, de la construcción nacional, de la raza elegida…
      Por un lado, desde el pensamiento progresista e hipercrítico hoy dominante, se pretende eliminar la religión, especialmente la católica, al concebirse como obstáculo del supuesto desarrollo infinito de la ciencia. Y por otro, desde presupuestos antagónicos, por ejemplo los de de la “Nueva Derecha” pagana, se asegura que el cristianismo, al ser un igualitarismo fruto del monoteísmo según afirman, no respetaría otras identidades que no fueran la propia: así la violencia en todas sus formas anidaría en el cristianismo; también la terrorista. Una coincidencia, ciertamente sorprendente. En última instancia se pretende sacrificar a la religión en aras de un proyecto ideológico utópico e inalcanzable: ya sea un optimismo cientificista, ya el retorno a una comunidad pre-cristiana.
      Únicamente desde la conciencia de una identidad cultural y el amor al destino de los demás puede dialogarse, si lo que se pretende es construir y no meramente parlotear. Hoy día se habla mucho y se escucha muy poco; pues la mayoría de interlocutores creen saber todas las respuestas. El relativismo es enemigo del diálogo. De hecho, un relativismo extremo, el del nihilismo ruso de finales del siglo XIX, configuró el terrorismo moderno en todas sus dimensiones; si bien sería el marxismo-leninismo el que le dotó con su carácter de presunta “ciencia”.

 

Autor Crítica: María Hens

 

http://www.canalsocial.net/secciones/libros/ficha_libro.asp?ID=3108&titulo=La%20ruta%20del%20odio.%20100%20respuestas%20claves%20sobre%20el%20terrorismo

El terrorismo desenmascarado

El terrorismo desenmascarado

Quienes el pasado fin de semana se manifestaron en Madrid, como forma de acompañar a las víctimas del terrorismo, expresan lo que este libro propone en la respuesta a cien preguntas que todos nos hemos hecho en ocasiones: la necesidad de luchar contra el mal intrínseco que representa esta forma de violencia sistemática y organizada que es el terrorismo. El autor, especialista acreditado, ha publicado un trabajo erudito de síntesis, aunque quizá olvide algunos textos imprescindibles de referencia moral.

 

J. F. S. O

 

Nombre: La ruta del odio. 100 respuestas claves sobre el terrorismo
Autor: Fernando J. Vaquero Oroquieta
Editorial: Sepha

 

http://www.alfayomega.es/Revista/2011/738/14_libros.php

Reseña de Eleuterio Fernández Guzmán en Infocatolica.com

Reseña de Eleuterio Fernández Guzmán en Infocatolica.com

Un libro aleccionador: "La ruta del odio. 100 respuestas claves sobre el terrorismo"

A lo largo de los últimos años se han escrito, seguramente, miles de libros que han tratado el terrorismo. Así, bien sea refiriéndose al que se ha dado en España (ETA, GRAPO, Terra Lliure, GAL, etc.) o al internacional (preferentemente el que se funda en creencias exacerbadas del Islam) muchas personas han dedicado su tiempo, a veces por haberse visto afectadas por actos terroristas, a desentrañar los interiores de terrible fenómeno humano.

Es cierto, entonces, que cada cual se ha dedicado a analizar el terrorismo desde muchos, y particulares, puntos de vista.

El libro del que ahora escribo, “La ruta del odio. 100 respuestas claves sobre el terrorismo” se enfrenta al terror desde muchos puntos de vista. Podemos decir que el navarro Fernando J. Vaquero Oroquieta, ha tratado de que conozcamos el terrorismo a sabiendas de la dificultad que tal realidad social y política tiene. Así, por eso mismo, las respuestas a las preguntas que se hace en los 11 capítulos que comprende el libro, junto a un interesante Prólogo escrito por don Antonio Beristain Ipiña (Que fuera Fundador y Director Honorario del Instituto Vasco de Criminología y fallecido el 29 de diciembre de 2009) nos sirven para darnos cuenta de que el terrorismo es una realidad triste pero, seguramente, vencible.

Define Oroquieta el terrorismo (p. 30) como “el empleo por parte de un grupo clandestino jerarquizado, subnacional o transnacional, de una violencia indiscriminada, como principal instrumento coactivo para la extensión de un régimen de terror y la difusión de su propaganda entre amplios sectores sociales, al servicio de los objetivos políticos derivados de su ideología”.

Además, el terrorismo, a veces, es considerado como un sucedáneo de la religión. Así se pregunta el autor del libro para acabar reconociendo que, al fin y al cabo, eso es difícil de entenderlo así porque si cualquiera religión se fundamenta en la realidad de aclamarse a Dios porque el hombre se considera de una naturaleza inferior a la del Creador, “para el terrorismo, por el contrario y al igual que muchas corrientes filosóficas hoy dominantes, el hombre todo lo puede” (p. 49) porque, al fin y al cabo, resulta difícil entender que lo religioso tenga que ver con el terrorismo sino, en todo caso y cuando eso pueda pasar (caso del yihadismo) se trata de una perversión del sentido que de lo religioso tienen algunas personas.

Vaquero Oroquieta se adentra en multitud de aspectos que hacen muy interesante el libro que ha escrito. La dolorosa realidad del terrorismo no puede ser encarada si no se trata de reconocer todo lo que afecta tal forma de actuar y tal forma de entender lo que en el mundo pasa.

Así, por ejemplo, es bien cierto que frente a la pretensión de dejar de atribuir al terrorismo algún tipo de lógica es más verdad lo contrario o, lo que es lo mismo, que “los terroristas sí siguen una ‘lógica interna’ muy coherente dictada por un cálculo de coste/beneficio y con el soporte que proporciona el análisis de la realidad asentada en una ‘cosmovisión’ total”. Por eso es tan importante luchar contra tal visión de las cosas que deja de tener en cuenta a los seres humanos como lo que son y los trata como meros peones de su dolorosa partida de perverso ajedrez.

Por otra parte, el odio se acaba asumiendo por aquellos grupos cerrados, sectarios, que se conforman a los dictados de sus líderes. Tal cosa pasa con el terrorismo en los que “crece la percepción popular de que los grupos terroristas son verdaderas sectas, lo que se deduce del fanatismo que exhiben los militantes de tales grupos” (p. 102). Así la ruta del odio tiene un origen claro que, luego, tiene un recorrido de sangre claro y bien delimitado.

Pero el odio y la ruta que ha ido recorriendo a lo largo de la historia terrorista, no es algo con lo que se nazca sino que, al contrario, “No existe, por tanto, una predisposición fatal y ‘genética’ al terrorismo” (p. 144) sino que es el individuo el que se alinea con tales posiciones políticas exacerbadas.

Por otra parte, se duele (con razón) Vaquero Oroquieta del silencio y del olvido, que, durante décadas, a los que fueron sometidas las víctimas del terrorismo. Por eso “costo años en invertir esta auténtica perversión social. Y fueron los supervivientes de los atentados y sus familiares quienes lideraron – ante la indiferencia de los poderes públicos y de buena parte de la sociedad- ese movimiento reparador” (p. 168).

También se adentra el autor de “La ruta del odio” en la historia del terrorismo (Capítulo VII) que es la expresión, precisamente, del camino que ha seguido el Mal aprovechándose de los egoísmos de los seres humanos y de las sinrazones que han fundamentado sus actuaciones.

Por abundar en una realidad como es la terrorista, el Islam y el terrorismo (Capítulo CVIII) es tratado en el libro como lo que es y que pone en palabras del entonces cardenal Ratzinger cuando dijo que “La instrumentación de las energías religiosas en función de la política es algo muy cercano sin duda a la tradición islámica. En consonancia con esto, se ha desarrollado, en relación con el fenómeno de la resistencia palestina, una interpretación revolucionaria del Islam que roza la teología cristiana de la liberación, y que la hecho con facilidad una mezcla del terrorismo occidental, inspirado por el marxismo, y el islámico” (p. 237).

Además, por supuesto Oroquieta dedica unas buenas (por el análisis) páginas a ETA y a los GRAPO como realidades terroristas españolas. Así, se pregunta si ETA nació en un seminario (p. 272) y si quiénes fueron los GRAPO (p. 277) y, sobre todo, cuáles fueron las razones que hicieron que los terroristas etarras acabaran teniendo un arraigo social que no alcanzaron los segundos. Por eso dice que son “un movimiento social vivo alimentado por el nacionalismo preexistente; y un Estado en buena medida inhibido, lo que le ha facilitado el desarrollo de unos espacios propios en la vida pública” (p. 282).

Por todo lo dicho hasta ahora, “la sociedad civil tiene que hacer oír su voz cuando sufre cualquier tipo de agresión, y debe participar en política a través de los cauces legales establecidos” (p. 354). Pero es que, además, “sólo es posible un camino para las sociedades modernas retadas por terrorismo. Que no es otro que el marcado por una lucha sin desmayo contra todas sus formas, con una decidida voluntad de victoria desde valores firmes, con la esperanza en un posible cambio personal de los terroristas, suscitado por encuentros rehuminazadores, siempre apoyado en los recursos lícitos del Estado de derecho y los imprescindibles instrumentos de la cooperación internacional. Para derrotar al terrorismo, para desterrar al odio” (p.390).

Y acaba con un “Amén” que dice mucho del sentido que ha querido darle a su libro. En realidad Vaquero Oroquieta no ha mostrado odio alguno en las más de 400 páginas que ha escrito sino, al contrario, una aportación serena a la comprensión del terrorismo. Y eso, dadas las circunstancias, no es poca cosa sino, al contrario, una muy importante y necesaria forma de comportarse.

No puedo dejar de mencionar los cuatro Apéndices que nos regalado el autor del libro. Así, por ejemplo el dedicado a relacionar 100 títulos en castellano de libros escritos sobre el terrorismo; relación de 100 efemérides relacionadas con actos terroristas y que, muy justamente, dice que son para la ignominia; relación de 100 organizaciones terroristas que muestra hasta qué punto deberíamos preocuparnos por el terrorismo y, por último, relación de 100 direcciones sobre terrorismo en internet.

Por eso, según lo aquí apuntado, el libro de don Fernando J. Vaquero Oroquieta vale la pena ser leído porque puede ser una vacuna importante para ciertos pensamientos escasamente exigentes con el terrorismo.

Y ya para terminar, cuando se lee un libro con intención de decir algo sobre el mismo, se debe hacer una recomendación de a qué tipo de personas puede ir dirigido. En este caso particular deberían ser las siguientes:

-Para todas aquellas personas que quieren tener un conocimiento certero de la verdad sobre el terrorismo.

-Para todas aquellas personas que quieren saber todo lo relacionado con el fenómeno terrible del terrorismo.

-Para todas aquellas personas que quieran responderse las razones de existencia del terrorismo.

-Para todas aquellas personas que quieran conocer si el terrorismo tiene futuro como terrorífica acción o no lo tiene.

-Para todas aquellas personas que, al fin y al cabo, no se quieran abandonar a la desazón ante el terrorismo

Eleuterio Fernández Guzmán

http://infocatolica.com/blog/meradefensa.php/1107071218-un-libro-aleccionador-lemgla

“La ruta del odio” reseñado por Gregorio Paz en el número 167 de la revista de pensamiento Razón Española, páginas 372 a 375.

“La ruta del odio”  reseñado por Gregorio Paz en el número 167 de la revista de pensamiento Razón Española,   páginas 372 a 375.

Razón Española, fundada y dirigida por el político, pensador y diplomático, fallecido en 2002, Gonzalo Fernández de la Mora, es editada por la Fundación Balmes cuya finalidad «es contribuir -en palabras del citado- al desarrollo de una concepción del mundo: el humanismo, que es la sustancia racional de la filosofía cristiana». Su objetivo «no es pragmático, sino teórico; no es inmediato, sino mediato; no es político, sino dialéctico».

Con la revista no se trataba de actuar en política, ni ser portavoz de nadie, sino de pensar con independencia de los partidos contendientes en la arena política española. La revista pretende «ser el hogar espiritual y el portavoz de los intelectuales españoles que comparten una concepción humanista del mundo... Se trata de estimularlos a una solidaria tensión creadora». Así, la revista no se ciñe a patrones previos de ortodoxias eclesiales o partidistas, ni tiene vinculaciones directas o indirectas con ninguna entidad financiera o empresarial, ni con organización sindical o patronal.

Su único criterio es la razón, pensar ideas rigurosas en busca de la verdad, impedir la politización de la inteligencia que corrompe y que hace que las ideas degeneren en ideologías, ya que «la instrumentalización política de la inteligencia aliena el pensamiento y frena el avance de la razón».

Entendía Fernández de la Mora que la significación de Razón Española era «pura y simplemente, que los intelectuales españoles que comparten una concepción humanista del mundo se reúnen para pensar». Frente a un humanismo español inhibido, doctrinalmente desarmado, carente de medios de expresión, «Razón Española aspira a rectificar -en palabras de Gonzalo Fernández de la Mora- la estrategia dialéctica del humanismo en nuestro país...» ya que «no es la retórica oportunista y falaz -seguía diciendo el filósofo razonalista-, sino la verdad experimental y racional la que nos hará libres».

 

Reseña:

 

VAQUERO OROQUIETA, Fernando José: La Ruta del Odio. 100 respuestas claves sobre el terrorismo, Sepha, Málaga, 2011. 429 págs.

 

Anualmente, el mercado editorial propone al lector español una media de 20 títulos relacionados con el fenómeno lacerante del terrorismo. Desde novelas trepidantes, pasando por amenos reportajes periodísticos, hasta sesudos ensayos especializados de intelectuales de prestigio.

Entonces, ¿qué puede aportar un nuevo título, elaborado en esta ocasión por un escritor prácticamente desconocido?

Analizando esa marea, importante sin duda, de textos, pueden observarse algunas características comunes:

  1. Participan del discurso “políticamente correcto”; especialmente cuando afirman que el terrorismo está indisolublemente asociado a las religiones. E ignoran, por lo común, las auténticas matrices ideológicas que lo nutren y las complicidades subsiguientes.
  2. Se hace abstracción del protagonista absoluto de esta lacra, bien como víctima, bien como agresor: la persona con sus exigencias de verdad, belleza y sentido; fruto de naturaleza y cultura.
  3. Tienden a desvincular al terrorismo de la realidad social, individual y colectiva del mundo de hoy; como si fuera obra, ante todo, de seres tarados, psicópatas, peligrosos frikis de los extremismos de todos los signos. Eludiendo, así, el cómo personas que afirman luchar en nombre de una utopía redentora de lo humano, cometen los crímenes más execrables, en contundente contradicción con lo que presuntamente les mueve.

La Ruta del Odio. 100 respuestas claves sobre el terrorismo pretende proporcionar desde la experiencia personal del autor (un navarro comprometido con el movimiento cívico y funcionario de prisiones), y desde la reflexión teórica, una perspectiva global de esta patología social, abordando sin recato alguno esas carencias.

Y lo hace alimentado por la antropología católica y los más relevantes documentos elaborados por la Iglesia local en los últimos años: la Instrucción de la Conferencia Episcopal Española Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y de sus consecuencias, de 22 de noviembre de 2002; el libro Terrorismo y nacionalismo, de 2005, un estudio sistemático de la citada Instrucción efectuado por diez hombres y mujeres, intelectuales católicos de primera fila; y la Instrucción Pastoral, de 23 de noviembre de 2006, Orientaciones morales ante la situación de España.

Este texto, por todo ello, profundiza en una afirmación contundente: religión y terrorismo son incompatibles, proporcionando para ello argumentos teóricos y un notable anecdotario, que acreditan que esa asociación es totalmente incierta; no en vano, esas supuestas expresiones de terrorismo religioso se derivan del carisma de personalidades enfermizas situadas en la periferia de algunas confesiones religiosas que las han desautorizado y que, en última instancia, no son sino coartada pseudoideológica de sus desvaríos (Davidianos exadventistas, sincretismo orientalista de Verdad Suprema, etc.). Por el contrario, analiza su relación con los totalitarismos (también presentes, paradójicamente, en un Occidente tan liberal, tolerante y progresista) y los tan incisivos y diversos  nihilismos.

En este contexto también se nutre del texto de Luigi Giussani El sentido religioso, quien puede explicarnos cómo las exigencias del corazón son ignoradas, violentadas o sublimadas, en aras de proyectos ideológicos y vitales contrarios a la naturaleza del ser humano. Como también explica que no pocos terroristas hayan recorrido el camino contrario, reconociendo sus errores merced, más que a otra causa, a encuentros personales rehumanizadores.

Y, para enganchar esta triste realidad con la vida de nuestro mundo, este texto responde, no pocas veces desde una perspectiva “políticamente incorrectas” a cuestiones tan acuciantes como la salud moral de individuos, sociedad y clase política; la globalización; la guerra ABQ y nuclear; el reto del islamismo radical; la crisis de la identidad occidental; la propuesta cristiana. Todo ello mediante la fórmula, de singular fortuna en España, de un catecismo muy particular que engarza con esa particular tradición.

Una de las conclusiones del libro, a la que pronto llegará el lector, es la siguiente: el terrorismo moderno, gestado en el Estado de la Revolución Francesa, nace en el siglo XIX alimentado por el nihilismo/anarquismo, el nacionalismo extremo y el marxismo revolucionario. Ya en el siglo XX alcanzará categoría de «ciencia» de la mano del marxismo-leninismo. Por último, y gracias a la globalización, su alcance se ha hecho universal; circunstancia que augura que la imagen de Osama Ben Laden y la amenaza del yihadismo, junto a otras expresiones terroristas, sin duda, nos acompañarán durante muchos años.

Destacaremos, por último, que el texto complementa su extenso y multidisciplinar estudio con diversos anexos: 100 webs temáticas, 100 organizaciones terroristas, 100 títulos fundamentales, 100 atentados especialmente trascendentes… Y con un prólogo póstumo de quien fuera Maestro y amigo del autor, el fundador del Instituto Vasco de Criminología Antonio Beristain Ipiña, jesuita impulsor también de la victimología.

Fernando Vaquero es licenciado en Derecho por la Universidad de Navarra, habiendo cursado estudios de Criminología en la Universidad del País Vasco. Es coautor del libro La tregua de ETA: mentiras, tópicos, esperanzas y propuestas (dirigido por José Luis Orella Martínez, prólogo de Fernando García de Cortázar, Grafite Ediciones, Baracaldo, 2006). Ha participado, como fundador o socio, en diversas entidades culturales. Como articulista y autor de numerosos ensayos, es miembro del consejo de redacción de la revista electrónica Arbil y colaborador de Religión en Libertad; habiendo participado asiduamente en Páginas para el mes, tanto en su versión impresa, como en la digital inicial. Ha sido crítico de libros en la Revista de Historia Contemporánea Aportes y Elsemanaldigital.com. Ha participado como ponente en conferencias, mesas redondas y cursillos de formación, celebrados en diversas ciudades españolas.

Con tales armas y bagajes, el lector podrá verificar si este libro responde a tan ambiciosas expectativas.

SI ETA gana, pierde la democracia

SI ETA gana, pierde la democracia

El martes 24 de mayo de 2001 se desarrolló en Pamplona la primera de las jornadas “Sociedad libre y terrorismo” organizadas por la Fundación sociocultural Leyre.

 

Así, fue presentado en público el libro La ruta del odio. 100 respuestas claves sobre el terrorismo, de Fernando Vaquero Oroquieta.

 

La presentación de los ponentes corrió a cargo de D. Pascual Tamburri, historiador, redactor de Elsemanaldigital.com, por parte de la Fundación Leyre.

 

Inició el turno de intervenciones Dª. Inma Castilla de Cortázar, presidenta del Foro Ermua y Decana de Medicina de la Universidad CEU – San Pablo de Madrid.

Denunció, en primer lugar, la escandalosa negociación que el Gobierno está manteniendo con ETA, cuyo precio es desconocido. Prueba de ello es cómo el Tribunal Constitucional, de naturaleza eminentemente política, ha dado paso a la expresión política de ETA, BILDU.

Tras repasar la tortuosa reciente historia de la lucha antiterrorista, afirmó que si ETA ha sobrevivido lo ha sido por haber disfrutado, globalmente considerado este periodo, de una casi absoluta impunidad.

ETA-BILDU, aseguró, “están deslegitimados, pues persiguen sus objetivos de siempre, por los que han asesinado y extorsionado a toda la sociedad española: ellos no se han movido”. Y, ante el cortoplacismo de los políticos, es la ciudadanía la que de nuevo tendrá que movilizarse. “Es un problema político, que no partidista”, aseguró. “Si ETA gana, se acabó la democracia”, concluyó.

 

Le siguió D. Salvador Ulayar, victima del terrorismo y colaborador de Voces Contra el Terrorismo.

Partió de una convicción personal: “Hay batallas morales que hay que dar. Por eso estoy en esta mesa”. Y más cuando se ha retrocedido 15 años en la lucha antiterrorista.

Denunció falsos tópicos, tales como que los terroristas están locos, o que esto no se acaba por que no lo quieren los políticos. Tales excusas son el fruto de la pereza intelectual o de una cobardía moral.

Comparte la afirmación insistente del libro presentado en el sentido de que hay ideologías que sustentan a los terroristas. No se trata de un fácil modus vivendi, sino de una opción de rentabilidad política por la que están dispuestos a asesinar y a sufrir para ello.

Denunció la pretensión de que se olvide el pasado: un tiempo reciente en el que “asesinaron y atentaron no sólo contra las víctimas directas e indirectas, sino contra toda la nación española”.

“Quieren enterrar a los muertos, pero no se puede enterrar el pasado”. Y el presidente José Luis Rodríguez Zapatero quiere que les salga gratis a los terroristas. Por ellos, “las víctimas quieren justicia política”, según la fórmula de Aurelio Arteta, pues han perpetrado delitos políticos contra toda la sociedad, destrozando la convivencia y tantos otros bienes públicos.

Tras manifestarse en contra de una culpabilización de las víctimas, lo que sucede a su juicio cuando se les plantea que perdonen a los terroristas, pidió que se les proteja de una carga que no les corresponde.

En el contexto actual, de retroceso en la lucha antiterrorista, hizo propia la afirmación de Primo Levi: “Siempre nos quedará la libertad de no dar nuestro consentimiento”.

Por último, explicó que “pedir justicia no es querer venganza. Las víctimas no se han tomado nunca la justicia por su mano. Pero pretender destrozar a ETA desde la legalidad democrática es tratar de destrozar al odio y al terror”.

 

Fernando Vaquero, autor del texto, en su larga exposición, afirmó que “el terrorista se transforma en una especie de zombi, cuya afectividad y todos sus procesos humanos son distorsionados por el virus de la utopía; lo que deriva en la destrucción del “otro”, ya sea entendido como enemigo de clase, de la construcción nacional, de la raza elegida… ciertamente, en ese recorrido deberá experimentar varias etapas y desarrollar varios mecanismos psicológicos: la transferencia de la responsabilidad de sus crímenes al líder o al objetivo final de su utopía; las deshumanización o extrema cosificación de las víctimas; y la transferencia de culpabilidad a la propia víctima. En todo ese proceso juega un papel decisivo la manipulación del lenguaje”.

Aseguró que muchos análisis sobre el terrorismo “evitan tocar un tema tabú: las complicidades ideológicas, intelectuales y políticas con el terrorismo. Sea como justificación ideológica (son unos chicos un poco equivocados, pero son nuestros chicos; como persiguen objetivos políticos, habrá que escucharlos); sea en permisividad por cobardía y cortoplacismo; ya por instrumentalización (unos mueven el árbol y otros recogen las nueces).

Concluyó asegurando que “la respuesta de una sociedad y de un Estado al terrorismo es termómetro de su salud colectiva, expresión muy concreta de sus valores morales. Aunque según los estudios demoscópicos ya no constituya una de las preocupaciones más acuciantes de los ciudadanos -¡qué corta memoria la nuestra!- esa respuesta cuestiona las bases de nuestra convivencia: coloca en la lupa del análisis y de la movilización, la textura y consistencia de la vida en común y de nuestra viveza humana”. Por ello, “desde la esperanza en el cambio personal y colectivo, no hay otra salida que la resistencia. No hay atajos. Apoyo y escucha de las víctimas; fortalecimiento de la moral ciudadana; combate cultural; reconstrucción constante del movimiento cívico;  interpelación y vigilancia de los políticos; denuncia de los atropellos y desenmascaramiento de las coartadas ideológicas de terroristas, cómplices y oportunistas; lucha legal; trabajo doctrinal...”.

 

A su intervención siguió un largo y denso debate, en el que se expusieron experiencias personales, reflexiones políticas y análisis electorales.

 

La próxima sesión de las jornadas tendría el miércoles 25 de mayo en el Hotel Tres Reyes, Salón Cristina (Jardines de la Taconera, 1) de Pamplona.

Bajo el título de “La actual negociación con ETA”, Dª. Inma Castilla de Cortázar, presidenta del Foro Ermua y Decana de Medicina de la Universidad CEU – San Pablo de Madrid disertó al respecto, previa presentación a cargo de D. José Manuel Ayesa. Expresidente de la Confederación de Empresarios de Navarra y Vicepresidente Foro Ermua.

 

http://www.revistahuellas.org/default.asp?id=418