Manifiesto fundacional de Genocidio Cristiano
En pleno siglo XXI, los cristianos estamos siendo más perseguidos que nunca en medio mundo, y en el resto, vivimos en sociedades cada día más relativistas, que rechazan la existencia de verdades absolutas y que tienden por ello a negar la realidad de la naturaleza y del propio ser humano.
Así en occidente, un mundo que ha perdido el respeto a la mujer y a la maternidad, inunda de erotismo y de pornografía nuestras calles y aun nuestras casas, degradando lo más hermoso que existe en las relaciones humanas, y que es la sexualidad y el amor conyugal.
Igualmente la familia, base de la sociedad social y de todas las relaciones humanas, se percibe como algo cada vez menos atractivo porque es insistentemente degradada en lo social, subyugada en lo económico y en general, tensionada hasta el extremo de hacer heroica su misma pervivencia.
Faltos de fuerzas, los occidentales vagamos en un mundo que hemos convertido en anodino y hueco, mientras los mártires se multiplican en medio de un mundo que odia a Cristo por la exigencia y la radicalidad de su mensaje. Sin embargo, es precisamente en Cristo, donde todo hombre y toda comunidad pueden encontrar el mensaje que permita a la humanidad crear una civilización capaz de comprender y respetar a todo ser humano, salvándola de su egoísmo autodestructor y ofreciéndole la posibilidad real de desarrollar todas sus capacidades físicas, intelectuales y espirituales.
Aun con la actual crisis, en España vivimos en un oasis de paz y prosperidad. Encerrados en nuestros problemas y/o en nuestros pequeños egoísmos personales, los occidentales hemos dado la espalda a la terrible realidad que viven nuestros hermanos perseguidos. Ellos nos necesitan para salvar sus vidas y nosotros los necesitamos para salvar nuestras almas, porque solo ellos pueden mostrarnos el mensaje de amor de Cristo-Dios, el único mensaje que conlleva la semilla de la salvación de la humanidad en pleno, y de cada hombre en particular.
“Genocidio cristiano” nace con el objetivo de ensalzar y hacer visible al mundo, la escandalosa luz del martirio que por amor a Cristo sufren actualmente tantos de nuestros hermanos. Sufrimiento martirial que desgraciadamente, en muy pocas ocasiones mencionan en otros medios u organizaciones; bien sea por absurdos convencionalismos, por trasnochados posicionamientos políticos, por intereses creados, por cobardías o por simple miedo a las posibles consecuencias políticas y económicas que de dicha denuncia pudieran derivarse. Como miembros de la Iglesia de Cristo, queremos ser dignos de nuestros hermanos y que su sangre martirial nos llene de amor y nos aleje de todo odio.
APOCALYPSIS 7:9 Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos;
7:10 y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.
7:11 Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, 7:12 diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.
7:13 Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? 7:14 Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.
7:15 Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.
7:16 Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno;
7:17 porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.
Recemos por nuestros hermanos perseguidos el Salmo 23:
El Señor es mi Pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tu vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
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