Lo que sí es pedir perdón a las víctimas (por Pepe Álvarez de las Asturias, en El Malecón)
Con 10 años, Shane O´Doherty quería luchar por la libertad de Irlanda. A los 15 se unió al IRA, a los 18 ya era el terrorista más buscado y a los veinte fue condenado a 30 cadenas perpetuas.
Para entender primero hay que conocer. Y para entender la vida de Shane O´Doherty es necesario que primero conozcamos el entorno político y religioso en el que nació y creció. Porque, como él mismo explica, "somos uno con nuestra muy triste historia". Una triste historia, la de Irlanda, en la que nacionalismo y catolicismo siempre han estado unidos con gran intensidad. Shane nació en enero de 1955 en Derry (Londonderry para los ingleses), en el seno de una típica familia católica de clase media del Ulster. Ya desde pequeño, su vida quedó marcada por la omnipresencia de tanquetas, barricadas y soldados británicos, y el odio ancestral de los protestantes orangistas. La semilla nacionalista crecía en el corazón de Shane con total naturalidad ("todo esto era normal donde crecí") a la par que su determinación a luchar –y acaso morir- por su país, injustamente ocupado. A los trece años, "salir con los amigos" consistía en quedar para lanzar cócteles molotov a los soldados ingleses; sólo dos años después se unía de facto al IRA Provisional. Desde ese momento, la lucha dejó de ser un juego y se transformó en algo real. Y arriesgado.
Pero el joven Shane estaba convencido de que su causa era justa y de que la lucha era el camino correcto –el único camino-. Y si aún le quedaban dudas, el domingo 30 de enero de 1972 volaron en mil pedazos. Aquella tarde, Shane se manifestaba por las calles de Free Derry (la zona católica) junto a un amigo y otras 15.000 personas a favor de los derechos civiles. Al otro lado de las barricadas, un regimiento de paracaidistas británicos vigilaba que no traspasaran la "frontera" de la zona protestante. Cuando un pequeño grupo de manifestantes, alejados del resto, comenzó a lanzar piedras a una de las barricadas, los paracaidistas abrieron fuego indiscriminadamente contra la multitud. Trece personas murieron (seis de la edad de Shane, 17 años) y otras treinta resultaron heridas.
El IRA aprovechó el odio tras el Domingo Sangriento para potenciar su actividad de reclutamiento entre los más jóvenes. Y Shane aprovechó para potenciar su convencimiento y su actividad terrorista ("Si me tienen que matar, que sea por algo importante, no por una protesta civil"). Se apuntó voluntario a numerosas operaciones con explosivos y se especializó en cartas bomba. Un año después, con dieciocho años, era el terrorista más buscado del IRA. A los veinte, aprovechando una tregua, fue detenido y condenado a 30 cadenas perpetuas. "Dejé de creer en Dios, en la Iglesia Católica y en la política".
Su primer día en prisión, a medianoche, los oficiales le sacaron de la celda y le dieron una paliza. "¿Qué pasa?", preguntó. "Tus amigos han disparado a un policía". El padre del policía asesinado resultó ser un oficial de la prisión. No fue la única vez, recuerda: "yo era católico e irlandés, lo guardias me odiaban". Decidió plantarse y se negó a vestir el uniforme de preso en una cárcel inglesa; un acto de rebeldía que le costó meses en la celda de castigo, totalmente desnudo. Pensaba: "he sobrevivido a la guerra, a la muerte; estoy preso, pero soy el hombre más libre del mundo". Se creía fuerte, invencible, un auténtico guerrero de la libertad. Pero sumido en ese aislamiento absoluto, comenzó a darle vueltas a todo: "Estamos destruyendo nuestro país, a familias enteras, provocando terror y dolor. ¿Qué sentido tiene?" Estaba orgulloso de haber atentado contra políticos y generales pero albergaba dudas sobre el resto de sus víctimas.
Pidió consejo al sacerdote de la prisión y éste le regaló una Biblia. Se leyó los Cuatro Evangelios de una sentada, intensamente, profundamente. Y empezó a pensar que, como católico, todo era un error –la guerra, la violencia, las muertes-. Un grandísimo error. Pero, ¿qué podía hacer? Comenzó a escribir cartas a sus víctimas, multitud de cartas, y fue el primer terrorista del IRA que abogó por el cese de la violencia y la rendición. Los demás –sus compañeros y sus enemigos- pensaron que se había vuelto loco en su confinamiento: ¿un terrorista irlandés pidiendo perdón? ¡Increíble! Tuvo que luchar todo un año con el Gobierno británico y las autoridades de la prisión para que le creyeran y le permitieran enviar sus cartas y publicar sus llamamientos en la prensa. Cierto día, un compañero de prisión le dijo: "estás en el periódico de hoy". The News of the World titulaba: "Terrorista del IRA pide perdón". Fue el primer fruto de su cruzada.
Su propia conciencia le condenaba por sus actos; había cortado con la sociedad, consigo mismo, con Dios; y había destruido a su familia (unos le apoyaban, otros le rechazaban). "El terrorismo está en el interior de las personas, de cada uno de nosotros; y cada uno tenemos que reconocer nuestra culpa y pedir perdón desde dentro, desde nuestra conciencia, desde nuestro corazón".
Después de 14 años de condena, fue liberado el 4 de septiembre de 1989. Al salir de la cárcel comenzó sus estudios universitarios y escribió el libro The Volunteer, sobre sus años en el IRA contados desde la conciencia, y pidiendo el fin de la lucha armada. "Detén la guerra, la violencia es un error, pide perdón y entrégate". Mientras Shane O´Doherty estudiaba Filología Inglesa, Filosofía y Teología (pasó dos años en el seminario de Dublín) y trabajaba para los indigentes y los inmigrantes, los presos del IRA se fueron acercando a sus tesis de cese de la violencia. Sus frutos comenzaron a brotar el 10 de abril de 1998, cuando los gobiernos británico e irlandés firmaron el Acuerdo de Viernes Santo en Belfast, principio del fin definitivo del IRA, que fue desmantelado en 2005.
Después de cinco años en el IRA y treinta pidiendo perdón, en la actualidad Shane O´Doherty vive en Dublín, donde trabaja en una organización para indigentes ("mi gran lección", reconoce). Ha escrito un nuevo libro, No más bombas, que utiliza como excusa para recorrer el mundo ofreciendo sus conferencias y transmitiendo su mensaje de "no hay libertad con violencia"; aunque él aún no se ha perdonado del todo: "cada día siento la responsabilidad, la conciencia culpable de mi pasado. Pero mi experiencia puede hacer bien". Ojalá otros siguieran su ejemplo.
Shane O´Doherty es un gran conocedor del terrorismo de ETA y aplica su propia experiencia a su cese definitivo. "Yo creo que el gobierno no debe negociar con terroristas. Cuando hayan cambiado su conciencia, su corazón; cuando hayan pedido perdón por la violencia y por las víctimas y destruyan sus armas con testigos internacionales, entonces se podrá hablar del fin de ETA".
http://www.elsemanaldigital.com/blog.asp?idarticulo=122213&cod_aut=
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