El aterrizaje forzoso de los abertzales y el futuro del Gobierno vasco (Análisis Te Interesa, 22/06/2012, José Barros, Madrid)
El acoso policial a ETA, el aterrizaje institucional de los abertzales, la estrategia carcelaria con los presos etarras y los equilibrios políticos tras las elecciones vascas de 2013 forman parte de una única hoja de ruta.
El runrún mediático impide percibir las corrientes de profundidad que desde hace tiempo se mueven dentro de la vida política vasca y, por extensión, también de la española. Estas corrientes subterráneas -cuya última erupción, por el momento, ha sido la legalización de Sortu- han llevado a una realineamiento entre distintas fuerzas políticas teóricamente contrapuestas entre sí para lograr un doble objetivo común: la desaparición definitiva de ETA y, al mismo tiempo, la integración del mundo abertzale dentro del juego democrático.
Alcanzada esta meta, unos creen que los batasunos, en la medida que se vayan acostumbrando al coche oficial y a pisar moqueta, dejarán atrás su maximalismo revolucionario para disfrutar las prebendas de la vida burguesa. Otros, en cambio, creen que este paso solo servirá para que abertzales y una parte significativa de los nacionalistas vascos supuestamente moderados tomen mayor impulso hacia la consumación de su aspiración política de siempre, que no es otra que la secesión de España para la `construcción´ de una Euskalerría independiente y, tal vez, socialista.
Pero antes de llegar a uno de los hipotéticos finales de este proceso, esbocemos más por lo menudo las partes de su hoja de ruta, trazada -aunque jamás lo reconocerán- al alimón entre PSOE y PP, y que además ha contado con la complicidad del PNV.
Esta hoja de ruta tiene varios pies. El primero es el acoso policial a ETA, que desde la ruptura de la última tregua con el atentado del aeropuerto de Barajas de 2006 se ha mantenido implacable. Desde entonces, ni el Gobierno del PSOE, primero, ni el del PP, después, han aflojado la presión sobre la banda. La eficacia de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado a la hora de detener terroristas y de cortar sus fuentes de financiación, unida a la colaboración internacional -sobre todo de Francia- y al control de los etarras residentes en el extranjero, ha puesto a ETA al borde de su desaparición.
El palo y la zanahoria
Esta es la estrategia del palo. La estrategia de la zanahoria es el segundo pie de la hoja de ruta, que busca el aterrizaje institucional de los abertzales. La participación del PSOE en esta maniobra, vía Jesús Eguiguren, es diáfana. El PP, si bien de una manera más tácita, también camina por la misma senda, aunque solo sea por el hecho de que Mariano Rajoy, tras su llegada a Moncloa, no ha variado el rumbo aquí marcado por Zapatero. ¿Por qué no lo ha hecho? Porque la cúpula del PP tiene garantías de que ETA acabará renunciando definitivamente al terrorismo, aunque los etarras intentarán a toda costa marcar su propio ritmo al desarme. En cualquier caso, de cumplirse esta profecía el resultado sería la desaparición de ETA; este es el objetivo prioritario al que se subsume todo lo demás. La incomodidad de una parte de las bases populares y de algunos de sus dirigentes con la estrategia de un final suave -a los halcones del PP les gustaría una derrota exclusiva y taxativamente policial- no pasa de ser una comezón en la epidermis del partido que no afecta a su timón de mando, donde la consigna bien podría ser esta: “a enemigo que huye, puente de plata”.
De hacer caso a las voces que piden un final duro para ETA, el Gobierno tiene el temor -fundado, o no- de que la banda, acorralada, podría escindiese en una serie de grupúsculos que iniciarían su propia, particular y alocada carrera de asesinatos. Para que esta hipótesis nunca llegue a cumplirse, la estrategia de Rajoy, como ya hemos comentado, no consiste en recrudecer la lucha del Estado hasta lograr la completa desaparición del llamado Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV) -esto podría resultar costoso en términos policiales, humanos y electorales, máxime en la actual coyuntura de crisis económica-, sino en abrir una válvula de escape en la olla a presión etarra tolerando el regreso a la política vasca de los abertzales, sin por ello renunciar al acoso y derribo policial contra ETA.
El tercer pie de esta hoja de ruta es la estrategia carcelaria con los presos etarras. Aquí también se detecta un acuerdo de continuidad entre PSOE y PP. La postura de los dos partidos mayoritarios se resume en Nanclares 2; la prisión alavesa a donde se traslada a los terroristas que, tras pedir perdón a sus víctimas e iniciar un proceso de desvinculación de la banda, a cambio obtienen beneficios penitenciarios de forma individualizada. Con esta vía se busca crear una escisión dentro del monolítico frente carcelario etarra, organizado en torno al Colectivo de Presos de ETA (EPPK). Este colectivo aspira a una solución grupal -es decir, política- para todos sus presos, y para mantenerlos cohesionados les ha infundido la esperanza de que en 2013 un hipotético lehendakari abertzale logrará que el Estado transfiera sus competencias penitenciarias a la Comunidad vasca, cosa en extremo difícil pero que de momento ya han conseguido los nacionalistas catalanes, si bien en un escenario político muy diferente. Así pues, la mayoría de los presos etarras aguardan a las próximas elecciones autonómicas vascas en disciplinado compás de espera, de ahí el poco éxito que hasta ahora ha tenido la estrategia del perdón.
Psicodrama y estrategia
¿Y qué piensan las víctimas? Agrupadas en torno a la AVT, Covite, Voces contra el Terrorismo y otras asociaciones, la práctica totalidad de los damnificados reclaman que los terroristas cumplan íntegras sus condenas y que nunca dejen de ser los responsables civiles de los daños causados. No solo eso. Las víctimas también consideran que los etarras arrepentidos tienen una manera clara de mostrar su rectitud: colaborar con la justicia a la hora de esclarecer los cientos de crímenes cometidos por ETA que todavía están sin resolver, cosa que los escasos arrepentidos no están haciendo. Por ello mismo, las referidas víctimas cuestionan la sinceridad de esos presos que por decir "lo siento" y desvincularse de ETA -algo que para un etarra no deja de resultar costoso-, a cambio ven cómo se reducen sus condenas y se les acerca a prisiones del País Vasco. En resumen, la mayoría de las víctimas están en contra de la actual política de reinserción, en la que ciertos aires de psicodrama emocional esconden una estrategia gubernamental para dividir al colectivo de presos -y, por lo tanto, debilitar a ETA-, pero que no resarce las demandas de justicia de los damnificados por el terror.
Aunque también existe otro colectivo de víctimas, muy minoritario y agrupado en torno a la Fundación de Víctimología, que reúne a algunos familiares de etarras, de asesinados por los GAL y de manifestantes muertos durante la Transición. Este colectivo -se presenta como apolítico, pero simpatiza con las tesis nacionalistas- es el único que por el momento ha apoyado el plan gubernamental de reinserción y su estrategia, un tanto evidente, es la de enfrentar a víctimas con víctimas para, acto seguido, deducir que todos los damnificados por la violencia del "conflicto" son iguales.
El cuarto y último pie de la hoja de ruta es el político-electoral. Las elecciones vascas de 2013 serán un punto de inflexión. ¿Qué sucederá? Según datos del Euskobarómetro de pasado marzo, el PNV volvería a ganar las elecciones autonómicas con 22 o 23 escaños (30,7 % del voto), aunque perdería entre siete y ocho de los 30 actuales, mientras que el frente abertzale desplazaría al PSE al tercer puesto en la Cámara vasca al conseguir entre 19 y 22 parlamentarios (24,7 %).
La llave, ¿en manos del PNV?
Los socialistas vascos, que ahora cuentan con 25 de representantes en el legislativo autonómico, perderían nueve asientos y obtendrían 16 (18,3%), mientras el PP ganaría uno y alcanzaría los 14 (15,4 %). Ezker Anitza-IU podría quedarse sin parlamentario o bien obtener tres (3,1 %). UPyD desaparecería. La Cámara vasca se simplificaría y su composición pasaría de siete a cuatro o cinco formaciones.
Por tanto, PSE y PP se verían matemáticamente imposibilitados para repetir la fórmula que ha sustentado durante los últimos años al Gobierno autonómico y el PNV podría volver al Ejecutivo "si cuenta con el apoyo o la anuencia de cualquiera de las otras tres fuerzas parlamentarias", asegura el Euskobarómetro.
De confirmarse estos datos, ¿qué haría el PNV? Estaría en Ajuria Enea, aunque en minoría, así que no sería improbable que se decantase por gobernar en solitario para luego ir pactando con distintas fuerzas políticas en función de sus intereses; en temas socio-económicos, el PP de Antonio Basagoiti le vendría como anillo al dedo a los jeltzales -y los de Basagoiti estarían encantados; de hecho, el Presidente de los populares vascos lleva tiempo allanando el camino dentro de su partido para facilitar una alianza estable entre PP y PNV, pero tiene el problema de que, según el Euskobarómetro, no sacará los votos suficientes para consumar dicho pacto-; en las cuestiones nacionalistas el PNV contaría con el apoyo de los abertzales; y si quisiera cierta estabilidad institucional, podría apoyarse en el PSE, que acabaría de dejar el Gobierno vasco y que es filo-nacionalista.
Hasta cierto punto, esta sería la situación ideal para el actual status quo político nacional: un PNV relativamente moderado en Vitoria (Urkullu no es Josu Jon Imaz, pero tampoco es Ibarretxe), menos centrado a corto plazo en aventuras soberanistas y más en salir de la crisis -para lo cual contaría con la simpatía de Moncloa, y así Moncloa, de cara a 2015, también contaría con el apoyo de los jeltzales-, y un mundo abertzale que, ya sin la sombra de ETA, sería una especie de Esquerra Republicana a la vasca.
Ahora bien, si el Euskobarómetro acierta, en el parlamento vasco las fuerzas nacionalistas tendrían una clara mayoría sobre los partidos constitucionalistas. ¿Decidirán a medio plazo abertzales y jeltzales, giputxis y bizkaitarras, pijos de Neguri y borrokas del Goierri, cogerse de la mano para emprender juntos el camino hacia la secesión? Quien sabe. Como diría Michel Houellebecq: “En la vida puede suceder cualquier cosa, incluso nada”.
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